Entrevista a Elvira Sastre: «Hay quienes no quieren que la poesía salga de un espacio reducido»

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«Actualmente creo que la poesía volvió a ser de la gente, y eso es muy importante, porque la poesía es un lenguaje muy íntimo que nos ayuda a todas las personas», afirma la poeta española Elvira Sastre, quien este año visitó la 44° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Además, sobre su propia escritura, señala:  «No me gusta tapar la tristeza o ese tipo de cosas. Escribo mucho sobre ello porque es lo que más me cuesta entender o procesar». Su visión sobre el feminismo, el análisis que hace del alcance de su obra y más, en la siguiente entrevista. 



Sobre la autora

Elvira Sastre

Foto: Virginia Torres Schenkel

Elvira Sastre nació en Segovia, España, en 1992. Es ecritora, traductora y filóloga. Tras instalarse en Madrid para cursar Estudios Ingleses y más tarde un máster en traducción literaria, su obra va ganando cada vez más reconocimiento nacional e internacional. Entre sus obras, se destacan: Ya nadie baila, Baluarte y Acualírica, que mezcla poemas e ilustraciones de Adriana Moragues. También ha traducido obras poéticas de autores como Gordon E. McNeer y Oscar Wilde.


«Cuando escribo es porque hay algo que no entiendo o que me incomoda»

Pese a su corta edad, Elvira Sastre es una de las autoras hispanoamericanas más leídas, sobre todo en lo que a poesía respecta. Con un fuerte anclaje en los más jóvenes, su obra se valió de Internet y las redes sociales para traspasar las fronteras que la publicación y distribución de su material pudieran plantear. «Las redes sociales bien utilizadas ayudan muchísimo a la gente que no sabe que le gusta la poesía», señala a La Primera Piedra la autora del ya célebre libro La soledad de un cuerpo que se acostumbra a la herida (Visor, 2017).

De visita al país con la también joven poeta Andrea Valbuena (Barcelona, 1992), sus recitales de poesía y su participación en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires lograron una audiencia poco usual dentro del ambiente poético, al mismo tiempo que sus libros rompen los techos que el propio sector editorial se suele autoimponer. «Si hay un libro que está hablando de algo que has vivido o te encuentras viviendo, y te hace sentir identificado, pues eso hace que tenga lo necesario para volverse un género masivo», plantea Sastre. Dueña de un estilo que hace dialogar a la poesía contemporánea con autores clásicos, la autora española no se va con rodeos a la hora de responder sobre distintos temas.

— Siempre que entrevistó a una poeta, me gusta comenzar por la pregunta más obvia: ¿qué es la poesía?
— Pues para mí es una necesidad, forma parte de mi día a día durante muchos años y se ha convertido en una parte importante de mí.

— ¿Cuál fue tu primer acercamiento como lectora y como escritora? ¿Fueron en simultáneo?
— No, como lectora fue más de pequeña. Si bien ya escribía, eran textos en prosa que colgaba en Internet. Sí leía mucho. Me cambió la perspectiva de la poesía, porque no le hacía mucho caso, cuando descubrí a Gustavo Adolfo Becquer en el instituto. Y, luego, cuando comencé a escribirla, fue cuando leí a Benjamín Prado porque me despertó las ganas de escribir mi propia obra.

— El mundo poético suele tener sus propias leyes autoimpuestas, y en ese sentido la relación entre la poesía e Internet, con las redes sociales, no es una discusión saldada. Están los que critican su uso y están los que lo aprovechan, como vos-¿Cómo ves ese fenómeno?
— Por mi propia experiencia, las redes sociales bien utilizadas ayudan muchísimo a la gente que no sabe que le gusta la poesía porque no la están buscando, o porque no tienen esa necesidad de ir a una biblioteca o librería para buscar específicamente poesía. Eso es algo que hace únicamente los que sí leen poesía. Si tú no sabes que eso está dentro de ti, no lo vas a hacer. Sin embargo, las redes permiten que eso llegue sin que lo busques. Eso echa abajo ese miedo o ese tabú que existe en la mente de muchas personas. Luego, claro, hay críticas, pero como se critica a todo lo que funciona. Siempre hay una parte de la población que busca desprestigiar eso, pero por mi experiencia creo que Internet y las redes sociales, bien utilizadas, pueden ser fundamentales para la literatura y la cultura en general.

