Reseñas Caprichosas – «La familia Cubierto» de Silvia Arazi: el juego detrás del sonido

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La familia Cubierto (mágicas naranjas, 2017), de Silvia Arazi, despliega un ambiente rítmico y sonoro que acerca la poesía a los más chicos mediante los juegos del lenguaje. Los versos, acompañados por las fotografías de Leticia Fraguela, construyen un mundo de personajes vívidos que, detrás de las dosis de humor, se ancla en una realidad concreta para interpelar a todas las edades.


Sobre la autora

Silvia-araziSilvia Arazi nació en Buenos Aires. Estudió Historia del arte en la Universidad de Buenos Aires y canto lírico en el Instituto Superior del Teatro Colón. En 1988, publicpo su primer libro de relatos: Qué temprano anochece (Galerna, 1988), que recibió el Premio Julio Cortázar de Narrativa Breve en España. Publicó las novelas La Maestra de Canto (Sudamericana, 1999), recientemente reeditada por la editorial Letras del Sur y La música del Adiós (Galerna, 2004). Además escribió los poemarios y La medianera: una novelita haiku (Interzona, 2013), ganador del segundo premio otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, y Claudine y la casa de piedra (Ediciones del Dock, 2015).

Sobre la fotógrafa

Leticia Fraguela nació en Lanús, provincia de Buenos Aires, en 1973. Estudio danza contemporánea en el Teatro General San Martín y se desempeñó como bailarina en destacadas compañías. Desde hace varios años, se dedica profesionalmente a la fotografía de espectáculo, en particular tango y folclore. Ha realizado el arte de tapa de varios discos.


El juego detrás del sonido

Los primeros contactos con la poesía pueden ocurrir desde muy temprana edad, de la mano de canciones populares y juegos sonoros que introducen a los más chicos en las estructuras del lenguaje. La familia Cubierto (mágicas naranjas, 2017), de Silvia Arazi, se inscribe dentro de esta tradición poética: hace uso de la musicalidad para contar una historia que pone en juego la imaginación, a la vez que interpela a todas las edades.

“La familia Cubierto/ era muy respetada en esta capital./ Gente elegante, siempre de guante/ siempre de gris./ Precioso auto, preciosa casa/ y un perro gris.” Así, la autora despliega con musicalidad un ambiente que toma elementos tan cotidianos como los cubiertos del cajón de la cocina, convirtiéndolos en personajes vívidos, descritos con dinamismo y humor, elementos propios de un entorno magnético para los más chicos. «A Don Cuchillo, Pedro Membrillo,/ le fascinaba ser escuchado,/ ¡Ser aplaudido! ¡Ser aplaudido!


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La rima y las repeticiones crean un ritmo envolvente que devuelve la posibilidad de recuperar la oralidad y poner en práctica la lectura lúdica, recursos que facilitan el acercamiento infantil al mundo poético. Esto a su vez se complementa con las fotografías de Leticia Fraguela, que acompañan los versos, dando el toque visual necesario para hacer de La familia Cubierto un libro que pueda experimentarse desde distintos rincones sensoriales. 

Pero además, detrás de la fluidez y la sonoridad, el libro ofrece una narración que traspasa los límites del poemario para enfrentar, tanto a chicos como a grandes, a la transgresión de lo convencional, construido con las herramientas de ese mundo gris y metálico atravesados por cuestionamientos que van más allá del juego rítmico. Siguiendo esta línea, se pueden leer versos como: “Los Tenedores son contadores/. Guardan sus penas en aparadores/ y sus historias en la memoria”. O también: «La tía Tijera,/ tan alta y ligera,/ se siente olvidada.// Esta primavera/ hay fiesta en la casa/ pera la tijera/ nunca está invitada».

Como dice Franco Vaccarini en la contratapa, «ningún libro – y aún menos los que se escriben para niños – es del todo inocente». La familia Cubierto ofrece así un guiño a todas las edades, que invita a un recorrido fantasioso y a la vez anclado en una realidad concreta, que nunca deja de dialogar con el lector ávido de experiencias de lectura compartidas.


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