Entrevista a Gonzalo Heredia: «El ser humano es un eterno interrogante y la literatura se nutre de eso»

por
Invitame un café en cafecito.app

«Yo no me pongo en ese lugar de ‘ahora leo y todo lo demás es una mierda’, para nada. No puedo ser tan idiota de pensar así», afirma Gonzalo Heredia, quien hace ya unos años se encarga de compartir en distintos ámbitos su experiencia como fructífero lector. «La literatura me permitió ver que el mundo era mucho más vasto que lo que me habían contado», señala. Además, los detalles sobre su primera novela, que saldrá a la luz a mediados de este 2018. (Fotos: Virginia Torres Schenkel)



Hace ya unos años que el nombre de Gonzalo Heredia (Munro, 1982) no se vincula únicamente a su carrera como actor, sino que la literatura parece ganar cada vez más terreno. Su colaboración en el proyecto «La gente anda leyendo» y su continuo relato de experiencias relacionadas a la lectura, muestran a un lector meticuloso y variado que no duda en compartirlo con los seguidores de las distintas redes sociales. Así, se da un cruce festejado por muchos y mirado con recelo por otros: la cultura masiva y la literatura.

Reconocido por sus actuaciones en diferentes tiras en el prime time televisivo como «Socias» y «Valientes», Heredia también apuesta a empezar de cero en algo mucho más calmo y con menos focos apuntando: el mundo de los libros. En esa dirección, su participación a partir del mes de febrero en «Notas al pie», un programa de radio sobre libros que empezó en 2017 por FM Radio Cultura, en el 97.9 del dial  y se transmite todos los jueves a las 22 hs., muestra esta faceta del actor que no reniega de su pasado ni de su presente al otro lado de la pantalla: «Una cosa no quita la otra. Todos tenemos dos, cuatro o cinco personalidades», afirma para La Primera Piedra.

No siento que esté adentro de un «ambiente literario». No hubo nadie que me de la bienvenida o me haga saber que estaba dentro de un ghetto. Siempre me prejuzgaron, no solo sobre lo que leí o no leí, sino también dentro de la actuación.

Con la literatura como puerta de entrada a un mundo mucho más amplio, que rompía las barreras de su entorno durante la juventud, Gonzalo Heredia no se sube al caballo de una utopía: «No sé si todo el mundo quiere ser adicta a la literatura y eso está bien». En ese sentido, también lo vive dentro su círculo más íntimo: «Yo creo que leer te hace mejor persona, pero después pienso en mis dos hijos y cada vez me sale peor introducirlos a la lectura. Es algo muy volátil: ¿cómo contagías esa pasión?»


«El tema del doble es algo que siempre me interesó en la literatura»

— ¿Cómo sentiste que se te recibió dentro del ambiente literario? Sobre todo teniendo en cuenta los prejuicios que puede haber con personas más reconocidas masivamente.
— No sé, por que no siento que esté adentro de un «ambiente literario». No hubo nadie que me de la bienvenida o me haga saber que estaba dentro de un ghetto. Siempre me prejuzgaron, no solo sobre lo que leí o no leí,sino también dentro de la actuación. El prejuicio siempre existe. Después, la respuesta a cómo fui recibido quizás lo sepas más vos que yo, me encantaría saber qué es lo que se dice (risas). Pero al prejuicio siempre me he enfrentado y seguramente me siga enfrentando. No solo yo, sino aquel que haga, porque siempre va a haber alguien que no le gusta lo que hacés.

— De todos modos, autores y editoriales se mostraron muy abiertos con vos, ¿no?
— Yo no lo tomo como un trabajo de difusión de la literatura. El otro día alguien me dijo «embajador de la literatura», que fue en tono de chiste, pero me pareció más gracioso cuando hizo referencia al «doble perfil» que tengo. El tema del doble es algo que siempre me interesó en la literatura, desde Dostoievski hasta Vila-Matas, hay algo del doble, del doppelgänger. De hecho, estoy escribiendo algo en esa dirección, donde el narrador se desdobla en un personaje público y uno privado. Volviendo al supuesto trabajo de fomentar la literatura, en realidad es una experiencia que comparto. A mí los libros me han sacado del lugar donde estaba: mi papá era mecánico, yo crecí en Munro. La literatura me permitió ver que el mundo era mucho más vasto que lo que me habían contado.


