Marina Glezer: «Hay algo de pertenecer que ya no me importa nada»

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Con una apuesta constante a la renovación y a los nuevos retos, la actriz, directora y conductora radial piensa en los desafíos que se abren para la ficción en tiempos de Coronavirus: «Es importante activar el trabajo cooperativo: yo hago tal monólogo, vos le pones música, y si la multinacional nos quiere poner la plata, bienvenida». Además, cuenta cómo lleva adelante la cuarentena a nivel personal: «Esta angustia, estando en casa acompañada por personas queridas, está volcada a espacios creativos». 



Nacida en Brasil en 1980, en medio del exilio familiar por la última dictadura cívico militar en Argentina, su trabajo dentro de los medios de comunicación y la ficción posee distintas facetas. “Creo que todos los lenguajes convergen, sobre todo cuando me doy cuenta que intento hallar en los dibujos que hago a la protagonista de la película», afirma Marina Glezer en diálogo con La Primera Piedra sobre una de sus últimos descubrimientos en tiempos de cuarentena por el Covid-19: la pintura.

Además de actriz -recordada por sus papeles en El Polaquito, Roma o Diarios de Motocicleta-, Glezer es conductora radial, directora, guionista y más.  A su vez, reafirma algo que deja entrever en cada aparición pública: «Hay algo de cierta estructura heteronormativa de la que me fui despojando, que cuando empecé a trabajar como actriz veía que sin ser lo que debía ser no iba a pertenecer».

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Respecto a la idea de la productividad y los desafíos de ser creativo en un contexto de encierro y aislamiento, la conductora de Pasajera en Trance (domingos de 13 a 16 hs por AM 750) destaca: «Pienso que también como esta situación es nueva, la creatividad sale de la carencia y un poco de la angustia, por lo menos a mí la angustia me motoriza mucho». Hoy en día, Glezer se encuentra atravesando el aislamiento social junto a su pareja, el también actor Germán Palacios, y los dos hijos frutos de esa relación.

 Trato de salirme de todo dogma y de toda cuestión moral, hay algo de ser libre en mi casa que me conecta a un espacio lúdico, de poder transformar la angustia en algo que tenga que ver con juego

En una charla a través del Instagram Live de La Primera Piedra, la actriz que formó parte del éxito televisivo Avenida Brasil también hizo referencia al contexto político y social que atraviesa el país, agudizado por esta pandemia. «Para mí es muy difícil la doble escena de un cóctel, alfombra roja y gente con mucha plata y, por otro lado un merendero, un centro cultural o biblioteca popular en un barrio hecho un merendero porque no tienen para comer», reflexiona al respecto, a la vez que asegura»que no existe la beneficencia y la caridad, sino más bien emparentarse con otro». A continuación, una transcripción parcial de ese diálogo.

— ¿Cómo venís llevando la cuarentena?
— Estoy agradecida de poder tener una casa, unos hijos que quiero mucho, un compañero que amo, un poco reafirmarse en las elecciones de la vida que uno tenía previamente.

— En ese sentido, capaz la cuarentena nos hace poner en la balanza distintas cosas todo el tiempo, ¿no?
— Sí, revalorizar en tiempos de tanta desigualdad, la carambola cómo te tocó. Veo todos esos libros detrás y digo qué bueno desangustiarse también a través de los libros.



Marina Glezer

Marina Glezer. Foto: Victoria Díaz Bevilaqcua

 


— ¿Sentís que el arte y la cultura entraron en otro lugar?
— Además de ventanas, es cierto que un libro, o una película te transporte, pienso que también como esta situación es nueva, la creatividad sale de la carencia y un poco de la angustia, por lo menos a mí la angustia me motoriza mucho. Esta angustia, estando en casa acompañada por personas queridas, está volcada a espacios creativos, amplificar los sonidos, sacar provecho del silencio, mil cosas.

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Al principio de esta cuarentena estuvo el debate sobre la productividad, sobre exigirnos si somos productivos, lo que nos demanda una atención diferente, una mirada a un ritmo distinto de nuestro ritmo cotidiano. Me contabas recién que estas pudiendo canalizar el costado creativo.
— Soy una persona muy sociable y energética, tengo mucho resto. El otro día leía que lo que hace la libertad es que siempre te sobre. Trato de salirme de todo dogma y de toda cuestión moral, hay algo de ser libre en mi casa que me conecta a un espacio lúdico, de poder transformar la angustia en algo que tenga que ver con juego, sobre todo estando 24/7 con niñes, que es una responsabilidad muy grande, no vas a estar mirando las noticias. Hay una situación que nos excede a todos a quienes deciden las reglas sociales, que tiene que ver con el desconocimiento de lo que nos está sucediendo.