Hay críticas, pero como se critica a todo lo que funciona. Siempre hay una parte de la población que busca desprestigiar eso, pero por mi experiencia creo que Internet y las redes sociales, bien utilizadas, pueden ser fundamentales para la literatura y la cultura en general.

— Recién nombrabas los tabús que existen al rededor de la poesía. ¿Cuáles creés que persisten?
— Hay de muchos tipos, como el que sostiene que la poesía es solamente de un estilo y que a la vez es indescifrable, no se comprende. Muchas personas pueden pensar eso y no acercarse a la poesía porque no saben que existe otros estilos más directos. Hay escritores y lectores de poesía que no quieren que la poesía salga de un espacio reducido. Antes, la poesía era parte de todo el mundo y, de repente, se ocultó, pasó a ser solo de los eruditos. Actualmente creo que la poesía volvió a ser de la gente, y eso es muy importante, porque la poesía es un lenguaje muy íntimo que nos ayuda a todas las personas.

—  Siempre se repite, en las grandes editoriales, que «la poesía no se vende», ¿pensás que la poesía puede ser algo masivo?
—  Sí, porque tiene todas las claves para serlo: un lenguaje que habla de las emociones, algo que es particular de todos los seres humanos, porque estamos hechos de emociones y sentimientos. Si hay un libro que está hablando de algo que has vivido o te encuentras viviendo, y te hace sentir identificado, pues eso hace que tenga lo necesario para volverse un género masivo.



Elvira Sastre

Foto: Virginia Torres Schenkel


— En uno de tus poemas, escribís: «Hay una tristeza propia de las cosas/ que las hace bellas/ y no quiero llegar a comprender nunca». ¿Escribís un poco para eso? ¿Para intentar comprender lo que te rodea?
 Sí, desde luego, cuando escribo es porque hay algo que no entiendo o que me incomoda, que está adentro mío que directamente no puedo afrontar de otra manera. Lo escribo para ponerlo en palabras y realmente entenderlo. Si es una sensación que me molesta o me hace daño, busco quitármela o superarla; si es algo que me gusta, tratar de dejar constancia.

— Se nota tanto en La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida, como en otros libros anteriores, que existe una búsqueda de sacar belleza del dolor: ya sea para simular una herida o para resignificarla. 
– Claro, no es tanto para disimular una herida, sino para entenderla. No me gusta tapar la tristeza o ese tipo de cosas. Escribo mucho sobre ello porque es lo que más me cuesta entender o procesar. A través de la poesía lo consigo.

No me gusta tapar la tristeza o ese tipo de cosas. Escribo mucho sobre ello porque es lo que más me cuesta entender o procesar. A través de la poesía lo consigo.

— En su momento, ¿te sorprendió el alcance conseguido por tus poemas?
 Me sigue pasando, sobretodo en América Latina. No había venido nunca para aquí y de repente había muchos lectores que me pedían mis libros, que querían que fuera. Si bien Visor es una editorial grande, las anteriores son más bien pequeñas y es realmente difícil que los libros crucen el charco. Eso se da sobretodo gracias a Internet, ya que yo lo comparto allí en parte para esa gente que no podía comprar los libros. Es algo que me sigue alucinando. También me di cuenta que a la poesía aquí se la respeta de otra manera, hay otra educación distinta a la que hay en España: hay cada vez más gente joven que la lee, la consume.

— Fue un fenómeno que te pasó de adolescente y aún hoy seguís siendo joven. ¿Cómo lograste que eso no te confunda o te de algún tipo de miedo?
 Es algo que ha ido pasando poco a poco y tiene sus años de trabajo, porque cuando empecé no me leía nadie. Tampoco se me fue a la cabeza lo que pasó, porque me rodeé de la gente correcta que no ha dejado que eso pasara y, por último, tampoco considero que haga algo demasiado importante: escribo mis cosas y por los motivos que sea, a la gente que llega. Al final los que triunfan son los poemas y los libros, no soy yo.

Yo veo la relación entre el feminismo y el mundo, y espero que eso siga así hasta que se consiga igualar, la cual creo que es una lucha conjunta en todo el mundo. Sí me he dado cuenta del poder de las palabras y utilizar tu obra o la de otros para contar tu experiencia personal o ver el papel de la mujer en la sociedad, sirve para que algunas personas puedan hacer un click al respecto.

