Lo que aprendí de Messi: un genio en contra de su época

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Por lo general, recordamos a las personas trascendentes por ser un fiel reflejo o un exponente de su generación. Pero, en el caso de Lionel Messi, se da todo lo contrario: un fuera de serie en el fútbol, el deporte más popular del mundo, que decide tomar siempre el camino contrario al que su época le demanda. 



Hoy, que prácticamente nadie pudo evitar pensar en él en todo momento, e incluso antes de saber el resultado de la final, me tomo el tiempo de repasar todo lo que me enseñó Messi de manera involuntaria, sin autoritarismo, que es al fin de cuentas el mejor camino que tienen las ideas para ser transmitidas. Quiero dar las gracias incluso antes de que pase lo que tenga que pasar. 

1- En su primer gol oficial, le cobraron un offside que no era. Había definido de manera magistral. Lejos de frustrarse, minutos después vuelve a intentarlo de la misma forma, sin cambiar nada. La época le dictaba asegurarse el gol, su genio que siguiera su instinto. Confió en lo segundo.

2 – En su primer título del mundo, con la Sub 20, comenzó jugando en el banco de suplentes para después ser la gran figura del torneo. La época le dictaba frustrarse, pero él regaló una enseñanza que iba a ganar peso con el tiempo: no se empieza en la cima, se llega ahí. 

3- En 2006, su primer Mundial con la Selección mayor, ve el partido decisivo desde el banco de suplentes. Nadie entiende cómo no entró ni siquiera unos minutos. La época le dictaba realizar declaraciones explosivas, ocupar el prime time de los programas deportivos. En el máximo silencio, empezó el camino a ser el jugador más importante de las últimas dos décadas. 

4 – Desde el 2007 que las comparaciones con Maradona sobrevuelan sobre él. En 2010 enfrentan el Mundial juntos: Messi como jugador, Diego como DT. El resultado no es el esperado. La época le dictaba romper toda relación posible, pero él siguió su camino silencioso, sabiendo que la mochila de la exigencia se hacía cada vez más pesada. Las críticas empiezan a hacerse frecuentes y Messi retoma una enseñanza de Don Juan en los libros de Carlos Castaneda: “No tienes que hacer nada para caer bien o mal. O te acepta o te tira de lado“.

5 – En 2011, la Selección juega la Copa América en Argentina y pierde de manera adelantada en cuartos de final con Uruguay. La palabra fracaso empieza a rondar por el aire. La época le dictaba irse, pero Messi planta la semilla de algo más importante: mejor que enseñar a ganar, es enseñar a perder. Todas las estadísticas demuestran que la derrota tiene mejor frecuencia que la victoria. 

6 – En 2014, la Selección juega el Mundial en Brasil. El morbo de ser campeón en ese contexto de visitante gana en intensidad y en ansiedad. Llegar a la final ayuda a la ilusión y a la decepción por partes iguales: una derrota duele doble. Una foto capta el momento justo en el que Messi mira la Copa del Mundo a centímetros de él, después de perder con Alemania. La época le dictaba acostarse en la cálida cama de la angustia, pero él enseñó a correr el riesgo de seguir buscando la felicidad. 



7 – Un año después, la Selección llega a la final de la Copa América en Chile: dominadora de todos los partidos, no puede vencer al equipo local en la final y pierde por penales. Dos finales perdidas consecutivas despiertan indignación. La época demanda sumirse en el caos de emociones desordenadas: ira, pesimismo, desazón. Messi enseña que hay un camino y que, por ser el único, cuenta con el asfalto en malas condiciones: la perseverancia. 

8 – 2016: otras final de Copa América. La tercera consecutiva de este grupo de jugadores, la cuarta si se cuenta la del 2007. Otra vez Chile, otra vez derrota por penales a pesar de ser superiores durante el partido. Por primera y única vez, Messi cumple lo que dicta la época exitista y se rinde: abandona la Selección. Sin embargo, con el tiempo, puede verse que todo parece ser una gran estrategia y enseña que hay vida después de tomar una decisión apresurada, que se puede retomar la senda del intento a pesar de una equivocación. 

9 – Otro Mundial se presenta, pero el clima entre el equipo y la hinchada está roto. El armado del equipo, la clasificación al torneo, el pasar de distintos entrenadores, todo llevaba a la derrota. Y así fue. La época le dictaba despegarse de ese resultado, repartir culpas, quedarse en la comodidad del póster y dejar de rifar prestigio. Pero Messi ya había entendido, desde su vuelta a la Selección, que el camino de la perseverancia no tiene vuelta atrás. 

10 – Al año siguiente de esa desilusión, Argentina juega la Copa América en Brasil y pierde contra los locales en una semifinal polémica, en donde los fallos arbitrales estuvieron en contra de la Selección. La época le dictaba aceptar en silencio su condición de perdedor en estos partidos importantes, sucumbir ante la ironía de memes y críticas en Internet. Messi enseñó que existen momentos donde la rebelión es la llave y toma un rol mucho más activo en el equipo: gracias a la entidad que le da el no haber seguido a la época en su momento, ahora puede decir todo lo que piensa.




11- 2021: la Copa América, debido al Covid-19, vuelve a jugarse en Brasil. La Selección llega con un juego no muy vistoso y la ilusión no era la más grande. La época dictaba no preocuparse demasiado y transitar el torneo de manera elegante. Messi se prepara, en cambio, para su gran lección: contra la ansiedad del siglo XXI, demuestra que el camino lento y tropezado también llega al éxito. 

12 – En medio de la euforia, Argentina llega a una nueva final de la Copa del Mundo. Más allá del resultado, que vamos a conocer en un par de horas, la época nos dicta entregarnos a la ansiedad y preocuparnos solo por la victoria final. Sin embargo, es otro clima el que nos envuelve: la alegría por el camino transitado, la confianza en haber hecho bien las cosas, un entusiasmo compartido. Sin importar como salga el partido, Messi ya nos regaló lo más importante: nuestra libertad ante la presión resultadista de nuestra generación.

 


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