Entrevista a Lautaro Perotti: «No proponemos las parejas abiertas, pero sí descubrir lo que nos gusta»

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Lautaro Perotti es actor, director, dramaturgo, docente y co-fundador de TIMBRe4. Actualmente está a cargo de La respiración, pieza escrita por el español Alfredo Sanzol e interpretada aquí por un elenco tan heterogéneo como efectivo: Julieta Vallina, María Fiorentino, María De Pablo, Juan Guilera, Mario Bodega y Federico Liss (todos impecables). La obra pone el foco sobre la fantasía como un mecanismo para hacerle frente a la realidad, e incluso transformarla radicalmente. En esta entrevista el director charló con La Primera Piedra sobre los desafíos de la puesta.


Lautaro acaba de cerrar otra nota en el bar de TIMBRe4, pero se desplaza hacia nuestra mesita con una sonrisa amplia que anula cualquier señal de cansancio o hastío.  Se acomoda en una silla en medio de un silencio que es inusual en este espacio y, entre mate y mate, comienza a tejerse la charla. Perotti vio La respiración por primera vez en España, y asegura que las obras de Alfredo Sanzol generan gran empatía porque tocan temas muy cotidianos. «Acá no hay superhéroes ni personas que intenten cambiar el mundo; se trata de conflictos chiquitos, del día a día, y eso genera un reconocimiento muy fuerte en el público». Otro de los factores que lo impulsaron a traer esta pieza a Buenos Aires —dice— fue «la propuesta de un ejercicio para ampliar los horizontes y descubrir que podemos ser más de lo que somos: en nuestras relaciones, en el plano de los deseos, en el ámbito de la sexualidad, en la construcción de una familia».

— ¿Cómo fue la adaptación para Argentina?

— Fui muy fiel a lo que escribió Alfredo Sanzol porque es lo que acordé con él. Lo único que hice fue una traducción de ciertos modismos y palabras específicas de España para que pudiera comprenderse en Buenos Aires, teniendo en cuenta además las particularidades en los modos de comportamiento de los porteños.

— ¿Cuál creés que es tu sello de autor en esta puesta?

— Bueno, a mí me divertía mucho encontrar una manera propia de contar esta historia. Me parecía que había que encontrar una manera ágil en donde los actores pudieran desenvolverse con facilidad. Hay algo de la obra que a mí me sedujo desde el principio y está planteado en los personajes de Julieta Vallina y María Fiorentino: “La fantasía es el mejor ejercicio para la realidad”. Imaginar, fantasear, soñar, es una buena manera de practicar para después concretarlo en la vida real. Por eso me gustaba la idea de traducir eso en la puesta también, y que los actores fueran construyendo de a poco una especie de tejido o telaraña: al principio esto funciona como una cárcel para la protagonista, pero a medida que avanza se va dando cuenta de que esa red puede hacerla crecer y ampliar sus horizontes.

— ¿Cómo trabajaste la cuestión del espacio? Porque hay un acento puesto ahí y, de alguna manera, el diseño ayuda a que esa red de la que hablabas sea visible para los espectadores.

— Yo siempre trato de escapar de lo previsible, de eso que uno imagina ante la primera lectura. Si hay un lugar donde se hace yoga, la casa de la protagonista y un gimnasio, uno imaginaría tres escenarios, tres escenografías, un apagón… Lo previsible. Pero en este caso me parecía más importante poder construir esa red que amplía los horizontes de la protagonista en lugar de recurrir a lo convencional. Para mí como director es uno de los grandes desafíos. Cuando ya tengo la historia, me pregunto: “¿cómo la quiero contar yo?”. Lo que más me calienta de la dirección es encontrar mi forma de contar una historia.

— ¿Cómo armaste este elenco tan heterogéneo y, al mismo tiempo, tan efectivo?

— Es muy loco porque en este elenco cada uno es de su pueblo. Son muy distintos, hay colores de actuación muy diversos, personalidades y trayectorias muy particulares. La verdad me manejé en función del deseo. Creo que logramos armar un equipo y, lejos de hacer de las diferencias un problema, eso se convirtió en una virtud. Armamos un grupo de afecto y amistad que era muy importante para la obra. Y de pronto empezaron a pasar cosas maravillosas como que Juan [Guilera] se haya copado tanto con el lugar que tenga deseos de modificar el espacio y el frente con sus diseños de mosaiquismo…

— Es el aire de familia que siempre se respira en TIMBRe4, ¿no?

