Entrevista a Paola Barrientos y Marcelo Subiotto

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La Primera Piedra entrevistó a dos de los protagonistas de La afinadora de árboles, tercer largometraje de Natalia Smirnoff (Rompecabezas, El cerrajero): Paola Barrientos interpreta a una escritora de cuentos infantiles desencantada con una vida personal y profesional aparentemente exitosa; Marcelo Subiotto encarna a su esposo, un abogado que lleva sus contratos laborales, colabora en las tareas domésticas y la acompaña en sus búsquedas creativas.


Paola Barrientos: «Soy otra actriz después de esta experiencia»

«Cuando leí el guión me sentí bastante cercana a Clara, al conflicto que se planteaba y también al momento que atraviesa el personaje. Sentí que la comprendía», cuenta Paola Barrientos, protagonista de La afinadora de árboles.

— ¿Qué aspectos te interesaron de este personaje y en qué medida te sentís identificada con su periplo? 

— Clara está parada en un lugar de éxito profesional y personal: es una artista reconocida en su trabajo, una mujer que tiene dos hijos crecidos y un matrimonio que puede parecer perfecto. Si hacemos una lista de qué cosas tiene que cumplir una mujer para ser feliz, podríamos decir que Clara tiene todos los casilleros marcados. Y, sin embargo, hay un hueco, un sinsentido en su vida.

— En ese aspecto, la película pone en tensión los estereotipos construidos en torno a la figura de la «mujer exitosa», ¿no?

— Sí, me resulta muy interesante y cercana su búsqueda, porque trata de abrirse a otros mundos, a otras realidades para volver a contagiarse de un sentido de hacer, dejando de lado este lugar de éxito individual para poder explotarlo y transformarlo en un hacer colectivo. Creo que es una expansión, y ese pasaje del logro individual al logro colectivo siento que también es una búsqueda propia, mía.

Paola asegura que la elección de un guión siempre es de carácter político, y cuenta que en este caso uno de los factores decisivos fue el interés por el cine de Smirnoff. «Me interesaba mucho Natalia por las pelis que había visto; ella tiene una búsqueda muy propia para contar. Tengo la sensación de que no transa y eso me gusta. Creo que es lo que busco siempre en un director, también en teatro: valoro cuando siento que hay una búsqueda genuina; después los resultados de esa búsqueda pueden dispararse para distintos lugares, pero Natalia tiene un ojo que busca todo el tiempo», destaca Barrientos.

— Hay una búsqueda estética que de alguna manera acompaña la búsqueda que tiene la protagonista en el plano narrativo. ¿Cómo fue ese trabajo durante el rodaje?

— El modo en que se filmó esta película es muy particular; siento que la cámara está acompañando la búsqueda del personaje permanentemente. El modo de filmar que tiene Nati ayudó muchísimo. Por ahí las escenas duraban un montón de tiempo y después ella iba a hacer lo suyo a edición. Entonces hubo una posibilidad de gran intimidad mientras se estaba filmando; un tiempo de búsqueda que casi nunca encontrás en el cine. El otro día hablaba con una amiga que me decía que tenía que rodar una peli en tres semanas. ¡Uf, eso es casi una tira! ¿Cómo imaginar algo que después tenés que resolver de un modo tan vertiginoso?

Con respecto a la industria cinematográfica, Paola sostiene: «Creo que en nuestro país la industria en general está deteriorada, paralizada, así que el cine corre la misma suerte. El tema de las salas también es una lucha encarnizada, pero ojalá haya posibilidades de revertirlo. Por otro lado, hay un universo nuevo que se abre con la era digital del que yo me siento completamente excluida porque apenas sé manejar el WhatsApp (risas). Pero le tengo mucha fe a las nuevas generaciones en estos espacios de mayor democratización. El teatro es mi ecosistema natural y funciona distinto, porque nos juntamos cinco en una casa y podemos hacer algo. En el cine no porque dependés de una estructura mucho más amplia que demanda mayores gastos», explica la actriz. «La afinadora de árboles fue un curso de cine acelerado. Agradezco esta oportunidad porque siento que soy otra actriz después de esta experiencia».


Marcelo Subiotto: «La lente está puesta en el momento de transición»

A la hora de hablar de su personaje, Subiotto lo describe como «un tipo con una gran capacidad de organización de la empresa, de su familia y de la carrera de su mujer. Tiene esa cosa patriarcal, el deber ser de ocupar todos esos roles porque si no lo hace siente que la estructura se desarma. Es una persona muy medida que intenta tener todo bajo control, pero no es alguien que pueda expresarse fácilmente y ese va a ser uno de los mayores problemas a partir del momento en el que todo empieza a irse de las manos».

— Tu personaje es una especie de contrapunto con respecto a la protagonista. Él es abogado; ella artista. Viven en distintas sintonías y esto comienza a evidenciarse. ¿Cómo trabajaron el vínculo con Paola?

— Eso ya estaba planteado desde el guión. Natalia fue muy específica con esos recorridos de lo que quería para esta relación. Ella nos pidió entender el vínculo no como una pareja que se engaña y se resiente, sino como un devenir de dos adultos cuyas vidas han estado a la par durante mucho tiempo pero eso comienza a cambiar porque ya no son los mismos. Se desencuentran pero esos desencuentros son complejos, no tienen una única línea para transitarlos.

— Hay una especie de transición pero el cambio no es lineal.

— No, claro. Esto no es de un día para el otro ni tampoco es una tragedia, y creo que la lente está puesta justamente ahí, en ese momento de transición.

Marcelo cuenta que a la hora de elegir los proyectos atiende a las características del material, al personaje que le tocará interpretar pero también a la totalidad del proyecto: quién es el director, quiénes son los productores. «Esas cuestiones también me interesan; no sólo si me gusta lo que tengo que hacer o no», dice, y reconoce en Tarea Fina, la productora de Juan Pablo Miller, una garantía de calidad. Con respecto a la industria cinematográfica sostiene que «ninguna de las tareas artísticas están hoy al margen de los momentos de crisis; te diría que ese es su lugar de pertenencia. Siempre que exista una mirada donde la cultura pasa a ser un gasto es un problema; es un momento muy complejo y para el cine mucho más».

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