Romina Paula: «El estado constante debería ser el de no saber»

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«Voy por bloquecitos, concentrada en cada una de las cosas, para disfrutar y combatir con la ansiedad que es el mal de nuestros tiempos», destaca a La Primera Piedra la actriz, escritora y directora sobre su versatilidad dentro del campo artístico La entrega al proceso de creación, los cambios de una profesión a la otra, el auge de autoras en la literatura y la aceptación de la incertidumbre ante una realidad que abre más preguntas que respuestas. // Foto: Catalina Bartolomé.



Romina Paula es actriz, dramaturga, directora (de teatro y cine) y escritora. Nació en Buenos Aires y su profesión es el arte, en casi todas sus formas. Comenzó su camino en la carrera de Letras, de la cual se fue para estudiar actuación. Lejos de reemplazar una por la otra, Romina logra, con la propuesta de estar entregada únicamente al presente, hacer todo. Continuó su recorrido por la literatura y publicó tres novelas: ¿Vos me querés a mí?, Agosto y Acá todavía. En todas abundan las protagonistas mujeres, cargadas de fuerza y preguntas. Con intermitencias, Romina siguió actuando: en cine fue la profesora de El estudiante, de Santiago Mitre (entre otros papeles) y en teatro armó la compañía «El Silencio».

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Pero las letras y la actuación se mezclan y logran unirse en, otra de sus tantas profesiones, la dramaturgia. Fue creadora del texto de las obras Algo de ruido hace, El tiempo todo entero y Fauna. ¿Cómo logra combinar todo en un proyecto, en un tiempo y espacio? “Trato de estar entregada a lo que estoy haciendo en el momento y siempre es una cosa”, responde en diálogo con La Primera Piedra.

“La gente en estado de duda, transición y transformación es interesante y creativa, y está abierta y vulnerable. Después, cuando decide, se vuelve a blindar”

En esa misma dirección, hace dos años logró cumplir lo que dice haber sido un deseo de largo plazo, una fantasía a la que, hasta ese entonces, no se había atrevido:  entrar al detrás de cámara del mundo del cine. En 2019 hizo su debut cinematográfico con De nuevo otra vez, en la que participó como directora, actriz y guionista.

En sus proyectos conviven los vínculos, los cambios, las mujeres y los interrogantes. “La gente en estado de duda, transición y transformación es interesante y creativa, y está abierta y vulnerable. Después, cuando decide, se vuelve a blindar”, cuenta Romina Paula respecto a los personajes de sus ficciones. Con esta filosofía de la duda es como ella, una creadora en todo sentido, decide llevar a cabo sus procesos artísticos: “Cuando me acerco a un proceso creativo y hay muchas cosas que no entiendo pero que tienen que estar ahí juntas, las pongo, aunque no entienda (…) Trato de entender el proyecto en lugar de imponerme.”

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Romina Paula

«La muerte no existe y el amor tampoco», la adaptación al cine de Fernando Salem a la novela «Agosto» de Romina Paula


— ¿Disfrutás más el trabajo como actriz, como directora o como creadora de guiones y escritora?
— No es que disfrute más una cosa que otra y es raro que haga todo al mismo tiempo. Hacer realmente estás haciendo siempre una de esas cosas. Trato de estar entregada al momento: el rato que estoy haciendo eso, siento que solo hago eso. Entonces, se podría decir que disfruto de cada una de las cosas, porque así siento que puedo aprender y brindar algo desde ese lugar.

— Cuándo decís que en el momento es una cosa la que hacés, ¿te referís en el contexto general o en el tiempo presente del hacer?
— Al tiempo presente. De hecho, en la película más allá de haber ocupado tres roles, nunca estaba haciendo las tres cosas al mismo tiempo. El rato en el que estaba actuando o el rato que estaba mirando por la cámara estaba haciendo solo eso. Voy por bloquecitos, concentrada en cada una de las cosas, para disfrutar y combatir con la ansiedad que es el mal de nuestros tiempos. No digo que siempre lo logre, pero es lo que me propongo.

