Dilma Rousseff destituida: la democracia latinoamericana de luto

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Dilma Rousseff fue destituida de su cargo como presidenta de Brasil durante la tarde de ayer. La decisión del Senado, con 61 votos a favor del impeachment, declaró el fin del primer gobierno liderado por una mujer en Brasil y de las luchas por la igualdad social que comenzó el Partido de los Trabajadores 13 años atrás, con la asunción de  Lula da Silva. 


«Hoy el Senado Federal tomó una decisión que quedará en la historia de la grandes injusticias» declaró Dilma Rousseff en un pronunciamiento publicado durante la tarde de ayer. En él, habló de la decisión del Senado como un «golpe parlamentario» y declaró que lo que se orquestó fue una «farsa jurídica» para que los opositores logren tomar el poder sin pasar por las urnas. «El golpe es contra el pueblo y contra la Nación. El golpe es misógino. El golpe es homofóbico. El golpe es racista. Es la imposición de la cultura de la intolerancia, de los prejuicios y la violencia», concluyó Dilma.

«El golpe es contra el pueblo y contra la Nación. El golpe es misógino. El golpe es homofóbico. El golpe es racista. Es la imposición de la cultura de la intolerancia, de los prejuicios y la violencia», afirmó Dilma en un pronunciamiento publicado en la tarde de ayer.

Dilma Rousseff fue apartada de su cargo cinco meses atrás para ser investigada por «crímenes de responsabilidad» cometidos durante su gobierno. Desde fines de 2015, la aceptación del gobierno de Rousseff había disminuido por la crisis económica y las sospechas de crímenes de corrupción en torno al caso conocido como «Lava Jato», relacionado con la empresa petrolera de Brasil Petrobras.

En esa dirección, los medios de comunicación dominantes amplificaron el descontento social, preparando el terreno para la destitución de la presidenta. De esa manera, Dilma Rousseff debió dejar el mando en manos de su vice-presidente, Michel Temer, político conservador sospechado de atentar contra su propio gobierno.


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Los «crímenes de responsabilidad» de los que se acusa a Dilma Rousseff no se relacionan con las sospechas de corrupción, sino en dos situaciones específicas de manejo de las cuentas públicas. Una de las operaciones en cuestión es el atraso supuestamente premeditado para enviar recursos a los bancos estatales, lo que conformaría un préstamo de hecho entre el gobierno y el Tesoro Nacional. La oposición de la ex-presidente afirmaba que ese dinero se había utilizado para pagar programas sociales de forma engañosa. Sin embargo, la defensa de Rousseff afirma que no fue una maniobra desleal sino un simple retraso.

Los «crímenes de responsabilidad» de los que se acusa a Dilma Rousseff no se relacionan con las sospechas de corrupción, sino en dos situaciones específicas de manejo de las cuentas públicas. Una de las operaciones en cuestión es el atraso supuestamente premeditado para enviar recursos a los bancos estatales, lo que conformaría un préstamo de hecho entre el gobierno y el Tesoro Nacional.

La otra acusación se relaciona con la aprobación de tres decretos sin consentimiento legislativo e ignorando las metas económicas decididas en el Congreso. La defensa de Rousseff planteó que esta maniobra fue utilizada en distintas oportunidades en el pasado por otros gobiernos. Cuando se conoció la decisión de iniciar el impeachment, Rousseff afirmó en un discurso a la población que “cuando un presidente es acusado por un crimen que no cometió, el nombre que se le da en el mundo democrático no es impeachment, es golpe”.

La otra acusación se relaciona con la aprobación de tres decretos sin aprobación legislativa, ignorando las metas económicas decididas en el Congreso. La defensa de Rousseff planteó que esta maniobra fue utilizada en distintas oportunidades en el pasado por otros gobiernos.


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No es la primera vez que en América Latina es desplazado un presidente elegido democráticamente por el Poder Legislativo. En los últimos 15 años hubo dos casos consumados de golpe parlamentario: uno en Honduras en el año 2009 y otro en Paraguay en el año 2012. También hubo dos intentos de golpes de estado contra Hugo Chávez y Rafael Correa.

Dentro de la cámara de senadores que ayer decidió declarar culpable a Dilma Rousseff, el 60% de sus miembros están involucrados en denuncias por casos de corrupción. Incluso algunos de los senadores declararon a la prensa que no estaban convencidos de la culpa de Rousseff en los crímenes de responsabilidad, pero que votaban en su contra por los casos de corrupción, que nunca fueron probados por la justicia.

No es la primera vez que en América Latina es desplazado un presidente elegido democráticamente por el Poder Legislativo. En los últimos 15 años hubo dos casos consumados de golpe parlamentario: uno en Honduras en el año 2009 y otro en Paraguay en el año 2012. También hubo dos intentos de golpes de estado contra Hugo Chávez y Rafael Correa.

61 personas pudieron más que las 54 millones que apoyaron a Dilma Rousseff en las últimas elecciones. Brasil es gobernado por un presidente con un apoyo popular casi nulo en medio de una de sus crisis más profundas. Este puede ser considerado el fin del Partido de los Trabajadores, que gobernó durante los últimos 13 años siguiendo consignas populares. Aquel sueño de la Patria Grande y los gobiernos latinoamericanos en sintonía va quedando atrás cuando los conservadores toman el poder: algunos a través de las urnas, y otros con golpes a la democracia.


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