— Sos una escritora que tanto en su obra como en sus declaraciones públicas tiene presente al movimiento feminista. ¿Cómo ves en la actualidad la relación entre feminismo y literatura?
– Afortunadamente yo veo la relación entre el feminismo y el mundo, y espero que eso siga así hasta que se consiga igualar, la cual creo que es una lucha conjunta en todo el mundo. Sí me he dado cuenta del poder de las palabras y utilizar tu obra o la de otros para contar tu experiencia personal o ver el papel de la mujer en la sociedad, sirve para que algunas personas puedan hacer un click al respecto. Cualquier persona que tenga una plataforma o un altavoz, tiene que valerse de ello para promover esa lucha que nos involucra a todos.

— ¿Sentiste que en algún momento eso te cerró alguna puerta o te generó críticas de más?
— No, de hecho si se me ha cerrado alguna puerta, seguro era una puerta que yo no quería pasar. Si me ha pasado, me han hecho un favor. Si eso me consigue un detractor, tampoco es gente que quiero que me lea, no me interesa.



Elvira Sastre

Foto: Virginia Torres Schenkel


— A la hora de escribir, ¿tenés algún mecanismo o rutina?
 Cuando escribo poesía es algo que me surge en el momento, un impulso, situaciones que me conmueven. Es algo que me puede pasar en cualquier circunstancia y tengo que parar y ponerme a escribirlo, esté donde esté, porque sino es algo que tengo adentro mío que no me pertenece.

— Se suele hablar mucho de tu estilo, donde convive la poesía joven y la poesía clásica. ¿Fue una búsqueda consciente tuya?
 No, ni tengo una teoría fija o sigo normas. Escribo como me sale y creo que en ese proceso quedan reflejadas mis influencias y, también, mis experiencias. No tienen nada que ver mi primer libro con el último. Según van pasando los libros, voy adquiriendo más experiencias vitales y también voy aprendiendo más. Eso conlleva a cuidar más los poemas, una corrección mejor.

Según van pasando los libros, voy adquiriendo más experiencias vitales y también voy aprendiendo más. Eso conlleva a cuidar más los poemas, una corrección mejor.

— Recién hablabas de la educación que notás en este continente con respecto a la poesía. ¿Vos qué relación tenés con la poesía latinoamericana?
 Pues no tanto como la que querría. La experiencia y la información que tengo es gracias a los viajes que hago y a la investigación personal. Allí te vas encontrando con autores. Los viajes que he hecho a Colombia y México me han permitido conocer a muchos poetas no tanto clásicos, sino más bien contemporáneos. En festivales siempre me encuentro con alguien que me encanta como escribe. Siempre intento aprovechar este tipo de viajes para conocer la poesía que se hace aquí.

— ¿Pensás que tu poesía puede servir como puerta de entrada a otros autores?
 Sí, yo voy a muchos institutos con Andrea Valbuena y damos recitales a los alumnos. Allí intentamos centrar nuestro discurso en lo importante que es la lectura. Si nos encontramos con gente que quiere escribir poesía, siempre decimos lo importante que es leer poesía antes que escribirla, sobre todo por ese respecto a la lectura y a los escritores. Es algo inherente a la gente que se quiere dedicar a esto, me parece fundamental.

Hay que leer 100 poemas por cada uno que vayas a escribir. Además, de esos 100 que escribas, uno va a ser el bueno. Esa constancia y esa perseverancia hay que tenerla clara

— También escribiste una novela, ¿qué diferencias viste entre el proceso narrativo y el poético?
 No tienen nada que ver, si antes te comentaba que la poesía está relacionada con el impulso, algo más libre, la novela tiene una dinámica mucho más estricta y rutinaria de sentarte y esperar hasta que algo sala.

— Por último, para alguien que se quiere acercar a la poesía, ya sea para escribir o simplemente leerla, ¿qué consejo le darías?
 Que lean, lean y lean antes de escribir. Siempre digo que hay que leer 100 poemas por cada uno que vayas a escribir. Además, de esos 100 que escribas, uno va a ser el bueno. Esa constancia y esa perseverancia hay que tenerla clara, sobre todo en el respeto que las palabras se merecen. También me gusta insistir en que hay que hacer las cosas de verdad, que venga de adentro y no de afuera, que realmente lo sientas.



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