Por suerte en los últimos tiempos he aprendido que hay mucho más en el medio que solamente hombres y mujeres. Es algo mucho más complejo. Pero la mujer se me presentó a mi desde que nací y en todo este tiempo, en mi crecimiento, las mujeres que tuve alrededor fueron siempre una fuerza creadora y creativa.

— ¿Cómo fue el cambio de directora teatral a directora de cine?
Lo cierto es que ya tenía fantasías de dirigir cine. Pero siempre pensaba que era algo que haría cuando fuera más grande y, de repente, no me di cuenta, pero ya era más grande. Ya era la señora que vislumbraba. Igualmente. llevar adelante un proyecto de cine te puede tomar la vida y no hubiese sido posible para mí movilizar algo así. Entonces cuando apareció la propuesta de Dubcovsky, de adaptar al cine mi última novela Acá todavía, yo fui a la reunión con otra propuesta audiovisual, una idea que ya tenía dando vueltas, distinta a la de adaptar el libro. Creo que fue como si la propuesta de él le hubiera dado materialidad a un deseo que ya existía, pero para el que no hubiese tenido energía. No hubiera podido materializar todo lo que te da un productor que conoce del medio. El cine era un deseo mío de largo plazo al que no me hubiera atrevido… o no hubiese tenido la fuerza de realizarlo, pero por suerte apareció una persona que me ayudó a hacerlo.

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— No fue la primera vez que se vio algo tuyo en el cine. Quería preguntarte sobre la novela Agosto de la que se hizo una adaptación cinematográfica que fue La muerte no existe y el amor tampoco… pero no fuiste guionista de ese proyecto. ¿Cómo fue dejar tu trabajo en otras manos?
La verdad, cuando Fernando Salem fue con este proyecto me preguntó si yo quería adaptar con él la novela y la verdad es que no. Me dio curiosidad cómo él vio una película en eso, siendo una primera persona femenina, y cómo la cabeza de alguien podía convertir eso en imágenes. Pero no tenía la fantasía de adaptarla, como tampoco quise adaptar Acá todavía cuando Dubcovsky me lo propuso. No me interesa volver atrás sobre proyectos que ya hice y que me llevaron tiempo, que me acompañaron. Tener que cambiarlos de lenguaje no es una fantasía para mí. Por eso fue un alivio que Fernando hiciera su propia película a partir de mi libro, lo que él leyera y se imaginara de ahí… y yo poder ver como una espectadora.

Es algo muy gráfico esto que decís de ser espectadora de tu novela. Es como si uno de tus tantos lectores te mostrara lo que él vio en tu obra.
Totalmente y fue muy extraño. Era ver exactamente la novela y al mismo tiempo no. Las dos cosas me hacían sentir rara, si era demasiado parecida y si era demasiado distinta. Realmente un viaje muy loco… está buenísimo. A mí me gusta eso, cuando me apropio del material de otra persona, pasarlo por mi cuerpo y que se convierta en otra cosa. Algunes me preguntaban “¿Por qué se lo diste a un hombre?” Y para mí fue interesante eso, que él leyera una novela en primera persona femenina y le dieran ganas de apostar a esa mirada. No deja de ser algo de él a partir de mi libro. Se convierte en otra cosa, no tiene que representar la novela.

No me interesa volver atrás sobre proyectos que ya hice y que me llevaron tiempo, que me acompañaron. Tener que cambiarlos de lenguaje no es una fantasía para mí.

— En tus creaciones abundan las protagonistas mujeres, ¿Qué te lleva a poner personajes femeninos como protagonistas?
No es por una cuestión de agenda feminista. Hay un poco una fascinación, pero lo más sencillo sería que, al trabajar en primera persona y como me auto percibo como mujer, siempre es lo que tuve más a mano. Pero también es cierto que, a mi alrededor, en mi crecimiento, siempre me generaron cierta fascinación las mujeres, tampoco sé qué significa eso. Por suerte en los últimos tiempos he aprendido que hay mucho más en el medio que solamente hombres y mujeres. Es algo mucho más complejo. Pero la mujer se me presentó a mi desde que nací y en todo este tiempo, en mi crecimiento, las mujeres que tuve alrededor fueron siempre una fuerza creadora y creativa.