Gonzalo Heredia

(Fotos: Virginia Torres Schenkel)


— ¿En qué momento descubriste que en la literatura había otro mundo posible?
— Siempre lo supe, creo, pero nunca tuve plena conciencia de eso. Ahora te hablo con más distancia y puedo ver el todo, pero antes yo estaba en un taller mecánico, adentro de una fosa, y salía para leer un libro y mancharlo con grasa. Eso me ayudaba a no pensar en lo que me rodeaba en el momento. Ese jeite siempre estuvo, solo que ahora soy más consciente de eso.

Ahora te hablo con más distancia y puedo ver el todo, pero antes yo estaba en un taller mecánico, adentro de una fosa, y salía para leer un libro y mancharlo con grasa. Eso me ayudaba a no pensar en lo que me rodeaba en el momento.

— En entrevistas anteriores mencionaste que la literatura te permitió no haber hecho nunca terapia. ¿En qué te ayudó en ese sentido?
— Justo el otro día leía algo relacionado, sobre la literatura como una red de contención: saber que otro tuvo los mismos interrogantes que vos y esa profundización de saberes lo llevó a un autoconocimiento mucho más hondo. Creo que el ser humano es un eterno interrogante yla literatura se nutre de eso. Cada vez pienso más que no leo una novela, sino una línea de pensamiento de un escritor. Me ha pasado con Saer, Levrero o Vila-Matas, que te mencioné antes.

— Fabián Casas también se mueve en ese ámbito, ¿no?
— Sí, Los diarios de la edad del pavo son muy ensayísticos. Ahora, por ejemplo, compré los diarios de un escritor que se llama Robert Walser, que se encerró en un loquero por motus propio y empezó a escribir en lápiz porque el tipo quería desaparecer. Eso me pareció muy interesante, el no querer tener una existencia real. La literatura y el pensamiento de algunos escritores me contienen mucho.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Fabián Casas: “Trato de trabajar en contra del confort”)


Gonzalo Heredia

(Fotos: Virginia Torres Schenkel)


— ¿Cómo congeniás los tiempos de la televisión, donde todo es quizás más del momento, con la literatura y su largoplacismo?
— Un actor no deja de crear personajes todo el tiempo, todos lo hacemos, todos tenemos máscaras sociales. Si yo me pusiera a analizar objetivamente como me comporto con mi mamá, hay cosas a las que el cuerpo responde inmediatamente. Yo empecé a hacer televisión en el 2001 y hay ahí algo automático, tengo su timing. Además, una cosa no quita la otra: yo no me pongo en ese lugar de «ahora leo y todo lo demás es una mierda», para nada. No puedo ser tan idiota de pensar así. Tampoco veo desde arriba a las personas que no leen. Todos tenemos dos, cuatro o cinco personalidades. Yo también.

Yo no me pongo en ese lugar de «ahora leo y todo lo demás es una mierda», para nada. No puedo ser tan idiota de pensar así. Tampoco veo desde arriba a las personas que no leen. Todos tenemos dos, cuatro o cinco personalidades.

— En relación a tu propia producción literaria, ¿estás pensando en publicar a corto plazo?
— Sí, estoy terminando la reescritura sobre la versión final de una novela. La voy a editar con Alto Pogo y seguramente salga a mitad de año. La expectativa pasa por contar desde otro lugar absolutamente nuevo. También tiene eso de construir todo solo, porque cuando actuás estás contenido por el director, el dramaturgo, tus compañeros. Acá he estado mucho tiempo solo, encerrado escribiendo, pero sobre todo corrigiendo. Hace mucho tiempo que estoy escribiendo, hice una clínica de literatura con Virginia Cosin y leí mucho para escribirla. Un poco la escribí por eso, porque me gusta leer mucho.

— Al momento de escribir, ¿tu experiencia como actor te ayudó a construir a la hora de construir los personajes?
— Sí, me ha pasado de leer novelas e imaginarme actuaciones. Hace dos años leí Ladrilleros de Selva Almada y noté que era una novela con un claro lenguaje cinematográfico. Me asocié con el director Fernando Musa y estamos haciendo el guión para llevarla al cine. En el caso de mi novela, tiene un poco eso de Psicópata americano, una cámara subjetiva donde el personaje va recorriendo lugares. Me gustaba esa idea para contar un mundo que yo conozco, como el mundo del espectáculo. Cuando construis personajes tenés que ver como pensaría, cómo se movería, cómo habla. Es algo más complejo, porque en la actuación tenés tu cuerpo como instrumento. Acá no tenes nada, una hoja en blanco y algunas imágenes.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Selva Almada: “Lo peor que nos puede pasar es que todo se convierta en una cuestión de corrección política”)

Creo que el ser humano es un eterno interrogante, entonces la literatura se nutre de eso. Cada vez pienso más que no leo una novela, sino una línea de pensamiento de un escritor.