 Con respecto a la productividad, solté todos los mandatos culturales que tenemos como mujeres.  Estoy más yo que nunca, más relajada que nunca, dejé de lado el tener que ser para otro

— ¿Como sobrellevás vos con esa faceta creativa en ese contexto de convivencia 24/7 ?
— Es un desafío enorme, aunque somos bastante de estar en grupo. Con respecto a la productividad, solté todos los mandatos culturales que tenemos como mujeres.  Estoy más yo que nunca, más relajada que nunca, dejé de lado el tener que ser para otro, producir lo que al otro le puede llegar a agradar.

— ¿Qué diferencias ves con el momento en que vos ingresaste al mundo de la ficción, que reglas implícitas había y tuviste que transitar y pensás que se están rompiendo?
— Pienso que es una reinvención constante cuando se tiene un acceso a ciertos pensadores, hay algo de cierta estructura heteronormativa de la que me fui despojando, que cuando empecé a trabajar como actriz veía que sin ser lo que debía ser no iba a pertenecer. Hay algo de pertenecer que ya no me importa nada, porque somos tan finitos y la vida dura y vale tan poco de acuerdo a coyuntura que toca, a suerte y oportunidad. Me despojé de todo eso que cuando era más joven creía que había que tener. La idea de no entristecer. Pienso que hay una cosa contra lo que hay que luchar contra la tristeza, que te genera los anticuerpos malos.

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— Es interesante pensar eso en este contexto, donde uno puede entregarse fácil a la tristeza, a la derrota, a la ansiedad.
— Tengo como todes vaivenes. Lo que me quita la ansiedad es pensar en que otro, con todo ese  ese caudal de energía que genera la angustia y la ansiedad, uno puede envolverla y sacar un lanzallamas que puede ser bueno bueno para otro, como un aspecto transformador. Sacar el lado más patético o siniestro que lo tengo también y que te aborda. Después pansas, bueno pero tengo un placard lleno de ropa, voy a ir a llevar ropa a gente que tienen un monto de frío y el sábado voy a ir a lo de Carola en Villa Soldati que canta y tenía un centro cultural devenido en merendero en el macrismo… Todo eso en pos del momento que me voy angustiando y que se me viene la ansiedad. Estar un poco pendiente de cómo estar el otro.

En este sentido apelo a que no existe la beneficencia y la caridad, sino más bien emparentarse con otro

—Un costado muy interesante tuyo en ese sentido es el costado de pensar en los demás, de incluso hacer coincidir lo artístico con lo solidario.
—Sí, con lo social, el trabajo social. Veo películas y soy curiosa, y al mismo tiempo somos contemporáneos a una política como Cristina Fernández de Kirchner y estamos atravesando por este cambio de paradigma que cuestiona lo que la Iglesia enseñó.  En este punto me siento feliz de estar en este momento actual y de poder ser testigo de este junto a mis hijos y tener una comprensión de la historia por consultar pensadores que son los que se angustiaban verdaderamente. En este sentido apelo a que no existe la beneficencia y la caridad, sino más bien emparentarse con otro, y decir «Bueno tengo este espacio y está abierto para el que quiera venir». Esto que te decía primero que es que cuando sos libre todo sobra, porque es así, poder encontrar placer aun en los momentos angustiosos y en los picos de soledad. Vivir el amor y definir la soledad y definir categóricamente qué es cada cosa es muy difícil



— También te quería preguntar por tu característica multifacética, ¿qué es lo que te motiva ponerte a prueba con distintas disciplinas? Por ejemplo, salió un cuento tuyo publicado en Página 12 en estos días.
— Empecé a estudiar escritura cuando los contenidos que me proponían para actuar siempre eran menores a un personaje que transitaban algo que me pasaba a mí en mi propia vida. Siempre me tocaba muy de «Lolita», la que va a pedir al hombre que la valide, la que quiere resignficarse en una imagen masculina. Entonces dije tengo que estudiar para escribir personajes que tengan contundencia, para que las mujeres empiecen a actuar quienes realmente somos los personajes femeninos de la historia y que, sobre todo, no estuviesen bajo la voz narrativa de un varón cis blanco. Empecé a estudiar primero con Santialgo Loza y Lisandro Rodríguez, después con Mauricio Kartun y después estuve cuatro años con Cynthia Edul y Romina Paula y después estuve con Marta Betoldi para hacer algo mas tipo tele y después indagando en lo que era la dramaturgia actoral, un poco con Rafael Spregelburd y todas esas herramientas y esos recursos devinieron en la actividad de escribir y dirigir cortos, en la posibilidad de una obra de teatro y ahora una segunda versión que estoy presentando mañana del primer largometraje. Hoy soné en la siesta que lo hacía novela, el largometraje. Pude escribir 90 páginas que me costaron por la soledad del escritor, el acostumbrarme a actuar siempre con la otredad, en donde uno juega con otro, siempre acostumbrada a eso, en la escritura me dio mucha soledad todo lo que fue el abordaje de poder hacerlo. Pero escribir es lindo y en estos últimos tres años encontré un compañero que le encanta escribir con el que tenemos un pin pong muy alucinante, que es Pablo Dipierri, y que me transmitió una confianza a perder el miedo del que mucho abarca poco aprieta. Ahora en cuarentena me puse a  pintar en acuarela y voy con esa confianza de hacer dibujos de acuarela y no me disgusta.

