Estallido social en diciembre: del 2001 al 2017

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Represión, cacerolazos, ajuste escalado a favor de unos pocos sectores concentrados. Diputados y senadores que dan la espalda al pueblo. Un gobierno que solo responde con sus fuerzas represivas. Del estallido social en diciembre del 2001 a lo sucedido estas últimas semanas en la Ciudad de Buenos Aires: imágenes repetidas en la historia argentina en la que siempre pagan los sectores más vulnerables. (Fotos: imágenes de diciembre de 2001)



En la última semana del gobierno argentino se vivieron situaciones que, si bien se pueden asemejar a algunos otros momentos del pasado reciente, la imagen que remite este diciembre recuerda al estallido del 2001. 19 y 20 de diciembre de ese año quedaron grabados a fuego en el pueblo argentino que por hambre y miseria exigía a un Estado y a un gobierno que les daba la espalda: «Que se vayan todos, que no quede ni uno solo».

Represión, estado de sitio, cacerolazos, piquetes son alguna de las imágenes que recuerdan aquel diciembre del 2001. Hoy,  algunas de ellas se repiten.

Represión, estado de sitio, cacerolazos, piquetes son alguna de las imágenes que recuerdan aquel diciembre del 2001. Hoy,  algunas de ellas se repiten. Es que desde hace una semana, las fuerzas represivas toman el centro cada vez que hay una nueva movilización y reprimen indiscriminadamente a quienes se manifiestan contra el gobierno de Mauricio Macri. Jubilados, trabajadores, jóvenes, docentes, periodistas, estudiantes son un objetivo común a las balas y los gases del aparato represivo en el contexto de ajuste que se vive en el 2017.


Las Madres de Plaza de Mayo fueron reprimidas en diciembre de 2001


Si bien no hay una firma que haga valer un estado de sitio, en las situaciones vividas en el Congreso de la Nación del jueves 14 de diciembre, como el lunes 18 del mismo mes, ese estado existió de hecho. La cacería prevaleció contra cualquiera y la policía detuvo indiscriminadamente. También, se llevó adelante la represión con una brutalidad abrumadora: atropellos a manifestantes ya heridos, golpes a jubilados que se tapaban la cara por los gases y disparos a mansalva a la movilización que se acercaba al Congreso, pero también a la que quería desmovilizar.

Si bien no hay una firma que haga valer un estado de sitio, en las situaciones vividas en el Congreso de la Nación del jueves 14 de diciembre, como el lunes 18 del mismo mes, ese estado existió de hecho.

La crisis económica que desató la rebelión en diciembre de 2001 era muy distinta, la pobreza llegaba al 35,4 por ciento de la población y la tasa de desempleo alcanzó su punto máximo con una cifra del 21,5 % de desocupación, según las cifras del INDEC. Hoy no es la misma situación, es necesario aclararlo. Sin embargo, las medidas económicas que se profundizaron durante la década del ’90 y se mantuvieron en el gobierno de Fernando de la Rúa junto a la Alianza, son muy similares a las que se están tomando desde hace dos años con la gestión de Cambiemos.

Sin ir más lejos, uno de los motivos que provocó semejante estallido social en 2001 fue el recorte del 13 por ciento a los salarios de los trabajadores estatales y los montos que percibían los jubilados en julio de aquel año, ajuste protagonizado por Patricia Bullrich como ministra de Trabajo. Hoy, su figura también está presente como máxima responsable de las brutales represiones que se están viviendo y, además, se acaba de aprobar la reforma previsional que prevé un fuerte ajuste a los jubilados.



Este diciembre del 2017, a pesar de sus diferencias, recuerda al 2001 por las imágenes de la represión y los cacerolazos acompañadas del brutal ajuste a los sectores más vulnerables. Si, es verdad, que hubo cacerolazos entre ambos años, y también hubo represión a la protesta social en los gobiernos anteriores. Sin embargo, este combo de situaciones con camiones hidrantes en el centro porteño y la militarización desplegada allí no sucedió desde aquel diciembre en que el Estado decidió darle la espalda al reclamo de los sectores más vulnerables y reprimir al pueblo.

Miseria, hambre y una profunda crisis social, económica y política dio lugar al estallido de diciembre del 2001. A su vez, esa necesidad de poblar la histórica Plaza de Mayo y otras tantas a lo largo del país, a pesar de la declaración del estado de sitio, fue un claro síntoma del agotamiento de un sistema neoliberal que seguía beneficiando a los mismos de siempre y empobreciendo a los más vulnerables. Pero también es un claro y concreto mensaje para entender que, a pesar de todo el aparato represivo que se despliegue, el pueblo no va a dejar de salir a las calles.



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