No traigan flores, Mariana Enriquez: el horror y lo fantástico sobre el escenario

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A sala llena en el Teatro Coliseo, Mariana Enríquez presentó su espectáculo No traigan flores. La autora de Nuestra parte de noche recorrió el escenario con lecturas de sus propios cuentos y novelas acompañada de música, luces y arte visual. A continuación, una crónica de su debut teatral. 

Por Ernesto Martínez Ponce



Cerca de las 19.30 hs, la fila en el Teatro Coliseo para ver a la escritora Mariana Enríquez era de dos cuadras, desde la calle Marcelo T. de Alvear, donde se encuentra el teatro, pasando por Cerrito y finalizando en la Av Santa Fe. No importaba el calor que se sentía en el aire, ni la humedad que se deslizaba por el cuerpo. Como en los mejores recitales, con las 1.700 localidades agotadas, se podía respirar entre la multitud las ganas de pasarla bien y tener un rato de buena literatura.

Incluso antes de comenzado el show, muchos de los espectadores que entraban ansiosos y se iban acomodando en sus butacas color bordó al ritmo de “Ashes to ashe” de David Bowie – entre otras canciones seleccionadas por Enríquez especialmente para sus lectores – se encontraban con la sorpresa de alguno de los casi 300 libros que fueron dejados al azar en los asientos, autografiados por la autora.

Suelo decir que nunca tuve experiencias paranormales, pero no es del todo cierto. Yo miento bastante”, manifestó la escritora en el inicio de lo que ella define como su “experiencia-experimento”, que comenzó con la lectura de “La casa y los espíritus”, un preludio que relata una historia sobre el juego de la copa y la ouija.

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El inicio del show se hizo esperar. Treinta minutos después de la hora anunciada, como buena estrella de rock de la literatura – definida así por The New York Times – la autora de Los peligros de fumar en la cama salió al escenario con un vestido negro de cuello blanco mientras recibía los cálidos aplausos de un teatro colmado. “Suelo decir que nunca tuve experiencias paranormales, pero no es del todo cierto. Yo miento bastante”, manifestó la escritora en el inicio de lo que ella define como su “experiencia-experimento”,  que comenzó con la lectura de “La casa y los espíritus”, un preludio que relata una historia sobre el juego de la copa y la ouija. “Hola soy Mariana y soy ouijómana”, decía mientras el músico Horacio “Mono” Hurtado le ponía clima sombrío a las lecturas con su contrabajo.

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Enríquez luego continuó con “Un lugar soleado para gente sombría”, relato que fue publicado en la tapa del suplemento Radar del diario Página/12 en el año 2010, donde relata altercados, robos y excesos de la banda británica The Rolling Stones durante su estadía en Francia, y finaliza afirmando que el mejor disco de Jagger y compañía fue Exile on Main Street.

La autora de «Bajar es lo peor» se fue por primera vez del escenario mientras sonaba la melodía de Paint in Black interpretada por el saxofonista Pablo Ledesma, anunciando que volvería en unos minutos después de cambiarse el vestuario. En ese tiempo, el artista Alejandro Bustos comenzó a proyectar la primera serie de Fan Art (dibujos y collages que le envían por las redes sociales, que hacen referencia a personajes de sus cuentos y novelas).


Mariana Enríquez en No traigan flores. Foto de Leandro Teysseire



De nuevo en el escenario con un atuendo gris, Enríquez pasó del sillón donde estaba sentada a una mecedora, donde leyó “Escenas de la niña oscura”, relatos sobre su infancia en la zona sur de Buenos Aires. “Es una mitología sobre Lanús, el barrio donde nací, mezclada con cosas reales”, dijo. La narración condujo al público por un cementerio de heladeras originado por el cierre de una fábrica donde un nene es hallado muerto, un perro que le quita el labio de una mordida a una señora y por la profanación de una tumba donde yace un bebé a quien le extirparon el cerebro, los genitales y los dientes. Todo relatado al compás de los paisajes musicales de los músicos Hurtado y Ledesma y acompañado por los dibujos de arena en vivo del artista visual Alejandro Bustos. 

De nuevo en el escenario con un atuendo gris, Enríquez pasó del sillón donde estaba sentada a una mecedora, donde leyó “Escenas de la niña oscura”, relatos sobre su infancia en la zona sur de Buenos Aires. “Es una mitología sobre Lanús, el barrio donde nací, mezclada con cosas reales”, dijo.

Con La hora del vampiro, de Stephen King, traducido por César Aira, Enríquez pasó a leer el único texto en toda la noche que no es de su autoría. «Es una de mis influencias más importantes”, afirmó. Le siguió “La canción de la torre más alta”, título que tomó de un poema de Arthur Rimbaud, el texto más autobiográfico de la noche. “A mí, lo personal no me vuelve loca. Sí leerlo, cuando está bien escrito, pero escribir sobre mí me cuesta bastante”, confesó la escritora mientras leyó una crónica en la que narra algunos días que pasó en París junto a un joven, mezcla de Rimbaud y Guillaume Depardieu.

Después llegó el turno de “Límite”, un texto que escribió para el Festival Filba, que transcurre en un boliche de la Av. Córdoba en el año 2001, donde la cocaína y la noche son el tema principal. “Tenemos que aprender a hablar de las adicciones, de las enfermedades mentales (que tuve, tengo y tendré) para que no todo sea un secreto horrible», dijo la autora. «Tenemos que aprender a decir «dejé», aprender a decir «recaí», y que esto no nos impida tener un trabajo, que entre de una vez en la conversación como lo que es: un problema de la vida cotidiana”, agregó.

Como en todo recital los mejores temas vienen al final, y después de un tercer y último cambio de vestuario, la reina del terror argentino se guardó la lectura del cuento “El destierro de Angelita” y un fragmento de Nuestra parte de noche, que obtuvo la ovación del público. Incluso tuvo tiempo para un “bis” inédito titulado “Mis muertos tristes”, cuento que fue publicado en The New Yorker, incluido dentro de un libro que está en proceso de corrección. Pasadas las once y media de la noche, después de tres horas de lecturas, humor y terror, la gente se fue vitoreando, satisfecha de haber asistido a un recital literario que se desenvolvió en un verdadero espectáculo. 


No traigan flores tiene nueva función, esta vez será el 17 de mayo en la Sala de las Américas, del pabellón argentino de la Universidad Nacional de Córdoba.


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