Entrevista a Mariana Enríquez: «Los escritores más famosos del mundo son mujeres»

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«La prepotencia de trabajo suele derrumbar construcciones artificiales, como la que afirma que hay predominancia de hombres», señala Mariana Enríquez, una de las autoras más prolíficas y destacadas de la literatura nacional. Sobre su último libro, Éste era el mar (Random House, 2017), destaca que se trata de un libro fantástico «más separado de las referencias cotidianas, más desatado a la imaginación». La decisión de encarar un género tan singular como el horror en la literatura, la problemática de la lucha de género dentro del ambiente literario y más, en la siguiente entrevista.


Sobre la autora

enriquezpMariana Enríquez nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973. Se licenció en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata. Como periodista ha colaborado en Radar del diario Página/12 y las revistas TXT, La Mano, La Mujer de mi Vida y El Guardián. También participó en radio, en el programa Gente de a pie, de Radio Nacional. Publicó su primera novela, Bajar es lo peor, a los 21 años. Le siguieron Cómo desaparecer completamente en 2004 y Chicos que vuelven en 2011, y el libro de relatos Los peligros de fumar en la cama en 2009, entre otros. Su último libro, Las cosas que perdimos en el fuego, está siendo traducido a 18 idiomas y recibió el premio Ciutat de Barcelona.


Narrar lo desconocido, explorar algo tan cercano como extraño como es el terror y no quedarse dentro de los límites confortables del realismo son algunos de los rasgos que hacen que la obra de Mariana Enríquez cobre cada vez más relevancia dentro de la literatura nacional. Con el horror , lo fantástico y lo macabro puesto en un lugar central de sus historias, la escritora y periodista logró crear su propio universo.

En ese sentido, el último libro de Enríquez, Éste es el mar (Random House, 2017), plantea una historia singular en el que el rock, el fanatismo y seres fantásticos se mezclan a lo largo de todo el relato, en una suerte de compleja relación entre fantasía y realidad que hace acordar a algunos clásicos de la literatura juvenil. Al respecto, Enríquez señala: «no me interesa escapar de los juvenil pero es un juvenil vintage: es para los jóvenes de hace veinte años». Además, destaca que dentro de ese género no es necesario utilizar un lenguaje absolutamente llano, ya que los jóvenes son capaces de leer textos «complejos y bellos». Ahora bien, una pregunta queda abierta: ¿cómo introducir el terror en una historia?

este es el mar— Éste es el mar cuenta una historia fantástica poco común dentro de la literatura argentina, sobre todo teniendo en cuento los libros de mayor circulación. ¿Cómo nació en vos el interés de encarar esta breve novela?
— La escribí en paralelo a los cuentos de Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego, que son cuentos anclados en el realismo donde irrumpe lo sobrenatural o el horror. Son cuentos anfibios, digamos. Pero a mí me encanta también el fantástico más separado de las referencias cotidianos, más desatado a la imaginación. Así que la escribí como una especie de alivio y también como otra posibilidad, porque los cuentos del estilo de los libros mencionados no son lo único que me gusta o me interesa.

— Si bien por la aparición de seres fantásticos, así como también la centralidad que estrellas de rock y sus fans tienen en el relato, puede asemejarse a un libro de ficción juvenil, el uso del lenguaje escapa rápidamente a ese género. ¿Fue una intención a propósito o nunca te interesó escapar a esa etiqueta de historia juvenil con este libro?
— No me interesa escapar de los juvenil pero es un juvenil vintage: es para los jóvenes de hace veinte años, creo. También creo que el tema del lenguaje tan plano en la ficción juvenil es un problema: entiendo que pueda buscarse la sencillez pero no me parece necesario. Los jóvenes son capaces de leer textos complejos y bellos.

Las chicas especialmente son injustamente maltratadas porque se las considera superficiales, hormonales, todas críticas bastante misóginas que en muchos casos salieron del periodismo de rock, tradicionalmente escrito por varones

— En relación con la pregunta anterior, hay momentos del libro con un fuerte contenido poético. ¿Cómo es tu relación con la poesía? ¿Forma parte de tus lecturas?
— Mucho. No escribo ni creo que escribiré poesía pero es una de mis principales influencias. Rimbaud, Yeats, Eliot, Watanabe, Cisneros, Anne Sexton, Stevie Smith, Warsan Shire, Frank O’Hara, Louise Glück, Edna St. Vincent Millay… son todos mis influencias. Y muchos más también contemporáneos como los argentinos Mariano Blatt o Elena Anníbali, por nombrar solamente dos.

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Foto: Guille Llamos


— ¿Qué comentarios, tanto de la crítica como de lectores, te llegaron por Éste es el mar?
— No muchos por ahora. Que es distinto y parecido a lo que hago. Que se parece más a mis obsesiones periodísticas, cosa que es cierta, hace años que cubro periodismo cultural y en ese terreno suelo escribir sobre mis fetiches.