— El protagonismo de las mujeres también es algo que se da en el momento actual de la literatura.
Sí, a mí me pasa lo mismo. De golpe pienso “hace años no leo a un hombre” y no es algo apropósito. Sino que todos los libros que quiero leer son de mujeres. Está buenísimo. 

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Romina Paula

«De nuevo otra vez», el debut como directora de cine de Romina Paula.


— En tus novelas existen más preguntas que respuestas, ¿Hay una intención de hacer partícipe al lector detrás de eso? ¿Qué sea parte de la creación e imagine sus respuestas?
A la hora de escribir siempre pienso que eso lo va a terminar leyendo alguien más. Pero siempre, incluso en el teatro, el primer espectador es uno y escribís para vos. La primera lectora de ese material soy yo misma. Entonces me preguntaba “¿Qué tengo ganas de ver los próximos años? ¿De qué tengo ganas de estar acompañada?” Y por eso en mi narrativa siempre se abren dudas, me hago muchas preguntas, me respondo a veces, o siento una cosa y pienso la contraria. No soy de conclusiones y mucho menos en esas primeras personas en momentos de transición, de crisis. Cada vez afirmo más que el estado constante debería ser el de no saber, pero no por estar confundido. El aprendizaje más grande que nos dejó el año pasado es que nadie puede saber nada. Fue un cachetazo, pero hay que tomarlo como un favor y entender que uno nunca sabe realmente y no se puede afirmar que uno sabe. La gente en estado de duda, transición y transformación es interesante y creativa, y está abierta y vulnerable. Después, cuando decide, se vuelve a blindar. Son todas unas estructuras que dan seguridad, pero blindan a la gente. Lo que pasa es que hay que bancar estar entre cosas y no aferrarse. Es un trabajo constante. Entonces mis personajes dudan y se preguntan, lo que también se ve en el nivel del lenguaje cuando no saben qué palabra usar. Como son todas primeras personas permiten compartir algo del proceso de la escritura también. Algo de la velocidad de la cabeza.

El aprendizaje más grande que nos dejó el año pasado es que nadie puede saber nada. Fue un cachetazo, pero hay que tomarlo como un favor y entender que uno nunca sabe realmente y no se puede afirmar que uno sabe.

— Como artista y creadora, ¿En qué trabajos ajenos te inspiras? ¿Qué libros, películas, obras de teatro sentís que fueron una influencia, que te marcaron de alguna forma?
La verdad es que siempre que estoy en un proceso tengo constelaciones de lecturas y de películas que acompañan. Ahora mismo tengo muy cerca a Leila Guerriero. Hay algo de ella que me resulta muy inteligente y sensible, usa un lenguaje frondoso y preciso. No sabría cómo va eso a parar a mi trabajo, es misterioso el camino. Y después, ahora que estoy escribiendo una película, se me aparece Rilke, el poeta. Es raro, un poeta de señora vieja… pero mucho me llevó a eso. Algunos poemas de él me atravesaron mucho, uno lo usé para Fauna en su momento y fue como un camino inverso: no es que me encantaba y lo empecé a usar, sino que se me apareció, lo empecé a usar y me pregunté “¿Qué pasa con esto, que siempre aparece en procesos creativos?” Todavía no entendí por qué, sigo tratando de averiguarlo. Lo mismo que te decía de las dudas, hay muchas cosas que no entiendo. Cuando me acerco a un proceso creativo y hay muchas cosas que no entiendo pero que tienen que estar ahí juntas, las pongo, aunque no entienda, eso mismo me da curiosidad y ganas de estar ahí. Trato de entender el proyecto en lugar de imponerme.

— Es lo mismo que decís con la lectura de tus novelas: mientras vos creás te vas entregando a la incertidumbre.
Exactamente, hay que entregarse al proceso. Es arduo, pero también está bueno porque te sorprende, vas encontrando cosas que no esperabas.

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