«El formol de la melancolía»: cinco poemas de Gustavo Yuste

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Algo se despliega en cada uno de los poemas de este nuevo libro de Gustavo Yuste. Detrás de cada gesto, cada escena, brotan inquietudes y deseos que completan lo que no puede decirse. Todo cristalizado en imágenes que  plasman en iguales dosis algo bello pero también terrible. En El formol de la melancolía (Santos Locos, 2023), el autor amplía su mirada para captar la esencia de aquellos momentos en que se anhela lo que pasó y no puede recuperarse, para desarmar un sentimiento de búsqueda y explorar detrás de lo que amenaza con romper un orden. Paisajes que pueden parecer imperturbables, mientras todo lo demás está en movimiento.  (Fotos: Luisina Donnarumma)



Sobre el autor

Gustavo Yuste nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 1992. Es Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA), periodista cultural y escritor. Es autor, entre otros, de los libros de poesía La felicidad no es un lugar (Santos Locos), Electricidad (Sudestada) y Accidentes del Ánimo (Santos Locos). Publicó las novelas Personas que lloran en sus cumpleaños (Paisanita, 2019) y Turistas Perdidos (Edicios B, 2022).


1 – Podría estar pasando ahora

Un avión aterriza en medio de la oscuridad
aunque nadie lo estaba esperando.
Un animal corre por un campo tan extenso
que no parece perimetrado.
Una persona olvida por primera vez
un nombre que sabía de memoria.
Varias naranjas crecen en la misma rama
como si no quisieran estar solas.
Una idea importante se pierde en mi cabeza
igual que un turista confiado.
Un adolescente usa la ropa holgada
de su padre muerto
para volver a asistir al colegio.
Todos coinciden, aunque nadie lo dice,
en que parece una persona
que perdió demasiado peso de golpe.
Un avión despega en plena luz del día
aunque nadie lo despide.
Un animal duerme en un campo tan extenso
que no parece perimetrado.
Una persona olvida por quinta vez
un nombre que sabía de memoria.
Varias naranjas caen de la misma rama
como si no quisieran estar solas.
Una idea no demasiado importante
entra en mi cabeza como un conquistador.
Un adolescente nombra a su padre muerto
y se da cuenta de que le está cambiando la voz.
Un avión coincide por un microsegundo
en la misma línea recta
que el animal en un campo tan extenso
que no parece perimetrado.
Una persona se acuerda por primera vez
el nombre que creía olvidado
gracias al color de las naranjas
que comparten un plato
como si no quisieran estar solas.
Una idea que parecía importante
ahora no cumple las expectativas
i
gual que un adolescente
no rellena la ropa de su padre muerto
aunque lo intente.

(Te puede interesar: Turistas perdidos, de Gustavo Yuste: reordenar el desencuentro)


2 – Utilidades de un paraíso

Cosecha:
¿qué mejor lugar que el paraíso
para que crezca el pecado?

Realismo:
¿en qué otro lugar te van a engañar mejor
que en un paraíso?

Cuidado:
¿qué función tiene un paraíso
si no es para ser perdido?

(Te puede interesar: Accidentes del ánimo: cinco poemas de Gustavo Yuste)



Foto: Luisina Donnarumma


3 – El formol de la melancolía

“Allí cayó la muerte, y allí está ahora, quieta
como un agua de pozo”
Circe Maia

I
El avión despega a una velocidad
mucho mayor de lo que esperaba.
Esa ciudad en la que pasé
los mejores y peores
momentos de mi vida
ahora es una maqueta inerte
que luce impoluta
gracias al formol de la melancolía.

II
Repasando los apuntes
escritos a mano y a las apuradas
de nuestra historia en común,
compruebo que los momentos amargos
se pudrieron con la rapidez
de una fruta caída en medio de la calle.

Las escenas felices,
por el contrario,
permanecen intactas
gracias al formol de la melancolía.

III
Al igual que los álbumes familiares
o la ropa de los muertos
que no nos atrevemos a ordenar,
tu recuerdo no se actualiza
ni se deforma con el paso del tiempo,
se conserva embalsamado
gracias al formol de la melancolía. 

IV
Cada vez es más notorio
el correr de los años:
todos los días, algo nuevo
me hace notar que envejezco
y mi propia imagen
no es más que temporaria. 

En mi memoria, en cambio,
el cuerpo de mi padre se mantiene a la perfección
gracias al formol de la melancolía.

(Te puede interesar: La fidelidad de los gatos, de Gustavo Yuste: momentos claves de una amistad)


4 – Escucha

Una ventana
hace ruido
y llama la atención
al romperse.
Nunca al arreglarse.



5 – Anotaciones sobre una primavera
que ya arrancó torcida:

“Hay que empezar
la década otra vez,
la línea va torcida”
Luis Chaves

Quise comprar jazmines
y tuve que conformarme
con sahumerios que si descuido
pueden incendiar toda la casa. 

***

Los camiones de basura
todavía hacen el mismo ruido
que escuchaba en mi infancia
cuando no lograba dormirme. 

***

El primer calor nos recuerda
que este va a ser otro verano
sin aire acondicionado:
para soluciones artificiales
nos tendremos que conformar
con los sahumerios olor jazmín. 

***
¿Eso que rebotó contra la ventana
fue un insecto enorme
o un mensajero que trataba de advertirnos? 

***

Shh, hay que hablar más despacio:
los estudiantes están tratando de divertirse. 

***

Mi ánimo, como un guante
o un preservativo,
se expande para seguirle el ritmo
a la amplitud térmica de estos días. 

***

Hay que conseguir un tutor
que enderece a esta primavera
y que no dé lugar a efectos secundarios
ni conductas adictivas. 

***

Enciendo otro sahumerio
y de repente mis padres, todavía casados,
entran a casa con un ramo de jazmines
comprado a un vendedor ambulante
en el semáforo de la esquina.
No es el aroma lo que los evoca,
es mi tendencia a la soledad.


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