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— ¿Cómo crees que convergen todos esos lenguajes en vos?
— Creo que todos los lenguajes convergen, sobre todo cuando me doy cuenta que intento hallar en los dibujos que hago a la protagonista de la película. Es una sorpresa enorme las mujeres que dibujo, quién serán. También es desangustiante tener un plan a futuro, como un norte, unas ganas de algo que va a suceder en un mañana, no sé cuándo, pero que sucederá, que te da energía, yo quiero que exista un mañana. Quiero filmar la película y actuar con un director que admiro y hacer teatro, y que le pasen cosas lindas a la gente que amo y eso es la vitamina para levantarse de la cama y cuando no puedo agarro un libro y ese libro me lleva a prender la computadora…

Para mí es muy difícil la doble escena de un cóctel, alfombra roja y gente con mucha plata y, por otro lado un merendero, un centro cultural o biblioteca popular en un barrio hecho un merendero porque no tienen para comer.

— En este mañana que estamos proyectando, cuáles pensás que van a ser los desafíos para la industria del cine y la televisión, cómo pensar esa normalidad, como pensar en ese mañana?
— Muy difícil, tenía tres productores que estaban trabajando en el proyecto y abandonaron, lo voy a hacer igual. Siento que no va a ser tan difícil volver al teatro,  al cine, a los recitales. Soy más particularmente de necesitar la música en vivo, siento que no va a tardar tanto en volver. Es como una fuerza que empuja de alguna manera. Lo leía el otro día: en una situación de excepción lo único que pueden suceder son cosas excepcionales. Es como cuando te clavas una espina y no te la podés sacar y te dicen no te preocupes, el cuerpo la expulsa. No existe la posibilidad de vivir sin contacto físico, de aguantar no besar, de no ver música en vivo. Haremos anfiteatros en las plazas, iremos en autos,  iremos de a 10 al teatro con dos metros de distancia. Existió teatro abierto, Bertolt Brecht… En algún punto sospecho que emana de alguna manera lo que es necesidad esencial y que muchas veces no es considerado como tal. Yo considero a la música, al teatro y al cine como actividades esenciales.

— ¿Qué desafíos pensás tiene la ficción en ese contexto? Por ejemplo, pienso en todo lo necesario para que en una obra se puedan besar actores y actrices, cómo todo va a ser mirado con cuidado, la readaptación.
— Yo creo que nos vamos a besar igual en algún momento, o a través de un barbijo. No hay manera de que no vuelvan los besos porque son vitales, o tal vez encontrarán la vacuna y en algún momento se superara. Hubo otras pandemias, se superara y no va a destrozar el mundo, tendrá un proceso, lo que sí hace hoy es extender la brecha, es ampliar la diferencia de clase y extender los márgenes de indigencia y precariedad que vive en nuestro país la mitad de la gente. Si a vos no estás exento a esa realidad, ya vivías con esa culpa. Como esa dicotomía yo ya la tenía…Para mí es muy difícil la doble escena de un cóctel, alfombra roja y gente con mucha plata y, por otro lado un merendero, un centro cultural o biblioteca popular en un barrio hecho un merendero porque no tienen para comer. A veces me pregunto si yo no debería igualarme. Trabajo para que puedan tener oportunidades o el país les brinde las herramientas que yo pueda tener. ¿Debería despojarme? ¿Cómo es cuando sos testigo y no cómplice? Soy testigo de la injusticia y me deprime profundamente ser cómplice.

