Pray Away: las redes religiosas detrás de las agendas conservadoras

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¿Cómo se formaron algunas de las organizaciones religiosas más poderosas que buscan suprimir los derechos LGBTIQ+? ¿Cómo pasaron de ser grupos locales a articularse para llegar hasta las agendas políticas de los líderes conservadores? Pray Away: la cruz dentro del clóset, el nuevo documental de Netflix dirigido por Kristine Stolakis y producido por Ryan Murphy echa luz sobre estos interrogantes mostrando la realidad de las denominadas «terapias de conversión» en Estados Unidos.



Es una tarde lluviosa, la cámara sigue a un hombre que camina por la calle y pregunta si alguien necesita rezar esa noche. Lleva un poster con fotos suyas de hace unos años, cuando se reconocía como mujer trans. “Yo solía vivir como transgénero y dejé todo para seguir a Jesús”, dice a un grupo de mujeres que se paran a escucharlo. “Comparto el testimonio de cómo Dios me liberó de esa identidad”, agrega. Jeffrey lleva una remera que dice “Love”. Organiza en Facebook las denominadas “Marchas de la Libertad”, donde las personas convocadas afirman separarse del pecado que asocian con las “drogas, el alcohol y la homosexualidad”. También recibe llamadas telefónicas de madres y padres que no aceptan a sus hijos e hijas trans, aconsejándoles que se mantengan firmes en su posición.

Este es uno de los hilos conductores de Pray Away: la cruz dentro del clóset, documental dirigido por Kristine Stolakis y producido por Ryan Murphy que muestra la realidad de las “terapias de conversión” en Estados Unidos, procedimientos llevados adelante por grupos religiosos organizados.

Este es uno de los hilos conductores de Pray Away: la cruz dentro del clóset, documental dirigido por Kristine Stolakis y producido por Ryan Murphy que muestra la realidad de las “terapias de conversión” en Estados Unidos, procedimientos llevados adelante por grupos religiosos organizados. Jeffrey es tan solo un eslabón de una cadena mucho más grande que la película retrata desde sus orígenes: Exodus International, organización nacida en 1976 luego de que grupos locales, que funcionaban como “apoyo para personas con tendencias homosexuales” al interior de las iglesias católicas, se unieran alrededor del país. “Había grupos para alcohólicos, para adicciones a las drogas, pero no había nada como esto”, dijo en una de las entrevistas su co-fundador, Michael Bussee. Desde ese momento, Exodus se otorgó el poder de “convertir a gays en ex gays”, mediante cursos de estudio bíblico. Luego de darse cuenta del daño que causaba, Bussee dejó la organización en 1979, pero Exodus continuó creciendo.

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Como una trama que parece unirse en tiempo real, el documental va mostrando la extensión de una red que se inició en una pequeña ciudad del estado de California y que terminó por alcanzar la política y las discusiones parlamentarias con el objetivo de suprimir los derechos LGBTIQ+. En el transcurso de sus casi dos horas de duración, conocemos la historia de antiguos miembros de Exodus, muchos de ellos líderes influyentes que se convirtieron en los portavoces de un único mensaje: que “la homosexualidad está mal”, que “puede revertirse” y que «destruiría los derechos de las familias católicas” en todo el mundo. Tal y como se narra en la película, esa fue la bandera que Exodus llevó a Washington en el 2003, cuando algunos de sus representantes comenzaron a asistir a reuniones políticas, aprovechando la posición conservadora del entonces George W. Bush y la mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso. Para entonces, Exodus ya había sumado más de 200 filiales en el país, alrededor de 150 en Canadá y otras 17 en distintos países del mundo. 

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Como una trama que parece unirse en tiempo real, el documental va mostrando la extensión de una red que se inició en una pequeña ciudad del estado de California y que terminó por alcanzar la política y las discusiones parlamentarias con el objetivo de suprimir los derechos LGBTIQ+

El matrimonio igualitario fue uno de los derechos a derribar.:“¿Qué se podía decir a quienes estaban indecisos para asustarlos?”. Como cuenta Yvette Cantu Schneider ese era uno de los ejes detrás de los discursos públicos y de los argumentos que se buscaban difundir para evitar la sanción del proyecto, que, por supuesto, no variaron de las estrategias religiosas y conservadoras que se escucharon en 2010 en Argentina. Sentada en un panel de televisión, quien era en ese entonces vocera decía: “Si ahora es esto, entonces pronto van a permitir el casamiento entre padres e hijos”. Yvette dejó la organización en 2009, luego de que empezara a sufrir ataques de pánico cada vez que tenía que hacer algo relacionado con Exodus. «Mi cuerpo no permitía continuar», dice en el documental. Repasa cintas de VHS en su casa, con etiquetas que rotulan sus apariciones públicas con títulos como “Del clóset a Jesús”, en el momento en que encarnaba un mensaje contra el que hoy lucha. “No puedo deshacerme de esto, es de alguna manera, parte de quien soy”, dice ante la cámara.

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Pray away también sigue de cerca la historia de otros voceros que, como Yvette, tuvieron relevancia local e internacional pero que luego fueron abandonando la organización, a medida que se dieron cuenta del daño que causaba. Para Randy Thomas, ex vicepresidente de Exodus, ese momento llegó con la aprobación  en California de la Propuesta 8 en 2008,un referendum que prohibió durante cinco años el matrimonio igualitario en el estado hasta que fue revocado por la Corte Suprema. Con la voz quebrada, cuenta el momento en que vio a las personas llorar por las calles de la ciudad y se dijo a sí mismo: “Cómo pude haberle hecho esto a mi gente”. Hoy Thomas, como Yvette y otros entrevistados del documental, forma parte de un grupo que se autodenomina “los ex ex gays”, un grupo de de apoyo a los sobrevivientes de las terapias de conversión que quieran dar su testimonio.

Pray away también sigue de cerca la historia de otros voceros que, como Yvette, tuvieron relevancia local e internacional pero que luego fueron abandonando la organización, a medida que se dieron cuenta del daño que causaba. Para Randy Thomas, ex vicepresidente de Exodus, ese momento llegó con la aprobación  en California de la Propuesta 8 en 2008,

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Exodus International cerró definitivamente sus puertas en 2013, cuando el presidente de la organización de ese entonces se reunió con un grupo de sobrevivientes para escucharlos como parte de una propuesta de un programa de televisión en vivo. Pero las mismas tareas continuaron en manos de otras personas, como un ciclo que continúa reproduciéndose para asegurarse de suprimir toda diversidad bajo la máscara de un mandato superior. Al momento del estreno del documental, alrededor de 700 mil personas pasaron por las denominadas terapias de conversión, solo en Estados Unidos. Las estadísticas muestran que, quienes las atravesaron, tienen el doble de probabilidades de cometer suicidio. Mediante un relato coral, Pray Away es un testimonio vivo de una realidad vigente, que demuestra que las agendas conservadoras están más interrelacionadas de lo que parece a simple vista.


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