— Sí, siempre remarco esto y ya parece medio hincha pelotas, pero TIMBRe4 nace en medio del quilombo del 2001. En plena crisis, saqueos y muertes, Claudio [Tolcachir] abre las puertas de su casa para poner una sala de teatro, recibir a los actores, encontrarse con el público y armar una especie de refugio donde resistimos todos esos años. Después crecimos y viajamos, pero la esencia sigue siendo la misma: un lugar de encuentro donde nosotros podamos transformar la realidad y acercarnos a lo que deseamos. Y también es un lugar de desafíos, de pruebas y de investigación permanente.

 

Ese clima hogareño de amigos y familia puede respirarse en cada rincón de TIMBRe4. En medio de la nota, Juan Guilera aportó la confirmación empírica de esa hipótesis con un bailecito risueño al otro lado del cristal. Herramientas en mano, vestido rudimentariamente para la ocasión y lleno de polvo, Guilera le ofrece al teatro de la calle México no sólo sus dotes interpretativas sobre el escenario, sino también sus habilidades como artesano. Ese estado festivo y las ansias por contribuir a la mejora de esta cooperativa son sin dudas el mejor reflejo de lo que Perotti describe en esta charla.


También podés leer nuestra crítica sobre La respiración

La respiración tiene como protagonista a Nagore (Julieta Vallina), una mujer de cuarenta años que debe enfrentar una crisis a raíz del engaño de su marido y la posterior separación. Ella es de alguna manera quien lleva la batuta y guía los ánimos del público hacia diferentes zonas. «Con Juli decidimos centrarnos sobre todo en el conflicto que atraviesa el personaje. Ella parte de un momento de duelo, de desarme familiar, a sus 40 años. Está la crisis que todos conocemos, y además la sociedad le impone ciertos parámetros con los que debe medirse para saber qué es lo que conseguió y por qué cosas tiene que ir. Hay algo que ya debería estar organizado y, de pronto, estalla una bomba: la engañan, la familia se desarma y donde había ruido ahora hay silencios, habitaciones vacías, colchones demasiado grandes… Esto es algo que, en mayor o menor medida, todos conocemos», señala Perotti.

— Ese momento de conflicto le sirve para ir hacia lugares nuevos, ¿no?

— Sí. La cuestión con Nagore era cómo hacer que esta mujer se atreva a fantasear. A mí este ejercicio me parece muy bueno. Si ante una crisis, en lugar de apostar a algo que ya conocemos y sabemos que no funciona, nos podemos permitir fantasear e imaginar cómo sería transformar nuestra realidad para ser mejores… es algo mucho más interesante. Lo habitual frente a una separación sería reemplazar a este hombre por otro, o adaptarse a la idea de la soledad. Nagore, en cambio, se anima a fantasear con otras soluciones. Esto le ocurre a una mujer real, no a una heroína, ¡y encima se lo propone su propia madre!

 La obra plantea algunas cuestiones interesantes en torno a la sexualidad y el amor libre. ¿Qué podrías contar sobre la recepción del público?

— Hay una anécdota muy graciosa. Después de una función yo bajaba de la platea y escuché a un grupo de señoras hablar sobre el tema; al lado estaban sus parejas. Pero cuando bajó el iluminador (que es un chico joven), lo agarraron entre todas y le preguntaron: “¿Vos estás solo, nene? Porque queremos hacer lo de la obra, pero con todos estos viejos que tenemos nosotras…” (Risas). Mirá, si al menos en la fantasía de la gente aparece esta posibilidad, nuestro objetivo ya está cumplido. Poder fantasear en voz alta con otras realidades es un paso muy grande. Con esta obra no proponemos la promiscuidad o las parejas abiertas, pero sí animarse a descubrir qué nos gusta, qué nos hace sentir más cómodos y —por sobre todas las cosas— qué nos hace felices.

Lautaro es un artista muy prolífico y ha llegado a estar involucrado en varios proyectos simultáneamente. Haciendo un repaso de su recorrido, él asegura que cada obra es un escalón más en esa búsqueda permanente. «Después de cada experiencia me quedan afirmaciones y preguntas nuevas. El gran ejercicio que propone esta obra es la ampliación de límites: descubrir que uno es más de lo que cree ser».


Funciones: Viernes a las 20 h. y domingos a la 17 h. en TIMBRe4 (México 3554)
Localidades: $300 en boletería o por Alternativa Teatral

 

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