El terror fue siempre feminista

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El género violento, cargado de sangre, asesinatos y tripas fue históricamente siempre de las mujeres. En los comienzos, Hollywood se dedicaba a usar a las actrices como meros objetos del deseo: componentes eróticos reducidos al papel de víctima. Pero la presencia constante de las figuras femeninas en estos filmes hizo que sus papeles evolucionaran para convertirse, poco a poco, en los más heroicos de la industria. Ejemplos de cine de terror feminista.



Dentro del cine de terror, las heroínas tardaron en ser, verdaderamente, heroínas. Primero debieron abrirse un lugar, a la fuerza y a costa de una fama construida sobre belleza. Consiguieron un espacio que ningún hombre de la industria quería tener: el de las doncellas en apuros, las débiles en problemas, las eternas víctimas. Todas bellezas despampanantes, dignas de primerísimos planos utilizados (a veces, en exceso) por los directores, como lo demuestra la secuencia del auto en Psicosis, en la que solo se aprecia el rostro enturbiado de Marion Crane (Janet Leigh).

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Parece ser que su presencia y los personajes a los cuales representaban estas divas aportaban tan solo aquél componente sexual, semi (o muy) erótico, que luego se volvería recurrente en todo el cine de terror. Pero aun así, casi sin quererlo, casi incluso buscando crear objetos sexuales en vez de personajes, las mujeres se convirtieron en dueñas del género. Sí, el recordado protagonista de la ya mencionada Psicosis es Norman Bates (Anthony Perkins), quizás uno de los villanos mejor creados del cine, pero en esta disputa de protagonismos, “Norman Bates vs. Marion Crane”, existe una lucha de poder, probablemente inconsciente para el momento del estreno. Porque en Psicosis, a pesar de que Marion es asesinada en mitad del filme en la famosísima escena de la ducha, es ella la provocadora, quien lleva a Norman hasta su punto límite. De alguna forma, es ella la más poderosa.

Parece ser que su presencia y los personajes a los cuales representaban estas divas aportaban tan solo aquél componente sexual, semi (o muy) erótico, que luego se volvería recurrente en todo el cine de terror. Pero aun así, casi sin quererlo, casi incluso buscando crear objetos sexuales en vez de personajes, las mujeres se convirtieron en dueñas del género

Se sabe que el personaje de Marion Crane estaba, tan solo, para poner una entidad sensual que desatara la locura reprimida del joven dueño del hotel. Él, tímido, flaco y ensimismado ante la presencia de la blonda diva de los 60 solo podía rendirse a sus pies. Claro que, para Hitchcock (quien no tenía fama de los mejores tratos hacia sus actrices) rendirse equivale a dar rienda suelta a la psicosis y matar a la mujer provocadora de erotismo.

Ella, absoluta protagonista para la línea narrativa de la primera mitad de la película, es la bisagra que permite el desarrollo, el eslabón que hace que aquel joven confundido se vuelva el villano icónico. Una protagonista inusual, una doncella en apuros que nunca fue rescatada, una presencia sexy en medio del terror, eso era Marion Crane sí, pero también fue el personaje clave para desarrollar todo lo que es recordado sobre Psicosis. Hitchcock no lo supo, pero inició un legado (que él mismo también siguió con Los Pájaros), de mujeres icónicas en el cine.

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cine de terror feminista

Psicosis (1960), ¿una película pionera e involuntaria del cine de terror feminista?


En 1968, ocho años después del estreno de Psicosis, Polanski crea Rosemary´s Baby. De nuevo otro director conocido, además de por su filmografía, por su destrato e incluso abuso hacia las mujeres. Su obsesión y maltrato, su necesidad de mostrar al cuerpo femenino como centro de tortura y a las mujeres como meros objetos sexuales hizo que ambos directores crearan a las protagonistas más reconocidas de este género. Sin quererlo, o queriendo lo contrario, su machismo excesivo se les dio vuelta, y nacieron estrellas.

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Para Polanski, la elegida fue Mia Farrow. Otra diva con expresión eterna y cara digna de los reflectores, esta vez representando a la propia semilla del mal, el castigo satánico sobre ese cuerpo deseable y el embarazo sostenido que carga dentro al hijo del diablo. Todo eso tuvo que ser ella en la pantalla al trabajar con un director reconocido. Casi como una condición, una consecuencia de ser actriz en ese mundo de hombres: para ser protagonista había que ser víctima y débil…pero protagonista al fin. Algo se instala entonces en la industria cinematográfica: el terror sería (sin saberlo aún) un género feminista.

Su obsesión y maltrato, su necesidad de mostrar al cuerpo femenino como centro de tortura y a las mujeres como meros objetos sexuales hizo que ambos directores crearan a las protagonistas más reconocidas de este género. Sin quererlo, o queriendo lo contrario, su machismo excesivo se les dio vuelta, y nacieron estrellas.

El gran heredero del miedo, John Carpenter, estrena en 1978 no solo su éxito Halloween, sino también a la icónica Jamie Lee Curtis. Ahora sí, el cine asume lo imposible para el Hitchcock de Psicosis: la mujer a la cabeza, hermosa (y ahora, además, inteligente), va a ser no solo el personaje principal sino también quien luche cuerpo a cuerpo con el asesino y lo derrote. La pelea entre Michael Myers, asesino serial que vuelve a su pueblo en los suburbios, contra Laurie Strod (Lee Curtis), la chica nerd que deshace todos los clichés impuestos de bellezas ingenuas, fue una lucha de iniciación en el verdadero terror feminista.

De nuevo, además de la trama de Halloween, que dio paso a siete secuelas, la llegada de Jamie Lee Curtis a la industria es, quizás, la gran apuesta de Carpenter y de lo más recordado del film: otra diva, ya no tan débil ni tan víctima, se convierte en heroína. Al año siguiente (1979), para redoblar la apuesta y subirle el volumen a un feminismo ya explícito, Ridley Scott mata a todos los hombres de su película, dejando como única sobreviviente, guerrera y sexy sin ningún tipo de glamour, a Sigourney Weaver. Alien fue un hito del cine, un hito del terror y, sin duda, un hito feminista. Zapatillas, pantalones cargo, musculosas básicas, cara lavada, rulos despeinados y mucho sudor fueron lo que trajo el personaje de Ripley (Weaver), astronauta y pasajera de la nave invadida por un monstruo.

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cine de terror feminista

Alien (1979) y la reafirmación del cine de terror feminista


La figura del nuevo erotismo, que se alejaba del componente angelical y delicado de las rubias de los 60, trae luchadoras rudas e incansables. Una vez establecido el camino, las creaciones más reconocidas del género siguieron estos pasos y terminaron de instaurar a las figuras femeninas, y también feministas, en el cine de terror.

Entre las grandes herederas de las últimas décadas se encuentra la detective Clarice Starling, de Silence of the lambs: porque solo Jodie Foster tuvo la valentía de aliarse con Hannibal Lecter para resolver un crimen. Otra protagonista, convertida en reina de una secta satánica, fue Florence Pugh en Midsommar, quien también se convierte, tras este gran papel, en reina de la industria y en la nueva cara, diva, blonda y hegemónica, del terror más violento. 

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