Fito Páez y Ciudad de pobres corazones: hacer belleza del dolor

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La historia del rock nacional se caracteriza desde el principio por su combinación de genialidad, trabajo duro y detalles de los más variados. El nacimiento de «Ciudad de pobres corazones», el disco más rockero de Fito Páez, es un relato lleno de matices que se pueden revivir en el libro Hay cosas peores que estar solo (Gourmet Musical, 2021), de Federico Anzardi. ¿Cómo sacar un disco icónico después de la oscuridad plena?



Fito Páez es sinónimo de movimiento y deseo. Desde su irrupción en la Trova rosarina de la mano de Juan Carlos Baglietto, la figura del flaco de pelo largo no se quedó quieta nunca. Incluso hoy, entrado en sus cincuenta años y el pelo corto y canoso, el músico nacido en 1963 es un vehículo que usa muy poco el espejo retrovisor, priorizando siempre el parabrisas. Ahora bien, cuando se repasa su vida y su carrera, hay un disco que lo cambió todo: «Ciudad de pobres corazones». Lanzado en 1987, abrió la puerta a un tono más eléctrico y único, independizándose de las sombras de Charly García y Luis Alberto Spinetta que lo acompañaban hasta ese momento. 

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En Hay cosas peores que estar solo (Gourmet musical, 2021), Federico Anzardi da cuenta de todos los factores que tuvieron lugar para que esto sucediera. El primero y más trágico fue el triple asesinato de su abuela y su tía abuela junto a la empleada doméstica, en pleno Rosario en 1986. Con una madre fallecida a los ochos meses de vida y un padre que había muerto en 1985, el núcleo familiar más cercano de Fito Páez dejaba de existir, así como también esa casa que era un refugio en medio de la agitación de toda estrella de rock. La brutalidad del hecho y el maltrato mediático y policial recibido, cerraron una etapa en su obra: el mundo dejaba de ser un lugar al cual ofrecerle el corazón si lo que se recibía a cambio era una ciudad de pobres corazones.

La brutalidad del hecho y el maltrato mediático recibido, cerraron una etapa en su obra: el mundo dejaba de ser un lugar al cual ofrecerle el corazón si lo que se recibía a cambio era una ciudad de pobres corazones.

A través de una recreación histórica y conversaciones con los distintos protagonistas, se corre el velo de un disco opaco y luminoso al mismo tiempo. El propio músico rosarino señaló en reiteradas ocasiones que es un disco que le hubiera gustado no haber tenido que componer. Por ejemplo, en una entrevista a un medio español, Fito Páez declaraba sobre la canción que le da nombre al disco: «Fue un episodio trágico con el que cargaré hasta la muerte. Salió esa música extraordinaria, muy visceral, con ese riff medio beethoveniano y ledzeppeliano, que al final es una canción esencial de lo que hago. Por eso la tengo que tocar. Pero a la vez es una canción que readorna infinidad de situaciones en el mundo«.

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Ciudad de pobres corazones

«Hay cosas peores que estar solo» (Gourmet Musical, 2021): un recorrido sobre el nacimiento de Ciudad de pobres corazones


Desde ese 7 de noviembre de 1986, cuando su abuela paterna Belia Zulema Ramírez de Páez, su tía Josefa Páez y la empleada Fermina Godoy fueron asesinadas a manos de Walter De Giusti y su hermano Carlos, todo cambió para siempre. En Hay cosas peores que estar solo se recupera el clima de intimidad, tristeza y desconcierto con el que se atravesaron esos días, semanas y meses hasta la culminación de un disco que nadie había imaginado. Es ahí que entra en escena la nueva familia de Fito Páez, integrada por amigos y colegas músicos, la cual puso el hombro para sacar a alguien que había transmitido esperanza en sus canciones -«Giros» es la banda sonora de la primavera democrática, por ejemplo- de uno de los lugares más oscuros y profundos.

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Una de las escenas que pueden encontrarse en este libro es paradigmática: el día después de enterarse del crimen, Fito todavía estaba en Brasil, lugar en el que debía dar una serie de recitales que se cancelaron. Alojado en una casa de las personas del staff, Charly García -que también estaba en el país vecino- se hizo presente para pasar la tarde con él. Los dos, en silencio y en un ambiente invadido por la angustia, miraban la película de Prince, Purple Rain. En medio de todas las escenas que mostraban a Prince como un sex symbol y músico sin fisuras, Charly remató: «¿Y este, cuando se caiga del caballo?». Fue la primera risa de Fito desde que se enteró de lo sucedido.

En Hay cosas peores que estar solo se recupera el clima de intimidad con el que se atravesaron esas días: cómo la nueva familia de Fito Páez, integrada por amigos y colegas músicos, puso el hombro para sacar a alguien que transmitía esperanza en sus canciones de uno de los lugares más oscuros y profundos.

Con un tono cálido que sabe ajustarse a los distintos climas que pide una historia de esta complejidad, Anzardi puede reproducir información policial, artística, íntima y política para dar un panorama completo de este disco que abrió la puerta a lo que sería el resto de la obra de Fito Páez: la experimentación y el movimiento incluso para salir de los lugares cómodos y exitosos.  Ahora, ese autor que se recompuso de la tristeza sigue guiándose por el deseo, consciente de que siempre hay algo más; mientras tanto, a más de tres décadas después de su salida, «Ciudad de pobres corazones» sigue siendo la banda de sonido de un mundo con cada vez menos swing. 

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