Rey del terror: «La casa de los eucaliptus», de Luciano Lamberti

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La reciente publicación de La casa de los eucaliptus (Random House, 2017) de Luciano Lamberti muestra por qué el autor cordobés ocupa uno de los lugares centrales de la escena literaria contemporánea. Con un manejo hábil y calculado del terror, lo fantástico y la ciencia ficción, las ideas centrales de los cuentos parecen calculadas, respetando ciertas rigurosidades del género. Sin embargo, lo inesperado y la incertidumbre terminan siendo determinantes para impactar al lector. 


Sobre el autor

Lamberti perfilLuciano Lamberti nació en San Francisco, Córdoba, en 1978. Es licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y escribe para distintos medios.  En el 2008 publicó los poemas de San Francisco / Córdoba en editorial Funesiana y en 2013 fueron reeditados por China Editora. Participó con cuentos en distintas antologías. Publicó en narrativa El asesino de chanchos (Tamarisco, 2010), Los campos magnéticos  (Sofía Cartonera, 2012), El loro que podía adivinar el futuro (Nudista, 2012), entre otros.

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Hay algo en la forma de escribir de Luciano Lamberti que genera un imán en el lector ni bien se empieza a leer un relato. En ese sentido, La casa de los eucaliptus (Random House, 2017) no es la excepción. En una arriesgada apuesta, Lamberti se adentra del género de lo fantástico, abarcando distintas corrientes dentro del mismo sin perder ese estilo personal que lo vuelve uno de los escritores centrales de la literatura argentina contemporánea.

El autor nacido en Córdoba es, para una gran parte de la crítica, uno de los escritores que más se preocupa por los aspectos formales del cuento a la hora de narrar, algo que, sin dudas, puede verse en La casa de los eucaliptus . En este volumen de relatos, Lamberti muestra su destreza para adoptar distintas voces que se adapten a lo que la historia demanda. Así, coqueteando con la ciencia ficción, el realismo mágico o el terror, el autor no defrauda y es solo cuestión de llegar al segundo párrafo para caer preso del verosímil propuesto.

Lamberti muestra su destreza para adoptar distintas voces que se adapten a lo que la historia demanda. Así, coqueteando con la ciencia ficción, el realismo mágico o el terror, el autor no defrauda y es solo cuestión de llegar al segundo párrafo para caer preso del verosímil propuesto.

Por ejemplo, se puede nombrar el caso de «Los caminos internos», primer cuento del libro, el cual puede llegar a leerse como una versión argentina y actual del célebre cuento de Ray Bradbury «La tercera expedición». Sin embargo, Lamberti no se queda en el mero goce estético de reproducir una forma, sino que le agrega un valor agregado que lo vuelve mucho más valioso: las referencias culturales, geográficas y temporales hacen que el relato no afecte solo por su perfección estilística, sino por los sentimientos latentes que se van dejando ver en cada acción que moviliza al relato.

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En relación con lo anterior, el uso de la ironía es otra de las herramientas a las que Lamberti echa mano sin ser efectista, pero sí muy efectivo. El relato «El Espíritu Eterno» va en esa dirección, combinando el humor, la crítica social-política (sin caer en un estilo denunciatorio o panfletario que debilitaría al texto) y lo fantástico. Con un líder político (no vale la pena revelar acá de quién se trata) conservado en un sótano de la Casa Rosada, el escritor cordobés logra crear una historia tan absurda como inquietantemente cercana. No sería extraño que los críticos literarios del futuro aprovechen ese cuento para desmenuzarlo y llenar papers al respecto.


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Quizás a esta altura se pueda pensar una hipótesis: lo que vuelve a este libro tan magnético y enigmático al mismo tiempo es el pasaje constante entre lo cotidiano y lo inverosímil, haciendo que la frontera entre lo fantástico y el realismo sea tan permeable como irresistible. Con un ojo enfocando hacia el terror o lo inesperado, hay otro que mira las relaciones humanas, la realidad social, el mundo hiperconectado en el que nos desenvolvemos. Siendo consciente de eso y con la misma precisión, Lamberti puede relatar un pueblo que quedó marginado del progreso, una ciudad cosmopolita o una ventana fantástica que transporta a otra realidad sin generar ningún ruido al lector.

Quizás lo que vuelve a este libro tan magnético y enigmático al mismo tiempo es el pasaje constante entre lo cotidiano y lo inverosímil, haciendo que la frontera entre lo fantástico y el realismo sea tan permeable como irresistible

En definitiva, se puede pensar que hay algo, un clima neofantástico que recorre La casa de los eucaliptus , donde lo extraño espera en la esquina de lo cotidiano y la realidad descansa a la sombra de lo inverosímil. Dueño de una voz propia y una solidez característica, Lamberti demuestra que ya puede ser considerado un escritor maduro, pero que no pierde las ansias juveniles para ir hacia nuevos rumbos, explorar y fusionar géneros o simplemente mostrar el terror que duerme en los detalles más comunes.

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