Entrevista a Eloísa Tarruella: «El amor es la fuerza más movilizadora que existe»

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Eloísa Tarruella es dramaturga, directora, actriz y docente. Sus ámbitos naturales son el teatro y el cine, siempre atravesados por la fuerza de la palabra y el universo poético. Acaba de estrenar Como el clavel del aire, obra que puede verse todos los viernes a las 22.30 hs. en la sala González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543). La Primera Piedra charló con la autora sobre la génesis de su última creación.


— ¿Cómo es tu vínculo con la poesía y cómo se fue filtrando en esta pieza?

— La poesía forma parte de mi vida desde muy chica porque mi papá, Alejandro Tarruella, es escritor y poeta. Entonces hay algo de la coyuntura familiar que me marcó desde la infancia. El universo poético me parece muy interesante. Y dentro de esta obra en particular hay un conflicto central que es el de Olivia, una señora a la que le quieren arrebatar la casa para construir un mega emprendimiento edilicio: esto es casi lo opuesto a la poesía, que se caracteriza por detenerse en el detalle y lo invisible. Hay un contraste muy fuerte entre el universo poético de Olivia y el mundo administrativo-burocrático que trae el personaje de Paula, la abogada. Poesía versus burocracia: me parece muy interesante ese choque.

— En la obra se cita a varios escritores, poetas y músicos: Alejandra Pizarnik, Charles Bukowski, Chavela Vargas, Eduardo Galeano. ¿Cómo fueron apareciendo y de qué manera te identificás con ese legado?

— Bueno, Pizarnik es una escritora que me fascina desde siempre, pero muchas de las referencias que aparecen tienen que ver específicamente con las situaciones o los personajes. A Olivia le gusta mucho citar y eso se incorpora casi como un juego. El pájaro azul de Bukowski, por ejemplo, apareció por recomendación de una amiga poeta (Sol Iametti) que me mandó un video con el recitado justo cuando estaba en el proceso de escritura. Todos los autores que cito me interesan, pero a la vez había algo de lo que iba sucediendo que me llevaba directo a la frase poética que necesitaba para ciertos momentos dramáticos.

En Como el clavel del aire la fuerza femenina es un componente central porque el relato está protagonizado por cuatro mujeres: Olivia (Julia Azar), Paula (Brenda Bianchimano), Chavela (Brenda Fabregat) y Sara (Julieta Puleo). Eloísa asegura que «esto surgió desde el minuto cero. Antes de empezar a escribir tenía claro que quería contar una historia sobre mujeres. El tema me atraía por diversos motivos, pero sobre todo por esto de la hermandad femenina, que es algo muy interesante para contar e indagar». El personaje de Olivia, además, pone sobre la mesa otras cuestiones como los estereotipos que se construyen en torno a la edad. «Intenté mostrar el otro lado de lo que nos quieren vender sobre la vejez: siempre se remarca lo negativo, que está mal tener canas o arrugas, que si no parecés de 25 años está todo mal y no le interesás a nadie. Hay una visión bastante cruel sobre la vejez, y eso contrasta muchísimo con lo que vemos en Olivia: ella es una mujer vital, que fuma y toma whisky pero está bárbara, que escribe, que tiene deseos, recuerdos y una mirada hermosa sobre la vida. Es curioso que la expresión ‘vieja de mierda’ aparezca siempre como un insulto», reflexiona la autora.


— La obra se estructura a partir de la alternancia temporal entre el presente neoliberal y los años de la última dictadura cívico-militar. ¿Cómo lo pensaste y cuáles fueron los principales desafíos a la hora de traducirlo en la puesta?

— Siempre pensé esos dos tiempos como un diálogo en la puesta en escena, un vaivén entre el pasado y el presente, algo así como un rompecabezas. Por momentos esos tiempos se fusionan en la simultaneidad y eso lleva a muchas reflexiones, pero encontré cierta belleza poética en la posibilidad de que estas mujeres pudiesen interactuar en el plano fantástico de los recuerdos. La obra propone un diálogo entre el presente neoliberal y el pasado de la dictadura. Con respecto a la puesta, fueron más difíciles las partes coreografiadas o aquellas en donde aparece la música; hubo mucho trabajo de prueba y error con las actrices hasta encontrar el ritmo.

