Entrevista a Julián Ponce Campos: “El espíritu de la obra está en el cuerpo de los actores”

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Julián Ponce Campos es el joven actor que representa a Hamlet en Ojalá las paredes gritaran, una versión en clave millennial escrita y dirigida por Paola Lusardi que comenzó haciendo funciones en una casa de Colegiales y que ahora se presenta todos los martes a las 20.30 hs. en el Teatro Metropolitan. Charlamos con él sobre los procesos creativos y el novedoso fenómeno de expansión del teatro alternativo a calle Corrientes. Créditos por foto de portada: Florencia Minguillón.


Julián cuenta que el proceso de ensayos duró casi nueve meses, una cantidad de tiempo inusual para las dinámicas vertiginosas del campo teatral. “Como fue una obra pensada para hacerse en una casa, no teníamos esa urgencia. El trabajo fue otro y a mí me dio la posibilidad de ver todo lo que había en el interior del personaje. Pude leer la obra y ponerme a pensar sobre lo que Hamlet tiene en la cabeza; de todos modos, está claro que es algo imposible de abarcar”, explica el actor.

En la versión de Lusardi pueden identificarse dos grandes ejes: por un lado, la relación edípica que Hamlet mantiene con su madre, Gertrudis; por otro, la cultura millennial como marco narrativo. “Para nosotros era importante contar el relato desde ese lugar porque es algo que no suele hacerse: si mirás la historia teatral de Buenos Aires, el rol de Hamlet ha sido interpretado tradicionalmente por actores de más de 30 años. Nos parecía interesante poder contar esto desde la perspectiva de un pibe atravesado por la política y la cultura de su época. No es casualidad que esta obra impacte tanto en la gente joven, muchos quedan flasheados”, señala Julián. Y es cierto. Los problemas que aborda la pieza podrían ser perfectamente los de cualquier joven de su edad: la muerte del padre, la nueva relación de la madre, la presencia del tío pululando por la casa como el nuevo patriarca.

— ¿Cómo describirías al Hamlet millennial que te toca interpretar en la obra?

— Para mí uno de los temas centrales es la incertidumbre de la juventud. Yo tengo 24, pero cuando actúo de Hamlet me siento de 17. Tuve esa edad hace poco y me pasaron muchas cosas que vive el personaje: esto de no saber para dónde ir, qué camino tomar, qué rumbo seguir, cuestiones que son propias de esa edad. Por supuesto a Hamlet le ocurre todo eso llevado a un extremo, más allá del dilema de no saber si seguir agronomía o arquitectura. Sin embargo, hay algo universal con lo que todos los pibes se pueden identificar.


Ph: Gentileza de prensa


A los once años Julián llegó por azar a un taller de teatro impartido por Joe Rígoli pero sólo duró una clase. Después pasó fugazmente por el CBC para entrar a la carrera de medicina, pero fue la hermana quien torció su destino incitándolo a anotarse en la escuela de teatro TIMBRe4, donde estudió durante dos años. También se anotó en la EMAD y realizó cursos breves con Ricardo Bartís y Ciro Zorzoli. Sin embargo, identifica El Brío como un espacio clave para su formación. “Me mudé ahí cuando estaban sus tres fundadores: Claudio Quinteros, Fabiana Mozota y Nayla Pose”, comenta, y cuando se le pregunta por sus referentes se detiene un rato para pensar: “Te diría Rodrigo de la Serna pero a esta altura parece un cliché. Mi referente desde que arranqué a estudiar teatro hasta ahora sigue siendo Claudio Quinteros. Me formé con él durante un año porque después falleció, pero tuve la suerte de verlo actuar en una obra que dirigía Nayla Pose, Yo así, un unipersonal donde él representaba a una travesti. La verdad es que nunca volví a ver algo así”, recuerda Julián.

— El tuyo es un Hamlet con un gran despliegue corporal. ¿Cómo fue el trabajo en ese aspecto?

— Paola quería un cuerpo medio explotado para este Hamlet, así que fuimos por ese lado. Todo lo corporal lo trabajé con Marina Cachán: con ella hice tres o cuatro meses de baile libre, algo que jamás había hecho. Soy medio elástico por naturaleza, siempre me gustó tirarme al piso y dar vueltas en la playa. En la casa de Colegiales eso funcionó muy bien y en el Metropolitan quizás esté un poco más subrayado por las dimensiones de la sala y la presencia de los andamios, que me dan la posibilidad de colgarme como un mono.


Ph: Gentileza de prensa


— ¿Cómo fue la adaptación a esta nueva disposición espacial?

— Al principio muy mal. Veníamos haciendo más de 100 funciones en un mismo lugar y pasar a otro te cambia la cabeza. En la casa teníamos dos plantas, desde abajo se escuchaba el ruido de los pasos y todo se convertía en una especie de circuito. Finalmente nos adaptamos porque esta obra tiene algo muy particular: antes del texto, la puesta y todo lo demás, estamos los actores. Paola la concibió así. Por eso creo que funciona en todos lados y bajo condiciones muy diferentes. Si nosotros estamos conectados y los cuerpos están disponibles, la obra sucede. Además, tenemos la suerte de que el público siga estando cerca, algo que para nosotros es fundamental. Por lo tanto, más allá de cualquier disposición espacial, el espíritu de la obra está en el cuerpo de los actores.

