Un homenaje a Louise Glück: el desafío de amar al mundo

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En este capítulo del libro Poemas como mapas (Fera, 2023), la escritora Tamara Grosso propone una mirada para escribir poesía y, al mismo tiempo, cumplir el desafío de amar al mundo para encontrar las imágenes necesarias. A partir del análisis de un poema de la autora estadounidense ganadora del Premio Nobel 2020, fallecida el pasado 13 de octubre, un ejercicio necesario para los tiempos que corren. 

Por Tamara Grosso



“Mañana lluviosa” de Louise Glück: mapa para el equilibrio

Si pienso en poemas que dan claves para escribir, siempre comienzo por este. Es un poema que conocí bastante tarde, el día que la autora ganó el premio Nobel de Literatura. Fue el primero que leí la mañana en que me enteré de la noticia de que ese premio tan polémico lo había ganado una mujer, y además poeta.

Mañana lluviosa** (Louise Glück) 

No amas el mundo.
Si amaras el mundo habría
imágenes en tus poemas. 

John ama el mundo. Tiene
un lema: no juzgues
si no quieres ser juzgado. No 

discutas este punto
con la teoría de que no es posible
amar lo que uno renuncia
a comprender: renunciar 

al discurso no significa
suprimir la percepción. 

Fíjate en John, fuera en el mundo,
corriendo incluso en un día miserable
como hoy. Que
elijas no mojarte se parece a la patética
preferencia del gato por cazar aves muertas: completamente 

consistente con tus dóciles temas espirituales,
el otoño, la pérdida, la oscuridad, etc. 

Todos podemos escribir sobre el sufrimiento
con los ojos cerrados. Deberías mostrarle a la gente
algo más de ti misma; mostrarles tu clandestina
pasión por la carne roja.

** Traducción de Andrés Catalán (Editorial Pretextos), con la que me encontré la mañana en que Louise Glück ganó el Nobel.

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Enseguida me impactó porque resume de una forma que me parece insuperable tres claves para escribir poesía: 1. Nada es más importante que las imágenes. 2. Hay que evitar, lo más que se pueda, los “dóciles temas espirituales” o, en otras palabras, hay que evitar lo que más podamos caer en la tentación de escribir sentimientos como el dolor, la pérdida, el desamor. 3. Hay que animarse a mostrar un poco de lo que ella llama “pasión por la carne roja”: lo incómodo, lo difícil de escribir o de decir.




Entonces, en primer lugar, está su afirmación sobre las imágenes: “No amas el mundo. / Si amaras el mundo habría / imágenes en tus poemas.” 

A la hora de escribir, casi nada es más importante que eso: mostrar. No es solamente una clave de la poesía, sino también de la literatura. Sin ir más lejos se relaciona mucho con el “show, not tell”, mostrar y no contar, un principio sobre el que se fundamenta una gran parte de la narrativa en la actualidad. Lo que proponen estos versos es ofrecer a quien nos lee algo que pueda ver. Y eso se consigue observando, amando el mundo. Estando, quizás, un poco más presentes en el mundo, en contacto con el entorno, y menos adentro de nuestra cabeza. 

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Y si no podemos lograr eso, si no podemos salirnos del mundo de las ideas (de nuestras propias ideas), quizás tengamos que examinarlas de otra manera y preguntarnos si no hay cierto egocentrismo o apego al deseo de tener la razón o de convencer a quienes nos lean de algo. La poesía no debería convencer, para convencer existen otros géneros como el discurso político o el ensayo.

Si no podemos salirnos del mundo de las ideas (de nuestras propias ideas), quizás tengamos que examinarlas de otra manera y preguntarnos si no hay cierto egocentrismo o apego al deseo de tener la razón

La segunda frase clave puede ser hasta un poco agresiva: “Que / elijas no mojarte se parece a la patética / preferencia del gato por cazar aves muertas: completamente / consistente con tus dóciles temas espirituales, / el otoño, la pérdida, la oscuridad, etc.”. 

Sí, todos escribimos sobre esos dóciles temas espirituales. Pero creo que también a todos nos interesa más leer cuando esos temas se dejan de lado. Me parece que Glück no está criticando al resto de los poetas, sino que se habla a sí misma, y si nos hablamos con esa sinceridad sobre nuestros propios textos vamos a escribir algo mucho más valioso. Escribir sobre temas como el dolor o el desamor seguramente nos sea inevitable, sí. 

Pero creo que Glück invita a recordar que casi todo ya está escrito y que es en los detalles y en las particularidades –que hay que escarbar mucho para encontrar y poder sacar a la luz (como si esculpiéramos los poemas y debiéramos golpear y golpear la piedra con un cincel para que la verdadera forma aparezca)– donde podemos encontrar algo nuevo que valga la pena decir.




Por último, el final del poema se convirtió, desde el día en que lo leí, en un mantra que repito en mi cabeza todo el tiempo mientras escribo, y aliento a quien quiera escribir a hacer lo mismo. “Deberías mostrarle a la gente / algo más de ti misma; mostrarles tu clandestina / pasión por la carne roja.” Es decir: ya hablamos de amar el mundo, de mostrarlo en imágenes que el lector pueda identificar y amar. Eso es el 50% de la poesía. Y el otro 50% es esto: revelar cuál es para nosotros esa carne roja, entregar con sinceridad nuestras pasiones clandestinas. 

Me parece que Glück no está criticando al resto de los poetas, sino que se habla a sí misma, y si nos hablamos con esa sinceridad sobre nuestros propios textos vamos a escribir algo mucho más valioso. Escribir sobre temas como el dolor o el desamor seguramente nos sea inevitable, sí. 

Y eso es una invitación, hecha a partir de una metáfora que incluso puede parecernos polémica (¿por qué hablar de la pasión por la carne roja como si eso fuera algo deseable?), a recordar la potencia que tiene atreverse a hablar de lo incómodo. O a decir cosas incómodas. Atreverse a que en nuestros textos puedan colarse imágenes o ideas incorrectas, cuestionables, discutibles. O sencillamente impresionantes. Eso es algo que hacen autoras como Sharon Olds y que requiere salir de la zona segura, pero es, me parece, necesario.

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