Voraz y melancólico: licantropía rioplatense

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La nueva pieza del clown, actor y dramaturgo marplatense Toto Castiñeiras (Gurisa, Orillera) echa mano del universo telúrico y las leyendas populares para contener a tres personajes desatados que intentan lidiar con un entorno cuya fuerza se les impone. Voraz y melancólico puede verse los sábados a las 18 hs. en Nün Teatro-Bar (Juan Ramírez de Velasco 419).


La Rubia (Micaela Rey), el Lobo (Ignacio Torres) y el Niño (Santiago García Ibáñez) son los tres personajes que protagonizan este relato narrado al modo de un cuento de hadas, pero al estilo de aquellas narraciones compiladas por Angela Carter, repletas de crudeza y voracidad. Se trata de una historia de amor trunca entre el ahijado del presidente y la hija del comisario, que recupera elementos propios de las leyendas populares nacionales como la del lobizón: el séptimo hijo varón que carga con la maldición de la licantropía pero que también goza de módicos beneficios por ser el ahijado del primer mandatario.

La acción transcurre en el tablado de una kermese. Una guitarra, un bombo legüero, una armónica y un rallador amenizan la velada con melodías que corresponden a diversos géneros autóctonos. El Niño es quien fusiona animalidad y humanidad con sus instrumentos, como un Cupido de peña. Cada retazo de esta historia es presentada por un título proyectado en la pequeña pantalla que oficia como telón de fondo y horizonte. Las criaturas bailan, se enamoran, pelean, mienten, se desgarran, lloran, seducen, mendigan reconocimiento, pero sobre todo temen los presagios de la luna llena.



Al igual que en otras propuestas de Castiñeiras, el foco está puesto sobre el cuerpo de los actores: ellos no se limitan a interpretar a sus criaturas sino que, a la vez, configuran el paisaje sobre el cual se desarrollan los conflictos; son quienes marcan el ritmo narrativo. La primacía de lo visual y lo sonoro por encima de lo textual es un rasgo característico del lenguaje construido por este autor. La potencia del hecho escénico contenido entre las paredes del Nün permite asimilar textos que por momentos resultan demasiado floridos.

Voraz y melancólico explora la animalidad que deviene del acto de amar con desenfreno, y ese sondeo parte necesariamente de los cuerpos en acción: los intérpretes adoptan la gracia del clown, la plasticidad de las marionetas o la sumisión de los títeres. Quieren tomar las riendas de sus destinos pero algo superior a ellos los domina. Anhelan domesticar los corazones ajenos pero terminan siempre en el lugar de los seres domesticados, por la naturaleza o las circunstancias.

La labor de Rey, Torres e Ibáñez se juega en los bordes, por momentos coquetea con el exceso y se empalaga, pero el saldo es positivo porque logran una materia cuya fuerza ya no está en ninguno de los cuerpos individuales, sino en esa pequeña masa colectiva que se funde, se disgrega y vuelve a unirse para adoptar diversas formas. Otro de los elementos a destacar es la voluntad de volver a la identidad rioplatense; sin necesidad de recurrir a universos ajenos, Castiñeiras se sumerge en la riqueza de nuestros propios relatos, tantas veces olvidados o relegados.


FICHA ARTÍSTICO-TÉCNICA
Autoría: Toto Castiñeiras
Actúan: Santiago García Ibáñez, Micaela Rey, Ignacio Torres
Pelucas: María Eugenia Palafox
Diseño de vestuario: Daniela Taiana
Diseño de escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez
Diseño de luces: Alejandro Le Roux
Música: Juan Ignacio Bianco
Fotografía: Lucas Schlott
Entrenamiento corporal: Diego Rosental
Asistencia de dirección: Rocío García Loza
Producción ejecutiva: Rocío Gómez Cantero
Dirección: Toto Castiñeiras

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