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— Esto me hace acordar a algo que dice Darío Sztajnszrajber, que esta pandemia genera que el que era generoso lo profundice y el que era choto sea más choto.
— Claro, no podés caretear.  Una cosa que me paso en esta cuarentena es descubrir gente que desconfía de la bondad y la solidaridad y yo me preguntaba cómo puede haber gente que desconfíe del bueno, habiendo tanto malo declarado, tanta gente poco solidaria, poco generosa, mezquina. Es como cuando Macri hablaba del “curro de los derechos humanos”, como si se pudiera currar con una exigencia de Memoria, Verdad y Justicia, con tres pilares que constituyen en términos de convicción. Es esto mismo, la crueldad de la bondad.  Me parece rarísimo: «Se hace la solidaria y me parece muy sospechoso». Bienvenido, en todo caso, aquel que se disfraza de solidario y bueno porque aquel que se disfraza lo está haciendo, sean caretas de la solidaridad. Si vas a decir a alguien donen, primero doná vos, hay una cosa muy finita, hay mucha gente que cree el yo lo valgo, esto me pasa a mi porque yo lo valgo…

No existe la posibilidad de vivir sin contacto físico, de aguantar no besar, de no ver música en vivo. Haremos anfiteatros en las plazas, iremos en autos,  iremos de a 10 al teatro con dos metros de distancia.

— ¿Cómo ves el futuro cercano de la industria? Uno se puede quedar con la foto de actores y actrices y no se ve lo que está detrás que también esta frenado ahora, ¿cómo se puede remontar esta situación en el corto plazo?
—Me angustia mucho la situación de los colegas y compañeros de lo audiovisual, porque es gente con la que trabajo en la diaria que cobra por día. Se creó un fondo con cadenas de donación y el Estado para ser abarcativo. Es muy complejo pero en mi caso lo que hice, para con mis colegas fue tratar de llegar al sindicato que está parado, para empezar a generar de alguna manera un trabajo remoto, podemos por ejemplo grabar individualmente y después compaginar, los técnicos podrían editar y hacer pos producción en sus estudios. Es reactivar con otros recursos todo lo que creativamente está a nuestro alcance para poder trabajar, porque todo lo que generamos con trabajo genera regalías y remuneraciones. Es importante activar el trabajo cooperativo, yo hago tal monólogo, vos le pones música, y si la multinacional nos quiere poner la plata bienvenida, porque seguramente tiene gran difusión para América Latina y el país. Es un poco así como se piensa también el teatro independiente, cuando articulás donaciones o hacés puentes, llegás al otro lado del río con manos sacando al último. Te das cuenta de que es un trabajo cooperativo y de voluntarismo sabiendo que podés perder, que no lo hacés con un fin individual o con personalismos, no lo hacés para vos, sino para que se genere algo que empuje la explosión y la generación de otra cosa, como que abre. Lo que hay que hacer cuando uno está encerrado es abrir para donde se pueda.

— En ese sentido te quería preguntar si pensás que esta situación puede ayudar a futuro a rediscutir cosas que se dan por sentado o ciertas injusticias en la industria.
—Soy optimista con el cambio de gobierno y con la posibilidad de apelar a una cultura solidaria. Estamos luchando por una apertura más plural y diversa porque no es de ahora ni con cambio de paradigma ni porque queremos una nueva normalidad…. Como dice Susy Shock: “No queremos ser más esta humanidad”. Tengo esperanza con el futuro, no tiene que ver solo con el consumo sino con usar la cultura como una herramienta para la educación y la salud.

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— ¿Qué proyectos dentro de la gran variedad de cosas que hiciste sentís que te marcaron?
— Uno de los grandes proyectos que me atravesaron fue Diarios de Motocicleta, fue un personaje con el que pude entrar en contacto y con el que conquisté al director. En mi ímpetu de ganar el personaje, fui a buscar el testimonio real de Celia Guevara. Después también Avenida Brasil, de la que me quedó una hermana brasileña. Hacía tres años que estudiaba portugués en ese momento hice un casting y quedé. También El Polaquito, claro. Todo lo que hice como actriz es una experiencia que me vale, tanto lo positivo como lo negativo me vale como la vida toda, soy agradecida de haber tenido la oportunidad de haber conocido a tantos directores. Ese es el costado que tiene no ser la protagonista: hacer mini bolos te permite trabajar con muchas personas.

Y, para no perderte el paso, ¿cuáles son tus proyectos a futuro?
— Ahora estado filmando un mes en Costa Rica, haciendo Alfredo y Catalina. Y la película que voy a dirigir es toda en Uruguay, así que estoy anhelando ir para allá, pero por el momento me escuchan en la radio con Pasajera en Trance, los domingos de 13 a 16hs por AM 750. En ese sentido estamos haciendo unos radioteatros con Pablo Di Pierri. Además, tenía varios proyectos como actriz, pero vislumbro un futuro cercano en ese sentido. Por lo que apuesto por ahora a la creación de contenido para cuando podamos implementarlos con los protocolos necesarios.


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