Roar: ¿qué ficciones construir después del estallido de los feminismos?

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Roar, la nueva ficción de la plataforma de Apple TV+ producida por Nicole Kidman, se presenta como uno de los estrenos feministas del mes. Sus ocho episodios son protagonizados por mujeres que, a través de analogías que la insertan en el género fantástico, se enfrentan a violencias, mandatos y miedos propios de las relaciones de poder machistas ya tematizadas en múltiples productos audiovisuales. ¿Es el estilo suficiente como para ofrecer algo distinto? 



Culpa, frustraciones, miedos, violencias y desigualdades que son vistas de cerca en los ocho episodios que conforman Roar, un estreno de la plataforma Apple TV+ producida por Nicole Kidman y basada en el libro homónimo de la escritora irlandesa Cecelia Ahern. Igual que estos cuentos, cada emisión ofrece una historia diferente, recorriendo temas que ya hace tiempo se busca visibilizar en las ficciones respecto a roles de género socialmente establecidos. Sus protagonistas atraviesan situaciones que las llevan a cuestionarse y, en muchos casos, a romper con modelos que ellas mismas interiorizaron, mediante puntos de quiebre que no necesariamente toman la forma de golpes sorpresivos o imprevisibles, pero que pueden sintetizarse en ese “rugido” al que hace alusión el título de la serie.

Deconstruir en las ficciones las violencias y los mandatos que surgen a partir de los mismos no es algo nuevo, por eso es válida la pregunta: ¿cómo mostrar algo diferente? ¿Qué clase de producciones podrían explorarse luego de los estallidos que visibilizaron las opresiones? ¿Qué viene después del temblor?

Los ejes principales de estos relatos no varían de aquellos productos que se han propuesto acompañar el cambio de época movilizado por los feminismos. Vínculos románticos, maternidad, vejez y éxito profesional son algunos de los conflictos de las tramas. Deconstruir en las ficciones las violencias y los mandatos que surgen a partir de los mismos no es algo nuevo, por eso es válida la pregunta: ¿cómo mostrar algo diferente? ¿Qué clase de producciones podrían explorarse luego de los estallidos que visibilizaron las opresiones? ¿Qué viene después del temblor? Roar hace un intento por mostrar un enfoque diferente y es eso mismo lo que coloca a la narrativa en una posición un tanto ambigua: lo que la vuelve innovadora respecto al estilo es lo que por momentos le quita profundidad al contenido.

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Roar// The Woman Who Was Fed by a Duck



Cada episodio se desarrolla en función de una analogía que le da un tono especial a toda la serie y la hace balancearse entre el humor negro y lo bizarro, propios de una sátira, y la crudeza de una realidad violenta. Una mujer con un importante puesto corporativo vuelve a trabajar después de tener a su bebé y la culpa y las presiones laborales la carcomen por dentro, tanto que empieza a notar marcas de mordidas en su piel. Otra en pleno ascenso profesional nota que su voz no tiene peso – especialmente entre grupos de varones que deciden sobre su futuro – y comienza a volverse literalmente invisible. También está la mujer recién casada con un millonario que parece estar viviendo un sueño hasta que él le construye un estante para exhibirla como un trofeo; la que empieza a salir con un pato parlante que resulta ser agresivo y manipulador; y la que resuelve su propio asesinato ante policías egocéntricos que la revictimizan.

En todos los casos el límite entre lo real y lo fantástico es permeable, no hay aviso previo, lo extraño puede irrumpir en cualquier momento, tanto para espectadores como para protagonistas, que en algunos casos resultan sorprendidas, pero solo por un momento.

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En todos los casos el límite entre lo real y lo fantástico es permeable, no hay aviso previo, lo extraño puede irrumpir en cualquier momento, tanto para espectadores como para protagonistas, que en algunos casos resultan sorprendidas, pero solo por un momento. Eso es también lo que le da un carácter particular a la serie, lo verosímil se define sobre la marcha, las cartas de lo que es posible y lo que no se van jugando a medida que avanza cada episodio, incluso para los propios personajes. En su conjunto cada relato funciona como las partes de una foto de lo que es naturalizado por la sociedad sobre la base de miedo, deseo, discriminación y violencia, pero las analogías, si bien diferentes a lo que se suele ver, se quedan por momentos a mitad de camino.

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Es cierto que Roar tiene un estilo único respecto a la forma de presentar temas ya ficcionalizados en los últimos años a partir del giro necesario que tomaron muchas producciones, pero también que su contenido no logra el mismo impacto que hubiera tenido en otro momento como para ser destacada entre las series feministas, algo que empieza a perfilarse en la crítica. Por supuesto que nunca está de más la visibilización de conflictos que continúan reproduciéndose a pesar de estar en agenda,  pero en un contexto en el que demandas de hace siglos ya alcanzaron una masividad nunca antes vista a nivel internacional, cabe preguntarse: ¿cómo construir ficciones a la altura de este cambio de época? ¿Qué hacer luego de que se pusieron todas las cartas en la mesa?


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