Apuntes sobre la dulzura | «Libros petaca» con Claudio Bertoni y Cristina Peri Rossi

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Un recorrido sobre las antologías de poesía: qué se gana y qué se pierde cuando se agrupan libros o poemas en un mismo tono. Entre la practicidad editorial y la necesidad de reinventar estrategias de acercamiento a los textos, surge un compromiso a largo plazo con la lectura. Claudio Bertoni y Cristina Peri Rossi como acompañantes. 



Las antologías de libros de poesía son un destino inevitable: muy pocas editoriales corren el riesgo de reimprimir poemarios más allá de una segunda edición. Así, la idea de la poesía reunida llega antes de tiempo, sobre todo por una cuestión de practicidad: aprovechando una serie de poemas nuevas, los anteriores, ya apilados en los galpones del outlet, sacan ventaja de la distracción y aparecen en escena de nuevo.

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Escribo esto mientras miro el desorden de libros que suele haber siempre al lado de la computadora: la mayoría de libros son antolgías o poesías reunidas. Un poema de 30 años, un poeta de más de 70 años, una poeta de 50 años, etc. Hace poco, en un taller que coordino en Mandolina Libros, hablábamos de esa experiencia de lectura: libros extensos que muchas veces es difícil de leer de manera continuada, por lo que se va espaciando el acercamiento a ellos. Algo similar a una mermelada casera que puede estar meses en una heladera. 

hablamos del riesgo de las antologías: si el autor o autora en cuestión había pensado una curva, una línea de sentido que uniera a los poemas en el libro original, se pierde luego en lo fragmentario de la reunión.

La consencuencia inmediata de eso son libros petacas: tenerlos siempre a mano para empinar la lectura y hacerse de un poema, un par de versos, que sirvan para arrancar la epopeya del día. Entre los asistentes del taller, una chica decía que había leído Detente instante, eres tan bello (Caballo Negro, 2021), de Cristina Peri Rossi de manera casi adictiva, como si fuera una novela. Otro chico, en cambio, decía que lo leía de forma azarosa, cada vez que lo agarraba leía poemas sueltos, como una suerte de oráculo.

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Cristina Peri Rossi

«Detente, instante, eres tan bello» (Caballo Negro Editora, 2021), de Cristina Peri Rossi


Lo curioso es que los dos estaban satisfechos con sus experiencias de lectura: ambos se llevaban lo que habían ido a buscar. Incluso más, porque de eso se trata todo esto. Por eso mismo, hablamos del riesgo de las antologías: si el autor o autora en cuestión había pensado una curva, una línea de sentido que uniera a los poemas en el libro original, se pierde luego en lo fragmentario de la reunión. O al menos eso pasa en libros de poesía reunida y no completa.

Ahora bien, los poemas cobran una nueva vida cuando se les cambia el marco, el contexto. Cada trago que se le da a ese libro petaca es único e irrepetible, a diferencia de lo que sucede con una petaca tradicional: en este caso, el contenido es variable, muta, así como también el lector bebedor. Comprar una antología de poesía muchas veces es comprar una compañía, un lazo duradero de almenos unas semanas. Propongo un ejemplo práctico: la Poesía Reunida de Claudio Bertoni editada por Ediciones Universidad Diego Portales.

Comprar una antología de poesía muchas veces es comprar una compañía, un lazo duradero de almenos unas semanas. Propongo un ejemplo: la Poesía Reunida de Claudio Bertoni

Poco más de 600 páginas esperando por mí, recordándome la existencia del tiempo y de la insistencia. Abro: «cuando llega el auto de la vecina/ sus perros ladran de gusto// yo no ladro/ pero escribo esto». Bajo la petaca, miro alrededor, vuelvo a empinar, abro: «Hoy día/ le dije al cartero/ que habías muerto/ desenfundó la mano/ como un revolver/ y me la dio».

Repito el movimiento, pero esta vez tapo la petaca de Claudio Bertoni. Me quedo mirando en silencio por encima de la computadora, de la montaña de libros reunidos al rededor de la mesa. Más tarde, y mañana también, voy a repetir los mismo movimientos con mi petaca para intentar cubrirme del frío. O para sentirlo mejor. 

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