Reciclaje con inclusión

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Sonia Moreno, de 40 años, fue una de las dos socias fundadoras de Creando Conciencia, cooperativa de reciclaje pero también de inclusión social, en el año 2005 cuando no tenían  “vestuario ni baño”. En la actualidad, son más de 45 las personas que trabajan allí y ella disfruta del progreso logrado.

Su responsabilidad en Creando Conciencia, durante los días de la semana, consiste en separar los materiales en la planta de procesamiento propia de la cooperativa. Antes, lo realizaban manualmente: “Separábamos  los residuos en una mesa, cada una en la suya, poníamos 10 bolsas alrededor, las cortábamos y poníamos en los bolsones”, describe. Ahora, la realidad es distinta: “Compramos nuestra propia cinta transportadora, en la que trabajan más personas y cada uno tiene su producto para separar”.

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Comenzaron sin tener baños, vestuario, ni techo: cuando llovía se querían morir porque se arruinaba todo el material. “Trabajamos dos años así insalubres pero fuimos progresando”. Vivió todo el proceso de Creando Conciencia. El antes y el después: “Es una satisfacción para mí crecer acá”. A los 30 años comenzó a trabajar “cobrando 22 pesos” y, ahora, “no sólo progresamos económicamente, sino que también lo hicimos personalmente”.

La planta está ubicada en Benavidez, Buenos Aires, y es dónde reciben los materiales que trae el camión que circula por los barrios con los que trabajan. Sonia participa de esa recepción para poder comenzar con su labor diaria, la cual no dura más de ocho horas y afirma que le permite poder vivir tranquila, pudiendo así disfrutar de su hijo.

También hay quienes les acercan sus residuos directamente a la cooperativa para que puedan tener una disposición final adecuada. “Los chicos vienen con su bolsita y la tiran contentos en los bolsones”. Sin olvidar que ellos también son agentes multiplicadores de conciencia, revela: “Mi hijo de 10 años le cuenta a sus compañeros como se deben tratar los residuos”.

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Hoy 45 personas acompañan su tarea habitual ocupando los puestos, además del suyo en la planta, como recolectores, supervisores o choferes de los camiones. Demostrando, a su vez, un progreso en la cantidad de residuos recolectados por año. En el año 2009, acopiaron en total 150 toneladas de material recuperado; en el 2012, llegaron a las 660; y en el 2013, superaron la marca de los 850.000 kilos. Incrementando, de esta forma, tanto los beneficios económicos, como también los sociales y ambientales.

Sin embargo, estos números sólo reflejan lo recuperado de forma efectiva debido a que, a su vez, se produce un alto rechazo de los mismos. Por ello, para el 2014 se propusieron trabajar en campañas de concientización que permitan hacer comprender la labor que hay detrás de una bolsa de residuos, es decir, que está destinada a ir a una cooperativa de recuperadores, donde son personas las que clasifican y recuperan el material, y que es por esa razón, que es sumamente importante entregar los residuos limpios, secos y sin restos de comida.

Comprender cómo colaborar, entender el trabajo de los demás y el papel que se debe cumplir como miembros de una sociedad. Sonia Moreno aprehendió todo este proceso: “Muy a pulmón y de manera autogestionada”, asiente. El trabajo cooperativo que realizan no sólo brinda ayuda social, sino que también tiene un papel fundamental en lo ambiental. “Antes traían basura, ahora todo separado y limpio”. Se acepta la voluntad emprendida y ellos son respetados como se merecen. “La mentalidad de la persona cambió, vieron el proceso que hicimos en todos estos años, ahora saben a qué nos dedicamos”.

Entre los significados del término conciencia que establece el Diccionario de la Real Academia Española, se expresa que es “la propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta”.  Con una expresión de orgullo y risas de por medio, Sonia Moreno, garantiza: “En las bolsas, yerba no encontrás más, tampoco pañales”. Definitivamente reconoce lo que creó en ella y en los demás.

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