Un viaje al diario | Cortázar, Buenos Aires y la cruz del sur

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La Cruz del Sur, esa constelación que sirvió para pensar una identidad, es en realidad una cruz en el sentido bíblico: una carga que no se puede dejar atrás. Sin embargo, lejos de cualquier sentido religioso, cuando miro el cielo catalán, lo primero que busco es ese grupo de estrellas. Los pies en un lugar, la cabeza en otro. En definitiva, un resumen de mi existencia desde que tengo recuerdo: la nostalgia me hace flexible y contorsionista.



“Yo soy de la cruz del sur/ soy el que cierra y el que apaga la luz/ yo soy de la cruz del sur/ aquí y en everywhere”. A medida que más me instalo en una ciudad como Barcelona, más crece el sentimiento de pertenencia con Buenos Aires y esa canción de Charly García se hace más potente y recurrente. Ayer, 12 de febrero, se cumplieron 40 años de la muerte de Julio Cortázar y pienso que, de alguna manera, su figura puede ayudarme con esto que me pasa ahora.

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En uno de sus poemas, convertido después en tango por Juan Cedrón, Cortázar saca a relucir toda la nostalgia que produce la distancia del lugar de nacimiento: “Vos ves la Cruz del Sur,/ respirás el verano con su olor a duraznos,/ y caminás de noche/ mi pequeño fantasma silencioso/ por ese Buenos Aires,/ por ese siempre mismo Buenos Aires”. De hecho hoy mismo, andando por playa de la Barceloneta, pude ver mi reflejo en el Río de la Plata, escuchando los aviones que salen de Aeroparque y los autos que se alejan después de despedir a alguien en el aeropuerto. 

La Cruz del Sur, esa constelación que sirvió para pensar una identidad, es en realidad una cruz en el sentido bíblico: una carga que no se puede dejar atrás. Sin embargo, lejos de cualquier connotación religiosa, cuando miro el cielo catalán, lo primero que busco es ese grupo de estrellas.

La Cruz del Sur, esa constelación que sirvió para pensar una identidad, es en realidad una cruz en el sentido bíblico: una carga que no se puede dejar atrás. Sin embargo, lejos de cualquier connotación religiosa, cuando miro el cielo catalán, lo primero que busco es ese grupo de estrellas. Los pies en un lugar, la cabeza en otro. En definitiva, un resumen de mi existencia desde que tengo recuerdo: la nostalgia me hace flexible y contorsionista. 



Vuelvo ahora a Cortázar, como volví tantas veces y voy a seguir volviendo. En una entrevista clásica, él responde: “Las ciudades son como las mujeres, esas ciudades de las que te enamoras y son el amor de tu vida, y no soy excesivamente monógamo porque pienso que se pueden tener muchas ciudades que se aman al mismo tiempo”. Más allá de las décadas de distancia y la forma de manifestar esa sensación, me une al autor de Octaedro la idea de amores paralelos, confluyentes, transversales, simultáneos. Barcelona, ahora, empieza a crear esa energía propia de un nuevo enamoramiento. 

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Pero una cosa no quita la otra, y Buenos Aires se sigue manifestando en recuerdos, igual que las personas que quedaron ahí y los sentimientos que tengo para ellas. La distancia, a veces, parece una barca encallada en un muelle, en donde cada nueva marea produce un bamboleo diferente. Cada vez que evoco la distancia que me une, siento que estoy más cerca o más lejos dependiendo la ocasión. O como escribió el propio Cortázar en un poema de amor clave en su obra: “Claro que sos mi camarada/ porque sos la que dice no, te equivocaste,/ o dice sí, está bien, vayamos./ Y porque en vos se siente que esa palabra es una/ lenta, feliz, necesaria palabra:/ hay cama en camarada,/ y en camarada hay rada,/ tu perfume en mis brazos,/ tu barca anclada al lado de la mía”.

La distancia, a veces, parece una barca encallada en un muelle, en donde cada nueva marea produce un bamboleo diferente. Cada vez que evoco la distancia que me une, siento que estoy más cerca o más lejos dependiendo la ocasión.

Mientras termino de escribir esto pienso en mi yo adolescente, caminando por puestos de libros de usados buscando los que no tenía de Cortázar, aprovechando los cumpleaños para pedir las ediciones más caras en las librerías de cadena. Mientras termino de escribir esto, pienso en lo cercano que pude sentirme a ese autor a pesar de los años que me separaban y de la electricidad que produce la literatura; en ese camino sigo hasta el día de hoy. Mientras termino de escribir esto, cae la noche en Barcelona y es otra oportunidad para buscar en la Cruz del Sur un puente hacia casa, un puente hacia ese yo fantasma que camina por las calles de Buenos Aires.


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