El otro lado de la revolución sexual: una historia sobre el origen de la pastilla anticonceptiva

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¿Quién fue Margaret Sanger? ¿Por qué su lucha por la pastilla anticonceptiva significó la libertad para muchas mujeres pero la vulneración de derechos para otras? Estas preguntas pueden responderse en la siguiente historia, una edición especial de «Tu próxima conversación», el newsletter de La Primera Piedra. Todas las semanas, este newsletter ofrece relatos que permiten trasladarse en el tiempo y el espacio, para descubrir personajes, lugares y acontecimientos rescatados de las investigaciones que surgen del podcast Detrás de lo invisible. Podés recibirlo todos los miércoles sucribiéndote acá, con una colaboración mínima por mes que nos ayuda a seguir haciendo nuestro trabajo. A continuación, la última entrega para que veas de qué se trata.


 


Corre el año 1916 en Brooklyn, Estados Unidos. Es un día tormentoso en que todas las personas buscan refugio debajo de los techos que encuentran en el camino. En una esquina, el agua de la zanja corroe un folleto. La mayor parte del texto desapareció, pero aún puede verse un titular: “Sin dioses ni maestros”. En los alrededores, la frase se hizo conocida hace tiempo, es parte de un secreto a voces. El lema de la revista La mujer rebelde, cubrió las paredes de las calles bajo la vigilancia y la represión estricta. Muchos estaban preocupados, sabían que era el primer paso, y no se equivocaban. Su fundadora, Margaret Sanger, una enfermera de Nueva York estaba decidida a crear conciencia social sobre métodos anticonceptivos. Fueron muchos los embarazos no deseados y las muertes por abortos inseguros que presenció durante su carrera. Hasta que un día dijo basta.

El lema de la revista La mujer rebelde, cubrió las paredes de las calles bajo la vigilancia y la represión estricta. Muchos estaban preocupados, sabían que era el primer paso, y no se equivocaban. Su fundadora, Margaret Sanger, una enfermera de Nueva York estaba decidida a crear conciencia social sobre métodos anticonceptivos.

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Para Sanger, La mujer rebelde fue solo la antesala. El siguiente paso lo dio con la clínica de control de natalidad que fundó. La primera de Estados Unidos. Pero por supuesto que la venían siguiendo de cerca y, ahora, en este día tormentoso, mientras su folleto se desintegra en una zanja, ella está presa. La detuvieron hace unos días por distribuir información sobre métodos anticonceptivos. Sabía que su clínica fue clausurada, pero ese día decidió no rendirse. Cuando sale de la cárcel continúa armando redes para cumplir su objetivo. En 1921 funda la Liga Americana de Control de la Natalidad, que más tarde se convertirá en la Federación Americana para la Planificación Familiar, conocida como Planned Parenthood. La organización crece, se vuelve internacional y Sanger, la presidenta.

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Margaret tarda casi treinta años pero finalmente consigue algo para lo que removió cielo y tierra: financiamiento para que Gregory Pincus, reconocido biólogo, investigue sobre la pastilla anticonceptiva. Quien se convierte en benefactora es Katherine McCormik, una mujer de alta sociedad que participó en la campaña por el voto femenino, que contrabandea diafragmas cosidos en los dobladillos de sus vestidos cuando viaja a Europa y que tiene una gran fortuna. Su esposo muere cuando ella tiene 75 años y, con 15 millones de dólares heredados quiere hacer algo por el control de la natalidad, la segunda causa que se propuso perseguir después del derecho al voto. En 1954 y bajo el nombre de Enovid, la pastilla es probada por primera vez en el estado de Massachussetts por cincuenta mujeres. Nueve años después, saldría definitivamente al mercado de forma masiva.

Fue revolucionario. Pero cuando Sanger decía que las mujeres tenían el derecho de decidir en qué momento quedar embarazadas, en realidad no se refería a todas. Hace un tiempo ya que hizo públicas sus ideas sobre eugenesia y eso perjudica el movimiento para los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Fue revolucionario. Pero cuando Sanger decía que las mujeres tenían el derecho de decidir en qué momento quedar embarazadas, en realidad no se refería a todas. Hace un tiempo ya que hizo públicas sus ideas sobre eugenesia y eso perjudica el movimiento para los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Sanger habla de “control de la inmigración” y llega a respaldar un fallo nefasto que en 1927 que establece que los estados pueden esterilizar a personas con discapacidad sin su consentimiento y, a veces, sin su conocimiento, por considerarse “no aptas”. Su apoyo y el de otros referentes sienta las bases para que muchas personas sean esterilizadas en contra de su voluntad, atentando contra sus derechos. Casi cien años después, el nombre de Sanger será removido del edificio de Planned Parenthood de Manhattan.


Escuchá «La revolución en blíster», el episodio del podcast Detrás de lo invisible, que dio origen a esta historia

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