— ¿Qué autores contemporáneos son los que más te interesan?
— En su momento me fascinó Pablo Ramos. Siempre que leo algún autor contemporáneo argentino, ya sea tanto hombres o mujeres, noto que encuentro algo que siempre me suma: notos buenos personajes, buena ilación narrativa. Tampoco me quiero poner a dar nombres, porque sería pararme en un lugar que no me corresponde. Además un escritor roba mucho, así que si te doy nombres van a darse cuenta de dónde afané, y no es la idea (risas).


Gonzalo Heredia

(Fotos: Virginia Torres Schenkel)


— Justamente hablando con autores de esa generación, como pueden ser Pedro Mairal, Sergio Olguín o Leonardo Oyola, coincidían en que se trata de escritores que ya nacieron con una televisión en la casa o el hábito de ir al cine. Ese consumo cultural los influyó mucho a la hora de escribir, ¿vos como ves esa relación entre la pantalla y lo escrito?
— Sí, eso siempre te atraviesa. Yo soy de la generación que vio todo el desarrollo de lo que es el mensaje de texto: al principio me podían llegar, pero no mandar, por ejemplo. Hoy es todo más fácil, porque todo refiere a algo. Si yo te digo Instagram, vos sabés de qué te estoy hablando. En el libro que está por salir con Alto Pogo me interesaba hacer referencia a esa automaticidad de las redes sociales y la facilidad de etiquetar. El personaje-narrador tiene la cualidad de que las personas siempre tengan una cara que pueda asociar a un nombre. Es algo que engloba esta inmediatez en la que estamos, donde se puede juzgar y etiquetar mucho más fácil. Eso antes no hubiera existido, así que sí, estoy de acuerdo en lo que decís.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Leonardo Oyola: “Si querés fama, ser escritor no es el camino”)

— ¿Puede pensarse como un desafío plantear a la literatura como un consumo cultural masivo?
— La verdad que no lo sé. Además si me pusiera en ese lugar, sería pesadísimo. Estaría buenísimo, pero también tiene algo de utopía. No sé si todo el mundo quiere ser adicta a la literatura y eso está bien. El otro día hablábamos justamente con Fabián Casas y él me decía que con la mierda se hace combustible, y eso es una gran definición. Yo cuento mi experiencia y si a alguien le sirve, si alguien se sube, se suma, está perfecto. Yo lo hago porque en su momento me hubiera gustado que alguien me de esa opción dentro de mi entorno. Yo creo que leer te hace mejor persona, pero después pienso en mis dos hijos y cada vez me sale peor introducirlos a la lectura. Es algo muy volátil: ¿cómo contagías esa pasión?

— Por último, un poco por fuera de la literatura. En estos últimos años se habla de una crisis de la ficción en la pantalla chica, ¿vos cómo ves lo que está pasando?
– Sí, pero la televisión siempre fue igual, no es que en un momento prometía algo y después cambió sobre la marcha. Es un pura y exclusivamente un negocio. Y no es porque acá no haya una calidad artística inferior, sino que se apuesta al negocio y eso va a seguir sucediendo. También hay un mercado que consume ficción mucho más grande que el nuestro, a nivel histórico, y tiene más recursos. Además, sobre todo en este momento, no hay un apoyo a la cultura en general y eso lo hace mucho más difícil: con pocos recursos y palos en la rueda, se hace imposible.



También te puede interesar:

Entrevista a Silvina Giaganti: “La literatura es la posibilidad de encontrar procesos lentos”
Entrevista a Leandro Calderone: “Hay algo inseparable entre obra y artista”
Entrevista a Magalí Tajes: “Me gusta incomodar desde el humor”
Entrevista a Sergio Olguín: “La literatura argentina encontró un público que se había perdido”

 

TE PUEDE INTERESAR