El caso «Chano» o cómo frivolizar las discusiones de fondo

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Durante la noche del domingo, Jorge Lanata entrevistó a “Chano” Charpentier, líder de la banda Tan Biónica, en el programa Periodismo para Todos. El cantante contó sus versiones sobre el confuso accidente automovilístico en el que participó y terminó hablando sobre los dramas de su adicción a las drogas. La nota y las discusiones posteriores que generó evitaron los temas de fondo: ¿cuál es el valor periodístico de esta entrevista edulcorada en la televisión? ¿Se le da el mismo trato a un adicto famoso o un adicto pobre? Reflexiones superadas por las lágrimas del minuto a minuto.

La noche del 5 de Agosto, mientras se jugaba la final de la Copa Libertadores en la cancha de River, en las inmediaciones del estadio el cantante de la banda Tan Biónica “Chano” Charpentier protagonizó un extraño incidente a bordo de su camioneta, en el que impactó contra ocho autos estacionados y contra el portón de una casa. A los pocos segundos fue abordado por un grupo de personas que lo golpeó salvajemente, lo que resultó en que terminara en el hospital. A partir de ese momento, mucho se habló en los medios de comunicación sobre este incidente, y más aún a partir de que los análisis realizados por la policía confirmaron la presencia de cocaína y marihuana su organismo, además de una cantidad reducida de alcohol. Durante este fin de semana circuló en las redes sociales el video del momento del accidente, reflotando el tema en la opinión pública y dando el marco perfecto para la reaparición del cantante en los medios.

La entrevista entre “Chano” y Lanata se transmitió al final de un programa dedicado curiosamente a la temática de las drogas en nuestro país. Fue el pico de rating del programa y también se posicionó en Twitter como trending topic (#chanoenppt) indiscutido durante la noche. Todos querían dar su opinión al respecto: a favor del ídolo incomprendido o en contra del inconsciente músico que se lleva al mundo por delante. Durante la entrevista, el cantante aseguró no haber estado borracho ni drogado al momento del accidente y dio su versión de los hechos: todo se trató de un hecho de inseguridad, donde un grupo de personas intentó abordarlo y él en un momento de desesperación tuvo que dar esas llamativas maniobras violentas. Mientras el video corría, no hubo re-preguntas ni inquisiciones más allá de su relato, por momentos extraño. El tema vira hacia su adicción a las drogas: el cantante confiesa el consumo y entre lágrimas habla sobre su problema. Lanata lo consuela diciendo que él también lo vivió, que cree que es una forma de “acolcharse” frente a la dureza del mundo. El entrevistado asiente. Música emotiva, cámara lenta y se cierra el telón.

“Chano” es cool. Viste zapatillas de marca. Maneja una camioneta de lujo. Fue elegido como Embajador Cultural de la Ciudad de Buenos Aires por el gobierno de Mauricio Macri y su hit “Ciudad Mágica” musicalizó varias sueltas de globos durante los festejos de su campaña. Tiene miles de fans que acampan afuera de las disquerías para ser las primeras en escuchar sus canciones. Por lo tanto según la lógica que difunden los medios, si él consume drogas no es un inconsciente, es una víctima. Antes de que la justicia se expida sobre su caso y sin dar la posibilidad de escuchar a los damnificados, se le da aire en el prime time de la televisión para limpiar su imagen. En un país en el que por día mueren 21 personas en accidentes de tránsito, no se hace referencia a los riesgos de manejar bajo los efectos de la droga y el alcohol. Se pregunta en cambio por lo que siente su mamá y sobre los dramas de tener que luchar contra sus recaídas.

El problema de esta entrevista es principalmente la hipocresía compartida de saber que si en lugar de un cantante famoso hubiese estado una persona común, de bajos recursos, con zapatillas gastadas y manejando un auto de otra cuña, nunca se lo hubiera escuchado. Se lo hubiese condenado socialmente a ser un drogadicto de los malos, de los que merece la cárcel, de los que son lo peor de la sociedad. Porque ellos no sufren la inseguridad, sino que la generan. Ellos no tienen que «acolcharse» frente a los males del mundo, porque su voz no es apta para el derecho a réplica.

Que la Justicia juzgue lo que debe juzgar y los medios se mantengan al margen de determinar víctimas y victimarios debería ser nuestra exigencia como sociedad. Así nos acercaremos al camino de dejar los estereotipos de lado y juzgar desde nuestro lugar en la opinión pública de la forma más justa y democrática posible.

La entrevista completa puede verse acá:

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