Reseñas Caprichosas – «Noctivaga» de Agustina Iacoponi: un rayo de sol que atraviesa

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Noctívaga (Modesto Rimba, 2017) es el segundo libro de Agustina Iacoponi. Fiestas de fuego, rayos de sol y otras imágenes lo vuelven un poemario lleno de intensidad y calor. Pero al mismo tiempo que muestran, las imágenes dicen mucho más, en un juego del lenguaje, que está elegido palabra por palabra con mucha precisión. 

Por Tamara Grosso*


Sobre la autora

Agustina Iacoponi nació en Buenos Aires en 1989. Publicó impar (Zindo & Gafuri, 2016) y noctívaga (Modesto Rimba, 2017) es su segundo libro. 


Un rayo de sol que atraviesa

En noctívaga, el segundo libro de poemas de Agustina Iacoponi, uno de los protagonistas podría ser el sol. La breve biografía de Iacoponi en la solapa del libro destaca que nació el 21 de diciembre, día del verano, y hay algo de eso (de calor, sol, y una reflexión lenta que puede asimilarse con las vacaciones), que funciona como un hilo conductor en noctívaga. En ese sentido, hasta los colores de tapa acompañan la idea, que cierra en todos los detalles.

Los rayos poderosos del sol son una imagen que se repite y puede atravesar algo cotidiano o volverse casi mística: «flechada por el sol / cae la ropa interior / en el ocaso / de las decisiones inteligentes», en un poema; «el plexo se abría / a la par / de ese rayo de sol / que se posaba / sin hastío / – y a lo lejos – / en tierras labradas», en otro. Siempre tienen algo que iluminar, como los poemas muestran algo que puede pasar desapercibido hasta que se enfoca el detalle.



En este libro, el trabajo preciso sobre las palabras es tan importante como el contenido, y los versos, que en algunos casos son muy breves, de solo una palabra, parecen estar pensados para que cada uno, aunque contenga unas pocas letras, signifique algo, atraviese al que lee.

La autora juega con la simpleza de algunas escenas y el impacto que al mismo tiempo pueden tener. Por ejemplo: «por años construyó / un castillo / con granos de arroz […] / hizo dientes / para batallar los gorgojos. / llego a masticarlos / para evitar que sean mil / no sabe escupir, / su madre no la educó así. / tragó».

En algunos poemas, como ese, las imágenes dominan, quedándose grabadas, pero en otros son juegos con las palabras o el lenguaje lo que prevalecen en la memoria al leerlos: «siempre fiel / y sometida / al fracaso / piensa / en que piensa / mucho / pero no tanto / como antes /lentamente / la mente / lamenta / la muerte / vuelve / a recordar / que crujir / entre dientes / los pétalos / del otro / no es amor.


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