— ¿A quién creés que le habla esta obra?

— A mí me gustaría pensar que le habla al establishment. Digo me gustaría porque no sé si es así en la práctica. Me parece un poco pretencioso pensarlo de esa manera pero me gustaría creer que sí, que le estamos hablando a la clase alta, a los que manejan la torta. Ese fue otro de los focos de nuestra versión: la imagen de la empresa familiar y el destino de Hamlet en ese círculo. También me gustaría pensar que el espectador de clase media-alta que viene a ver esta obra, se puede ir con algunos interrogantes en la cabeza.

En ese sentido, el pasaje desde aquella casa en Colegiales al Metropolitan puede verse como un saldo más que positivo a partir de la posibilidad concreta de encontrarse con nuevos públicos. Paola Lusardi suele hablar de expansión en lugar de ascenso, y Julián defiende esa mirada: “Hay algo que tenemos muy interiorizado consciente o inconscientemente y que responde a ciertos parámetros sociales, esto de ‘llegaste a calle Corrientes’. Muchos amigos que no están relacionados al teatro me lo dicen. Nosotros venimos de un laburo súper under, entonces me parece que primero hay que correrse de la idea de que llegamos a algún lado; en todo caso, lo que estamos haciendo es abrir el panorama para que más gente pueda ir a vernos. Es una llegada más, una apertura más. No es que ahora jugamos en primera y antes no. Por supuesto que cuando arrancamos nunca imaginamos que íbamos a tener una marquesina en la puerta de un teatro comercial. Es loco y uno no puede escindirse de eso, pero creo que en general lo vivimos con mucha naturalidad, con la fuerza que te da el trabajo”, aclara.

Ph: Gentileza de prensa

— ¿Cómo fue ese encuentro con nuevos públicos?

— Mirá, el otro día fui a ver La fiesta del viejo, una obra del Metropolitan que también salió del circuito alternativo. Me asombró ver tanta gente con el celular mirando Instagram durante la función. Eso es algo que en el teatro alternativo pasa menos porque es gente que tiene la cultura de ir al teatro y sabe que en ese momento estamos ahí para desconectarnos un rato. A mí no me interesa hablar mal del público comercial, pero me parece que está bueno proponerle al espectador ver obras que no sean tan pasatistas.

— Es lamentable pero muchas de las propuestas teatrales de calle Corrientes son pasatistas y están armadas en torno al consumo: teatro, pizza y café.

— Bueno, nosotros estamos en contra de eso porque tenemos una obra con altos niveles de intensidad: intensidad buena, mala, en todo sentido. A mí me pasa que si estoy actuando y veo a alguien con el celular, me enojo. Pero creo que el trabajo no es enojarse; si esa persona necesita mirar el celular en ese momento es porque hay algo que le está resonando, algo que por alguna razón no puede ver. Para mí, bienvenido sea si se pueden ir pensando por qué motivo no pudieron ver tal o cual escena. Creo que es una pregunta válida para el espectador.

— Hay actores que prefieren trabajar los materiales previamente desde el yo y otros que prefieren generar cosas en la escena junto a los otros. ¿Cómo es tu forma de trabajar?

— Creo que me gusta más la segunda forma de trabajo, pero de todos modos reconozco que me cuesta ir sin cosas preestablecidas. Me parece que hay que llegar a ese lugar, aunque no todos los actores lo logran. En mi caso, creo que a veces lo logro y a veces no, pero la premisa antes de salir a escena es saber que si uno está conectado con la mirada del otro, siempre aparece algo nuevo.


Funciones: Martes a las 20.30 hs. en el Teatro Metrolitan (Av. Corrientes 1343)
Localidades en boletería o por Plateanet: $600

FICHA ARTÍSTICO-TÉCNICA:
Dramaturgia: Paola Lusardi
Actúan: Santiago Cortina, Martín Orlando Gallo, Augusto Ghirardelli, Mariana Mayoraz, Julian Ponce Campos, Antonella Querzoli
Diseño de escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez
Diseño de luces: David Seldes
Música: Ignacio Cantisano, Mateo Schreiterer
Fotografía: Julieta Rodríguez
Diseño gráfico: Francisca Rojas
Asistencia de iluminación: Francisco Varela
Asistencia De Producción: Jennifer Aguirre Woytkowski
Asistencia de dirección: Francisco Barceló
Prensa: Marisol Cambre
Producción gráfica: Romina Juejati
Producción ejecutiva: Carla Carrieri
Producción Internacional: Débora Staiff
Colaboración en dramaturgia: Andres Granier, Leila Martínez
Diseño de movimientos: Marina Cachan
Dirección: Paola Lusardi

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