Gatillo fácil en Tucumán: muertes legitimadas por el Estado

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En Tucumán la policía asesinó de un balazo en la nuca a Facundo Ferreira, un niño de 12 años que viajaba en moto con su amigo de 14, que también resultó herido. Lejos de ser un caso aislado, las víctimas de gatillo fácil que se replican en todo el país cuentan con el aval de un gobierno que celebra sus crímenes.



La noche del viernes pasado un niño de 12 años fue asesinado por la policía en la provincia de Tucumán. Iba de acompañante en una moto manejada por su amigo de 14 años, quien debió ser hospitalizado tras el ataque. Facundo Ferreira murió de un disparo en la nuca, a días de comenzar la escuela secundaria. Los oficiales de policía, ya liberados, argumentaron que los disparos ocurrieron en medio de una persecución a un grupo de motos que «circulaban de manera sospechosa».

La noche del viernes pasado un niño de 11 años fue asesinado por la policía en la provincia de Tucumán. Iba de acompañante en una moto manejada por su amigo de 14 años, quien debió ser hospitalizado tras el ataque.

La muerte de Facundo no llegó a las tapas de los diarios, pero sí fueron divulgadas muchas versiones alrededor de su asesinato. Frente a la voz oficial que afirma que murió en el contexto de un tiroteo del que ambas partes fueron responsables, su abuela, Mercedes del Valle Ferreira, encontró un espacio para contar su versión de la historia en La Garganta Poderosa: «No existió ningún enfrentamiento. Y en cuanto nos enteramos, salimos corriendo al hospital, donde nos recibieron con mentiras los voceros arreglados con las Fuerzas. “Sufrió un accidente vial”, nos dijeron. Y minutos después, la tomografía nos anunció que había fallecido por el tiro de un arma 9mm».



Más allá de la falta de tratamiento mediático, la muerte de Facundo no es noticia. Según datos publicados por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) a fines del año pasado, hay un muerto cada 23 horas en manos de las fuerzas de seguridad. A pesar de que los casos de gatillo fácil recorren la historia de la democracia argentina, se han intensificado en los últimos años desde la asunción de Mauricio Macri como presidente.

A pesar de que los casos de gatillo fácil recorren la historia de la democracia argentina, se han intensificado en los últimos años desde la asunción de Mauricio Macri como presidente.

Desde la vuelta de la democracia en 1983 el Estado ha sido responsable por 5462 asesinatos. El gobierno de Mauricio Macri, con Patricia Bullrich como responsable de las fuerzas de seguridad, ha causado 725 muertes en 721 días de gobierno, marcando un aumento de los índices represivos con respecto a los gobiernos anteriores. El 44% de esas muertes ocurrieron por casos de gatillo fácil y el 50% de las víctimas eran menores de 25 años. Que un joven de un barrio vulnerable sea asesinado por la policía no genera conmoción ni movilizaciones populares: es una situación cotidiana.



Los números de las estadísticas son coherentes con las declaraciones del Presidente y de la Ministra de Seguridad, que se han dedicado a celebrar el accionar policial incluso antes de que este sea juzgado por el Poder Judicial. El caso de Luis Chocobar, el policía que asesinó por la espalda a un joven que escapaba de un robo y fue recibido por el presidente de la Nación, marcó un hito en el reconocimiento de una nueva doctrina para las fuerzas de seguridad. Aunque el gatillo fácil no sea una práctica únicamente de este gobierno es posible ver, además de un aumento en los casos, un respaldo a las fuerzas de seguridad que no apunta a reducir la represión estatal.

El caso de Luis Chocobar, el policía que asesinó por la espalda a un joven que escapaba de un robo y fue recibido por el presidente de la Nación, marcó un hito en el reconocimiento de una nueva doctrina para las fuerzas de seguridad.



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