Apuntes sobre la dulzura | La relectura como un hogar

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¿Qué esconde el hábito de la relectura de libros? ¿Qué importancia tiene ser lector o no serlo? Estrategias para buscar serenidad en un contexto extraño sabiendo que recrear el pasado tal y como sucedió, es una misión imposible; pero la favorita de los melancólicos como yo. 



Cuando la pandemia de Covid-19 interrumpió en la agenda de todos, una de las preguntas más frecuentes que se hacían dentro del ambiente literario fue si era posible encontrar la concentración necesaria para leer entre tanto ruido e incertidumbre. Algunos autores y autoras respondían que les era imposible, otros que fueron pudiendo con el tiempo, otros que eso nunca se había visto alterado. No debería sorprender: no existe un solo tipo de lector, ni todos le dan el mismo lugar a la lectura. 

En ese sentido, hace poco circuló bastante una entrevista a Mariana Enríquez en la que alertaba sobre el sesgo clasista con el que se le puede dotar al simple hecho de leer: «Hay gente que no le gusta la ficción porque no le gusta la ficción, hay otra que lee sólo ficción, hay gente que no lee nada. Hay muchos tipos de narraciones, por supuesto que la ficción es necesaria, pero a la ficción se puede acceder desde muchos lugares: desde el cine, desde una televisión, desde lo oral, montones de cosas«, señaló en una entrevista a Télam. En la misma línea, remató: «La gente no es peor cuando no lee. Y tiene derecho a leer lo que se le canta». 

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La lectura puede definirse como una pasión por un lado y, por el otro, una necesidad para quien se quiera dedicar a la escritura. ¿Cómo encontrar el ritmo, el tono, si no es el coro de lo escrito hasta el momento? ¿Cómo no vocalizar apoyándose en la voz de los predecesores y también en los contemporáneos? Ahora bien, no todo el mundo encuentra la pasión y la necesidad en el mismo lado. Toda esta intro, en realidad, es una excusa para hablar de otro fenómeno: la relectura.

La lectura puede definirse como una pasión por un lado y, por el otro, una necesidad para quien se quiera dedicar a la escritura (…) Ahora bien, no todo el mundo encuentra la pasión y la necesidad en el mismo lado.

En los momentos de mayor ansiedad y desconcierto, ya sea con la pandemia o con el resto de la vida en general, la relectura en mi caso funciona como un hogar: un sitio seguro al que se puede volver y, a la vez, darse cuenta de que hay mínimos cambios. Algo similar a volver a casa después de horas y no reconocer el orden que uno mismo había impuesto antes de cerrar la puerta. Por eso, los subrayados son vitales como las migas que tira un paranoico para encontrar el camino de regreso. 

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Julio Cortazar

Julio Cortázar y la relectura


Siguiendo a Julio Cortázar, que en la introducción a Los Premios escribió «Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo», volver a los títulos que uno leyó es movimiento multifacético. En un plano, la fantasía de volver al pasado como si ese no fuera también un cuadro en constante movimiento, como las obras de arte en las películas y libros de Harry Potter. Intentar recrear el pasado tal y como sucedió, volver a un refugio inalterable, es una misión imposible. Pero la favorita de los melancólicos como yo. 

En otra dirección, la relectura también es una apuesta por el presente: encontrar un orden en medio del desorden. Los subrayados en los libros son viajes en el tiempo, son señales que uno se lanza a sí mismo sin saberlo para poder actuar en los momentos clave. De hecho, me es habitual, a la hora de hojear libros leídos, detenerme en fragmentos marcados y que eso altere por completo algo que venía escribiendo. 

La relectura también es una apuesta por el presente: encontrar un orden en medio del desorden. Los subrayados en los libros son viajes en el tiempo, son señales que uno se lanza a sí mismo sin saberlo para poder actuar en los momentos clave.

De esta manera, releer es volver a una casa que se habitó temporalmente. Algunos detalles se recuerdan a la perfección, otros se habían olvidado por completo, algunos se modificaron al mismo ritmo que nuestro gusto. ¿Por qué subrayé esto en ese momento? ¿Cómo no pude haber marcado ese fragmento? Quizás, la relectura, sea el diálogo más íntimo que tengamos con nosotros mismos a lo largo del tiempo, incluso sin buscarlo, incluso sin saberlo.

Sobre esta práctica, Roland Barthes escribió en S/Z: «La relectura, operación opuesta a los hábitos comerciales e ideológicos de nuestra sociedad que recomienda «tirar» la historia una vez consumida («devorada») para que se pueda pasar a otra historia, comprar otro libro«. Ahora bien, decido frenar la escritura y voy a mi biblioteca a que el azar decida por mí. El lomo de Poesías Completas de César Vallejo gana mi atención. Hago la prueba, releo poemas de Trilce, encuentro una clave subrayada por mí para cerrar este texto: «Amemos las actualidades, que siempre no estaremos como estamos». 

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