— Julio Cortázar siempre decía que lo fantástico, para él, no podía distinguirse de lo que la mayoría de las personas encontraba como «lo normal». En tu obra sucede algo similar, donde lo fantástico muchas veces fluye en situaciones cotidianas. ¿De qué manera trabajás ese diálogo?
— Leo literatura fantástica desde siempre y la verdad es que no lo trabajo mucho: para mí es muy natural, está en mis lecturas. El fantástico, salvo en casos muy particulares, especialmente en creaciones de mundos, en el fantasy y en cierta ciencia ficción, en general dialoga con lo cotidiano. Lo hace Cortázar, Felisberto Hernández, Neil Gaiman, M. John Harrison, Robert Aickman, Ray Bradbury, JG Ballard, Stephen King, casi todos los escritores que me gustan. Es cierto que yo acentúo las cuestiones políticas y sociales en los cuentos un poco más, pero creo que es un signo de los tiempos y está muy relacionado con mi propia vida cotidiana.

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Leo literatura fantástica desde siempre y la verdad es que no lo trabajo mucho: para mi es muy natural, está en mis lecturas. El fantástico, salvo en casos muy particulares, especialmente en creaciones de mundos, en el fantasy y en cierta ciencia ficción, en general dialoga con lo cotidiano.

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— Éste es el mar, a pesar de estar narrada dentro de un plano fantástico, también puede ser leído como una suerte de presente distópico, con críticas veladas al star system del rock, los fanatismos desmedidos y la hiperconectividad en la que vivimos. ¿Fue una intención desde el comienzo o forma parte de las múltiples lecturas que un texto puede tener?
— Es una de las múltiples lecturas, pero no hay una intención al menos buscada en ese sentido. Y con las fans al contrario: es un universo que me fascina, que me parece ha contribuido al fenómeno del rock para construirlo tanto como los músicos y me parece que, las chicas especialmente, son injustamente maltratadas porque se las considera superficiales, hormonales, todas críticas bastante misóginas que en muchos casos salieron del periodismo de rock, tradicionalmente escrito por varones, que solían negar la dimensión erótica del fenómeno. Además, creo que es un libro que siente nostalgia por el rock, que ya no es LA cultura juvenil, es una más entre muchas que tienen incluso más relevancia.

— Tanto en Argentina, como en el resto del continente, se viven momentos muy intensos en lo que a la lucha por la igualdad de género se refiere. En ese sentido, el ambiente literario -como la gran mayoría- tuvo predominancia de hombres y siempre a la hora de hacer reseñas, antologías o charlas, hay un desequilibrio. ¿Cómo ves ese aspecto en la actualidad?
— Creo que hay una gran cantidad de mujeres escribiendo, y muy bien, y muchas son muy exitosas. Creo que el desequilirio pasa más por quiénes son los que arman las charlas y las antologías que por lo que pasa en la realidad. Se va a equilibrar sola la cuestión. La prepotencia de trabajo suele derrumbar construcciones artificiales, como la que afirma que hay predominancia de hombres. No la hay, es un efecto discursivo de tanto repetirlo. Los escritores más famosos del mundo son mujeres: Elena Ferrante, JK Rowling, Suzanne Collins.

La prepotencia de trabajo suele derrumbar construcciones artificiales, como la que afirma que hay predominancia de hombres. No la hay, es un efecto discursivo de tanto repetirlo. Los escritores más famosos del mundo son mujeres: Elena Ferrante, JK Rowling, Suzanne Collins.

— En ese mismo sentido, la literatura escrita por mujeres siempre suele estar asociada al lugar común de «la mirada femenina». En una entrevista anterior con Alejandra Zina, me comentó que, charlando con vos, ella pensó que al escribir historias de terror, con presencia de imágenes macabras y oscuras, podías escapar a ese comentario, pero que no era así. ¿Cómo convivís con ese estereotipo que se le implanta a la literatura hecha por autoras mujeres?
— No convivo. Me malhumora y me irrita. No creo que exista un ente que pueda ser llamado mirada femenina. Además tradicionalmente las mujeres escribieron horror y gótico: Mary Shelley, Alejandra Pizarnik, Daphne Du Maurier, Flannery O’ Conjor, Shirley Jackson, Emily Brönte… Y Emily Brönte, por ejemplo, escribió a uno de los «héroes» hombres más importantes de la literatura, Heathcliff. Me parece además una especie de insulto a la imaginación. ¿Acaso los hombres no tienen una mirada femenina? ¿Cómo hacen para escribir mujeres, si no? Es como si fuera exclusivo de un sexo. Un escritor, hombre o mujer, puede escribir sobre cualquier cosa y desde cualquier mirada.

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— Por último, a la hora de escribir, ¿tenés algún tipo de procedimiento o rutina? ¿Qué consejo le podrías dar a alguien que está dando sus primeros pasos en la literatura?
— No. Trabajo como periodista y docente así que escribo cuando encuentro el tiempo, en general de mañana. El único consejo para el que quiere empezar a escribir en mi opinión es que lea. Que lea mucho y todo el tiempo y sin prejuicios.


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