La mala vida, de Paula Jiménez España: el secreto deseo de transformar al lector

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En este libro publicado en 2007, y reeditado actualmente por el sello Caleta Olivia, la autora se afirma en lo estético para producir una modificación permanente en nuestra visión de los otros y de nosotros mismos. Y, en ese sentido, su apuesta es a todo o nada.

Por Gustavo Gottfried*

«Una noche queríamos comprar/ merca y entré a un conventillo/ de tres o cuatro pisos,/ las escaleras circulares daban/ a los palieres anchos y en las puertas/ de las habitaciones había mesas/ donde atendían los punteros. ¿Qué pasa /si no vuelvo? pensé, nadie se entera». Así comienza La mala vidalibro de Paula Jiménez España que, según ella misma cuenta, tardó mucho en publicar. Los motivos resultan obvios: estos poemas tematizan lo que algunos llaman melodramáticamente «el mundo de la droga»: consumidores, adictos, dealers, traficantes, mulas, policías y otros personajes, entrañables o repulsivos, pero que nunca se apañan en una pretendida inocencia, habitan sus páginas.

La elección de un tema como este -si es que el tema de un libro de poesía realmente puede elegirse- conlleva un peligro: que lo mórbido de las imágenes o lo supuestamente controvertido del tema nos mantenga en la superficie del sentido. Eso puede ocurrir ya desde que nos encontramos con los primeros versos, que citamos arriba. Por eso «La mala vida» es un libro demasiado fácil y, al mismo tiempo, demasiado difícil, de leer.

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Para no extraviarse es preciso empezar por el título, que más allá de cualquier función decorativa, nos proporciona una clave de lectura. En efecto: «La mala vida» es una expresión común de contenido moral que refiere a una existencia disipada y teñida por el vicio; el camino equivocado, falso, el «viaje de ida». Pero como lectores de poesía, estamos acostumbrados a leer oblicuamente y Jiménez España lo sabe. Desnaturalizamos la expresión, desarmamos las frase hecha.

Así, en la mala vida, puede leerse la dificultad de vivir, el sufrimiento que conlleva la existencia. Y cuando pensamos en esto, se abre un nuevo campo de resonancias, accedemos a una comprensión nueva de todo el asunto y, más específicamente, de los textos: De esta manera, «La mala vida» ya no habla solamente del mundo de la droga, que innegablemente se traduce en el libro, sino que además, y a través del registro de esa experiencia particular, refiere a la particularidad y a la universalidad del dolor humano.

Los versos citados constituyen un buen ejemplo del modo de abordaje elegido por la autora: una primera persona franca y directa, pero al mismo tiempo, reflexiva, que, como una Jane Austen marginal, no nos ahorra nada sórdido, pero tampoco sensatez y sensibilidad. La alusión a Austen no resulta descabellada si la sometemos a un análisis atento: aunque, a diferencia de ella, Jiménez España prescinda de cualquier gesto didáctico o moralizante, parece animar a estos poemas -al igual que a las novelas de la autora pre victoriana-, el secreto deseo de transformar al lector, no a partir de una moral, pero sí de una ética y una estética.

Nuestra opinión es, justamente, que la autora se afirma en lo estético para producir una modificación permanente en nuestra visión de los otros y de nosotros mismos. Y, en ese sentido, su apuesta es a todo o nada: entramos en el texto y nos cambia para siempre, o nos quedamos afuera, fascinados con el reviente de la anécdota que constituye la superficie imaginaria de los textos. Su posición, casi diríamos gramatical -y que se manifiesta, por ejemplo, en la adopción de la primera persona-, es comprometida en el mejor sentido, tratándose de poesía: el artístico. Es también arriesgada, como decíamos al principio, y original (además de la única que podía justificar una obra como esta)


Una mujer
después de hablarnos mucho
pregunta si nos queda alguna duda.
Yo tengo una, señorita, pide Loli
levantando su mano como un chico
en el colegio, ¿qué pasa si vienen a mi casa
y se ponen a tomar delante mío?
No mires
o deciles que se vayan, le contesta.
Qué joda, exclama Loli,
encanutan la merca, se la llevan
y no conformes
también me dejan sola.

Como si hubiese intentado equilibrar el desborde emocional que producen los poemas, Paula Jiménez España parece haber buscado en este libro una gran solidez estructural. Es por eso que la construcción resulta inusualmente rigurosa para estos tiempos. En este punto debemos tener en cuenta que este proyecto poético constituía -sobre todo por el tema abordado- un gran tour de force. Así podremos entender la necesidad de que la forma estuviera extremadamente cuidada.

Sea como fuere, estos poemas realmente dan en el blanco y logran que nuestra mala vida sea, al menos por un momento, un poco más verdadera, y por eso también un poco más plena, un poco más feliz.

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