Mella: cinco poemas de Priscilla Callajes

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«Siempre me pareció que le faltaba algo importante/ un color/ una forma de hablar que no hacía juego con el cuerpo», se lee en uno de los poemas de Priscilla Callajes que forma parte de Mella (Overol, 2019). Con una apuesta por las imágenes mínimas, cotidianas, la autora chilena logra un efecto de profundidad que da cuenta de las pequeñas batallas que se brindan todo el tiempo para resistir los embates del ánimo.



Sobre la autora

Priscilla Callajes nació en Santiago de Chile en 1984. Es autora de Termitas (2009), trabaja en el proyecto Editorial Hebra y colabora en el suplemento literario Grado Cero

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1. mi papá está llorando dos piezas más allá

mi papá está llorando dos piezas más allá
lo puedo escuchar
porque nunca hubo puertas

a comienzos de los noventa en esta casa
solo había tarros con los nombres de los condimentos
el arroz o el té

se sientan a la mesa a untar el pan con leche
agua y azúcar
fue fácil aprender la consistencia precisa para esta pasta dulce

recuerdo que la chaqueta de mi papá
siempre olía a pescado ahumado
y a humedad

una tarde recordaron que en el ropero estaba intacto el vestido de novia
lo pusieron sobre la alfombra
y comenzaron a cortar jirones
que luego pintaron con témpera
para vender cintillos del NO en el parque O’Higgins

nos acostumbramos a creer que la historia terminaba bien porque ese día
comimos pollo y papas fritas

ahora él sigue llorando
su mujer lo abandonó

nunca fue militante

y los hijos vienen a casa
cada vez menos

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2. colonia inglesa etiqueta verde

lo único que guardé de ti
fue una colonia en botella plástica
que ya no tiene olor

la primera vez que vine sola a Valparaíso
tenía catorce años
era dieciocho de septiembre
tenía plata para pensión y pasajes

me pasé la tarde en la plaza Victoria

luego nos encontramos
compramos carbón y café

la mujer que nos atendió
vivía en una casa de una sola ventana

los vecinos venían a verla de vez en cuando

en las tres piezas había rampas de madera
para poder moverse

por la tarde fui a buscar pensión
un cuarto con las paredes pintadas color huevo
una cama de media plaza

tenía solo un disco
que puse bajito para que no me escucharan
los estudiantes que vivían ahí
me despertaron temprano para pagar

fui a la playa que estaba más cerca
el sol todavía no entibiaba el cuerpo

volví después de sacarme fotos
en el reloj de flores
y fuera del Congreso
con los viejos que juegan brisca

esta ciudad no ha cambiado nada, vieja

hubiera querido vestirte
solo para mirarte las manos
y los pies

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3. me pregunta cómo estoy, cómo está la familia

recuerdo las mañanas en que iba a buscarte
salías casi llorando porque nadie te había despertado
la blusa percudida a medio abrochar
tu hermana despeinada sin querer dejar la cama

en esa casa nunca hubo una peineta
te cepillabas rápido con la escobilla de la ropa
para salir corriendo al colegio
con el pelo hecho un nudo bajo la nuca

recuerdo también tu miedo a los autos

hace poco uno pasó tan rápido
que hizo saltar una piedra a centímetros de mi boca
en lugar de romperme los dientes quebró una ventana

me acordé de ti
no ha pasado tanto tiempo

a tu mamá la veo siempre
me pregunta cómo estoy
cómo está la familia

le respondo que bien
que te mande saludos si te ve por ahí

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Priscilla Cajales

Mella (Overol, 2019, de Priscilla Cajales


4. amarillo

la habitación pintada parece menos fría
confío en que se trate de un asunto de memoria

cuando éramos niños pensamos en esto
aunque los colores cambian
con el paso de los años

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀el amarillo fundamentalmente pierde intensidad

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5. fotografía

siempre me pareció que le faltaba algo importante
un color
una forma de hablar que no hacía juego con el cuerpo

el niño a su lado tiene un aire que me lo recuerda
una sonrisa sin armar

migas de pan en la cara
que no provocan ternura

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