— ¿Cuáles son las reacciones del público ante ese choque de sentidos entre presente y pasado?

— Bueno, como en todas las obras las reacciones son muy diversas. Uno como autor puede querer llevar al público hacia ciertos lugares, pero después entra en juego la subjetividad de cada espectador y eso produce lecturas muy diferentes. Lo que vengo viendo en estas funciones es que la gente sale muy conmovida, muchas veces llorando. Creo que la obra genera algo emotivo y de empatía muy fuerte con los personajes. Me gusta que se produzca esa conexión con las historias de estas mujeres, porque finalmente las atraviesa algo del orden humano: el amor, el desamor, temas familiares ocultos, cuestiones con las que todos nos podemos sentir identificados.

— Mencionaste el amor y es otro de los tópicos que atraviesan buena parte de tu obra. ¿De qué manera fue apareciendo en el proceso creativo?

— Sí, el amor siempre está presente. Por un lado, es un gran misterio; por otro, una fuerza movilizadora impresionante. El amor es la fuerza más movilizadora que existe. Me refiero al amor como concepto y sentimiento hacia todo: el trabajo, en el caso de Olivia hacia los libros y las plantas, hacia una hermana, los amigos o una pareja. En mis obras hay distintos planteos sobre el amor: hay algunas que están más enfocadas sobre el amor de pareja o los amantes, y otras como esta en donde indago sobre el amor de hermanas o amigas, esos vínculos que se van generando desde otros lugares.



— ¿Cómo entendés el teatro político? ¿Te inscribís dentro de esa categoría?

— Sí y no. Creo que todo lo que uno hace es político porque siempre hay una postura y una mirada sobre el mundo. En ese sentido, creo que todo teatro y todo arte es político. Pero si vemos mis obras, no todas abordan temáticas o acontecimientos políticos; de hecho, creo que esta es la primera en donde lo planteo de manera más explícita. Aún así, no creo en la tibieza: podés no opinar sobre política pero algo pensás o ejercés en el día a día. Por eso cuando toco un tema de estas características voy al hueso e intento alejarme de las posturas más esquivas.

— Tus padres militaron activamente durante los años ’60. ¿Creés que algo de esa experiencia se filtra en tu obra?

— Creo que sí. La influencia de haber crecido en una casa donde se hablaba todo el tiempo de política, la militancia, los tiempos de la dictadura, incluso tengo recuerdo de ir a las marchas del 24 de marzo desde muy pequeña… Hay algo de todo eso que me atravesó desde muy chica y creció conmigo. Esa mirada está muy presente. Mis viejos leyeron la obra e incluso les pedí su opinión sobre algunas escenas específicas; quería ser fiel a la época porque el enfoque que planteo es realista.

— ¿Cómo ves el panorama del teatro independiente?

— Obviamente estamos en crisis porque la mayoría de los teatros independientes no llega a cubrir las facturas de luz con los subsidios y entradas a $250. Además, en términos generales la afluencia de público bajó muchísimo por la cuestión económica. Las actividades culturales son los primeros recortes que hace la gente para poder pagar los impuestos o comprar leche. Sin embargo, los teatristas seguimos generando obra, la remamos y resistimos desde ese lugar. En los momentos de crisis uno se fortalece para continuar creando de manera colectiva. En ese sentido, está bueno no parar y seguir adelante.


Funciones: Viernes a las 22.30 hs. en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543)
Localidades: $300 en boletería o por Alternativa Teatral

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Dramaturgia: Eloísa Tarruella
Actúan: Julia Azar, Julio Bambill, Brenda Bianchimano, Brenda Fabregat, Julieta Puleo
Vestuario: Soledad Gaspari
Escenografía: Soledad Gaspari
Maquillaje: Micaela Rüdt Minardi
Diseño de luces: Patricia Batlle
Música original: Juan Matías Tarruella
Fotografía: Trigo Gerardi, Valeria Sigal
Diseño gráfico: Julio Bambill
Entrenamiento vocal: Florencia Albarracín
Asistencia de Producción: Pedro Insúa, Verónica Zacayan
Asistencia de dirección: Pedro Insúa, Verónica Zacayan
Prensa: Marisol Cambre
Producción ejecutiva: Domènica Producción Teatral
Producción general: Eloísa Tarruella
Dirección: Eloísa Tarruella

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