Cristina Peri Rossi y la falta como lo único esencial

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Después de largas décadas se hizo justicia y ahora se puede conseguir gran parte de la obra poética de la autora uruguaya gracias a la reciente edición de Detente, instante, eres tan bello (Caballo Negro Editora, 2021). A partir de obsesiones como el amor, la distancia, la identidad y la propia escritura, este libro muestra porqué Cristina Peri Rossi es una de las autoras fundamentales para entender la literatura de esta región.



Hay libros que se esperan como a las buenas noticias o como a un gesto que sorprende pero en el fondo se deseaba. Detente, instante, eres tan bello (Caballo Negro Editora, 2021), de Cristina Peri Rossi,  es un ejemplo cabal de eso, llenando el vacío que existía en las librerías a la hora de buscar su obra poética, la misma que inspiró a autoras y autores de toda una región para encontrar la voz precisa con la que registrar el desorden de la vida cotidiana.

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Porque si hay algo que hace la poesía en particular -y la literatura en general- es dar cuenta del movimiento constante e impredecible a pesar de que desde distintos sectores se pretenda, por el contrario, que dé un registro acabado del mundo, lo ordene y, por lo tanto, lo clausure. Joan Didion afirma en el emotivo documental El centro cede, el cual recorre su vida y obra, que para escribir “tenía que aceptar el desorden”. En ese sentido, la autora estadounidense del célebre libro El año del pensamiento mágico, expresa: “Me paralizaba la convicción de que escribir era un acto irrelevante, de que el mundo tal y como lo conocía ya no existía”. 

La uruguaya nacida en 1941 y que vive en España desde 1972 sabe que en el fondo siempre va a estar habitando la falta como un motor clave: “Los que sabemos que la falta/ es lo único esencial/ merodeamos las calles nocturnas/ de la ciudad/ sin buscar/ ni un polvo/ ni una diosa/ ni un Dios/ Sacamos a pasear la falta como quien pasea un perro”

En la misma línea, la poesía de Peri Rossi se mueve con habilidad entre algunos temas recurrentes, buscando siempre un nuevo enfoque para descubrir el mínimo detalle que justifique la existencia de un poema ahí donde antes no había nada. Sin embargo, la uruguaya nacida en 1941 y que vive en España desde 1972 sabe que en el fondo siempre va a estar habitando la falta como un motor clave: “Los que sabemos que la falta/ es lo único esencial/ merodeamos las calles nocturnas/ de la ciudad/ sin buscar/ ni un polvo/ ni una diosa/ ni un Dios/ Sacamos a pasear la falta como quien pasea un perro”

En ese poema publicado en 1997 y recopilado en la edición de Caballo Negro, Peri Rossi empieza a hacer un balance de lo que fueron y son sus obsesiones literarias: el exilio, la distancia entre dos cuerpos, la identidad sexual y política, la lucha contra un orden establecido que directa o indirectamente se mete de lleno en la vida diaria de quien escribe. Pero al igual que Héctor Viel Temperley se centraba en la otredad para escribir su respuesta en forma de versos corporales y con trasfondo religioso, la autora uruguaya logra una mirada filosa y combatiente para detectar aquella falla en el sistema en donde todavía puede colarse un poco de humanidad. O como ella misma escribe: “haced de la angustia/ un color”.  

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Cristina Peri Rossi

«Detente, instante, eres tan bello» (Caballo Negro Editora, 2021), de Cristina Peri Rossi


Desde su primer libro publicado en 1971 en Uruguay, meses antes de su exilio definitivo por las dictaduras cívico-militares de la región, hasta Las replicantes, su último título que data de 2016, se ve el surgimiento y fortalecimiento de una voz que retoma gran parte de la tradición poética de la región y la actualiza, para luego ser pilar fundamental de lo que se podría pensar como poesía del siglo XXI: versos libres, imágenes urbanas e incómodas, la apuesta por encontrar en lo cotidiano una puerta a otra capa del sentido que provoque el efecto estético de un poema. Para eso, Peri Rossi se va a desplazar con soltura entre los versos breves y los extensos, consciente de escuchar con calma lo que cada poema pide. Ya lo escribió ella misma en 1979: “Todo poeta sabe que se encuentra al final/ de una tradición/ y no al comienzo/ por lo cual cada palabra que usa/ revierte, como las aguas de un océano inacabable, a mareas anteriores”. 

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Leer este libro en 2021, año en el que se cursa una pandemia que limitó el movimiento y acercamiento de los cuerpos, también es un recordatorio necesario frente al horror: las estrategias del deseo siempre terminan imponiéndose ante la adversidad. El amor, el sexo, la combinación de ambos como una manera de “sentir que la vida puede ser bella/ a veces/ como una pausa/ como una tregua que la muerte/ le concede al goce. En el medio, Peri Rossi es consciente de que el mundo tiende hacia la despersonalización, a Playstations con partidas infinitas, a hijos que se desean con cariño hasta llegar a la certeza de que “no me gustaría que al llegar la pubertad/ un fascista de mierda le pegara un tiro”. 

El amor como un roce que erosiona, lastima, construye y destruye por el propio movimiento de dos (o más) cuerpos que rechazan toda hipótesis científica o cultura sobre el amor, sino que aceptan que “mis vísceras no distinguen, aman, sin preguntarse qué es el amor”

Por último, en su último libro, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, advierte: “El dolor es vínculo. Quien rechaza toda situación dolorosa es incapaz de entablar vínculos. Hoy se evitan los vínculos intensos que podrían llegar a ser dolorosos”. La poesía de Cristina Peri Rossi es una respuesta a esa Sociedad paliativa que da nombre texto de Byung: el amor como un roce que erosiona, lastima, construye y destruye por el propio movimiento de dos (o más) cuerpos que rechazan toda hipótesis científica o cultura sobre el amor, sino que aceptan que “mis vísceras no distinguen, aman, sin preguntarse qué es el amor”

Reconforta saber que los poemas de esta autora van a circular con mayor intensidad gracias a la llegada de Detente, instante, eres tan bello, de la mano de Caballo Negro Editora. En tiempos en donde la influenza puede tomar la forma de un virus mortal o la apatía total ante una vida que merece ser vivida, Peri Rossi patea el tablero con versos cargados de una potencia que primero se alimentó de la paciencia de la vista. Porque en el fondo la falta estructura, define, y al mismo tiempo mueve el motor de un deseo obstinado: moverse a pesar de que nunca se va a llegar a un resultado total, pleno. Ahí reside la gracia de todo esto.

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