Apuntes sobre la dulzura | ¿Por qué no soy feliz?

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Una vida con la misma pregunta y con tantas respuestas como intentos fallidos. Un diálogo de autores que en vez de marcar un camino, generan un nudo de autopistas que se oponen entre sí. La búsqueda de una explicación a una obsesión: ¿por qué no soy feliz? 



Quizás la pregunta que más me hice en toda mi vida es esta: ¿por qué no soy feliz? No quiere decir, claro, que nunca me haya sentido bien, sino que ese cuestionamiento hace referencia al ahora. Muchos días me doy cuenta de que cargo con un cansancio mental que no siempre se condice con una acumulación de tareas abrumadora. Más bien tiene relación con el pensamiento constante sobre la felicidad: ¿por qué la dicha no golpea mi puerta?

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En una entrevista, Pedro Lemebel asegura que nació «con una estrella en la frente, pero en negativo». Quizás ese sea mi vínculo con los ánimos positivos: una obsesion contraproductiva. Kenzo Awa, maestro zen del arte del tiro, le decía a Eugen Herrigel (filósofo occidental) lo siguiente: «¡No piense en lo que debe hacer, no reflexione cómo llevarlo a cabo, sólo si toma por sorpresa al arquero mismo, el tiro sale suavemente». En otras palabras, la clave se encontraría en dejar de pensar en el objetivo para lograrlo.

En una entrevista, Pedro Lemebel asegura que nació «con una estrella en la frente, pero en negativo». Quizás ese sea mi vínculo con los ánimos positivos: una obsesion contraproductiva.

En la misma dirección, Awa reafirma: «Desprendiéndose de sí mismo, dejándose atrás tan decididamente a sí mismo y a todo lo suyo, que de usted no quede otra cosa que él estado de tensión (para mantener la cuerda al borde del disparo, sin intención alguna». Una paradoja oriental: alcanzar la plenitud, vaciándose. ¿Realmente se puede hacer eso en este mundo? En el fondo, cuando creemos que nada nos ocurre , ahí están las redes de wifi de la torre que ilumina a toda la avenida atravesándonos por completo.

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Por que no soy feliz

¿Por qué no soy feliz? Una respuesta en La promesa d ela felicidad (Caja Negra, 2019), de Sara Ahmed. Foto: Ocio Casa de Libros


En pleno momento de agotamiento mental, me descubro buscando más soluciones para apagarlo. Soy un bombero amateur que aviva el fuego que busca extinguir. Toda la información de Awa y su filosofía del desapego la obtengo del libro El camino total (Eterna Cadencia, 2012), libro de Salvador Benesdra que tiene un subtitulo contundente: «Técnicas no ingenuas de autoayida para gente en crisis en tiempos de cambio». Al poco tiempo de terminarlo, Benesdra se suicidó saltando desde el balcón de su departamento.

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¿Se puede seguir la propuesta de alguien que no pudo cumplirla del todo? La política, en gran parte, se trata de eso. Las religiones, también. ¿Por qué no se podría aceptar esa falla en la literatura y en los ensayos? Vuelvo a la obsesión por la felicidad: ¿por qué no soy feliz mientras escribo esta nota en un bar como Varela Varelita un viernes a la tarde, con las computadoras apagandose en cientos de oficinas y el descanso anunciándose como un cambio de clima inminente?

¿Se puede seguir la propuesta de alguien que no pudo cumplirla del todo? La política, en gran parte, se trata de eso. Las religiones, también. ¿Por qué no se podría aceptar esa falla en la literatura y en los ensayos?

Recuerdo a Sarah Ahmed que en La promesa de la felicidad (Caja negra, 2019), determina:  «Son algunos cuerpos más que otros los que cargan la promesa de la felicidad (…) Incluso podríamos plantear que lo que se distribuye de manera desigual, antes que la felicidad propiamente dicha, es el sentimiento de tener ( o no) aquello que debería hacernos felices (es decir, la promesa de una sensación o la sensación de una promesa)».

En definitiva, se termina otra semana en ciudad gótica, mi obsesión es la misma. Pedro Lemebel, en la entrevista anteriormente mencionada, aseguraba: «De alguna manera nací torcido, parece que iba para otro lado. No me gustó el mundo desde que lo vi, entonces había que cambiarlo y transformarlo». Su obra fue todo lo contrario a los consejos de Awa: presencia y potencia. Entonces cabe preguntarme: ¿Hay un camino total? ¿O hay un nido de autopistas que se cruzan y nadie sabe para donde llevan? Cierro la computadora, la obsesión por la felicidad también entra en zona de descanso.

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