La historia del Paro Nacional: la política de despidos

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La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) convocó a un segundo paro nacional contra las políticas de desmantelamiento del Estado y contra los despidos masivos ejecutados por el gobierno de Cambiemos que dejaron a más de 21 mil trabajadores sin empleo. El paro alcanzará 48 horas en las provincias de Buenos Aires y Mendoza, y se prevén movilizaciones durante todo el día en distintos puntos del país. 

La medida tomada por ATE repudia la ola de despidos y las políticas de ajuste que se vienen llevando a cabo desde la asunción de Mauricio Macri como presidente el pasado 10 de diciembre. Los trabajadores, acompañados por organismos sindicales, civiles y sociales, reclaman la reincorporación de los cesanteados y en contra del “techo miserable” que se impuso en las discusiones paritarias y que no logra dar respuesta a la precariedad de los salarios frente a la brutal devaluación.

A esto se suma la situación de incertidumbre laboral por la circulación de las llamadas “listas negras” y por un proceso de despidos sin ningún tipo de empatía con las personas afectadas, así como una fuerte campaña de estigmatización por parte del gobierno macrista a través de los discursos en contra de los “ñoquis”. Este trabajo discursivo no sólo rebaja la condición de humanidad de los trabajadores a la de un objeto-comida que puede ser fácilmente consumido, digerido y, por lo tanto, desechado, sino que esconde, también, el discurso del sentido común sobre los trabajadores del Estado como personas que sólo van a trabajar el día 29 de cada mes para cobrar su sueldo gracias al clientelismo político  kirchnerista.

Un informe publicado por el Observatorio de Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina expone que estos despidos masivos tienen como objetivo «atemorizar al conjunto de los trabajadores del sector público, y al mismo tiempo enviar una señal a los empleadores y trabajadores del sector privado». El informe agrega que «han sido los empleadores quienes han dado inicio a la ronda de negociación salarial a través del incremento de los despidos, en tanto herramienta para infundir temor y, de esta manera, debilitar la posición negociadora de los trabajadores y las organizaciones sindicales”.  Esta campaña de estigmatización, acompañada de discursos que esconden entre líneas amenazas como“residuos diurnos” de una realidad monstruosa, no nos resulta desconocida en tanto resuena en ella el eco de los discursos que durante los ’90 buscaron quebrar las cadenas de solidaridades entre los trabajadores y debilitar la fuerza de negociación sindical.

Fotografía: Fran Rodríguez

Fotografía: Fran Rodríguez

Algunos discursos del sentido común

“Sobran trabajadores del Estado” pareciera ser un axioma que se ha popularizado entre los discursos de la derecha. “A esos ñoquis que no hacen nada les pagamos el sueldo con nuestros impuestos”. Frases que circulan y universalizan en cada trabajador del Estado una continuidad de ideas acerca de su ineficacia en las actividades de la administración pública y que terminan en el reclamo de una reducción del gasto público. Un ajuste que olvida, en su proceso, la garantía de los derechos sociales fundamentales.

Camila Lynn, delegada de la Junta Interna de ATE Salud y trabajadora del Programa Nacional de Salud Sexual, explicó a La Primera Piedra la situación que se está viviendo dentro del Ministerio de Salud: “Había compañeros que trabajaban desde 2003, una señora desde hace 15 años, gente que entró en el 2014. En el caso de Salud Sexual, quien armó la lista no nos conocía a nosotros ni conocía lo que hacíamos en el programa. Su respuesta fue: ‘Ustedes sobran, son muchos, y yo tengo que recortar’ y cuando yo le pregunté cuál era su criterio, porque yo conocía la situación de cada uno de mis compañeros y sabía quiénes de ellos tenían familia y estaban pagando una hipoteca y cómo todos se la pasaban laburando; cuando le pregunté cuál fue el criterio que usaron para ponerlos en esa lista, me contestó: ‘Me dijeron, escuché por ahí, decidimos que sobraban, el Ministerio está lleno de gente por todos lados'».

“Había compañeros que trabajaban desde 2003, una señora desde hace 15 años, gente que entró en el 2014. En el caso de Salud Sexual, quien armó la lista no nos conocía a nosotros ni conocía lo que hacíamos en el programa. Su respuesta fue: ‘Ustedes sobran, son muchos, y yo tengo que recortar’y cuando yo le pregunté cuál era su criterio, porque yo conocía la situación de cada uno de mis compañeros y sabía quiénes de ellos tenían familia y estaban pagando una hipoteca y cómo todos se la pasaban laburando; cuando le pregunté cuál fue el criterio que usaron para ponerlos en esa lista, me contestó: ‘Me dijeron, escuché por ahí, decidimos que sobraban, el Ministerio está lleno de gente por todos lados’«.

Pero mientras este tipo de discursos se expande y se arraiga al sentido común, no se pregunta ni reflexiona sobre sí mismo. Si sobran trabajadores, debe haber un motivo, por ejemplo, que el desmantelamiento del Estado llevado a cabo por las políticas de Cambiemos que tiene como contrapartida un desmantelamiento de las funciones existentes en los organismos estatales, y por lo tanto, una reducción en las tareas que los trabajadores del Estado solían cumplir.

Y ahí se abre la discusión, todavía poco audible, acerca de qué tipo de Estado se desea en Argentina; discusión que, otra vez, nos remonta a los discursos de los ’80 y los ’90; la apuesta por un tipo de Estado interventor y benefactor, o por un estado neoliberal librado a las estratagemas del libre mercado. Las medidas tomadas por el macrismo han demostrado optar por un neoconservadurismo duro. En este marco, se olvida fácilmente que los trabajadores son los que garantizan la ejecución de las políticas públicas en nuestro país, y que “donde hay un derecho, existe un trabajador del Estado que lo garantiza”.

“La realidad es que el Ministerio está lleno de gente pero HOY no tenemos funciones. En noviembre estábamos todos trabajando, cubriendo el territorio, planificando, y no sobraba nadie. Pero si nos sacan funciones, es obvio que vamos a sobrar, y el Ministerio lo único que va a hacer es escribir protocolos para que las provincias decidan si los aplican o no.  Hay que ver con qué criterio se decide quién sobra y quién no, de qué Estado estamos hablando y qué tipo de salud pública queremos».

Las palabras de Camila Lynn con respecto a lo que sucede en el Ministerio de Salud son esclarecedoras al respecto: La realidad es que el Ministerio está lleno de gente pero HOY no tenemos funciones. En noviembre estábamos todos trabajando, cubriendo el territorio, planificando, y no sobraba nadie. Pero si nos sacan funciones, es obvio que vamos a sobrar, y el Ministerio lo único que va a hacer es escribir protocolos para que las provincias decidan si los aplican o no.  Hay que ver con qué criterio se decide quién sobra y quién no, de qué Estado estamos hablando y qué tipo de salud pública queremos. La Dirección de Salud Mental, por ejemplo, hacía mucho trabajo territorial, y ahora parece que quieren poner en la Dirección a una persona que se expuso públicamente en contra de la ley. Así, obviamente, la gente que trabaja en el territorio y tiene otra idea de lo que es la salud mental ya no va a funcionar porque viene de otra lógica de la salud pública. Son discusiones que nosotros acerca de qué tipo de salud pública queremos y qué tipo de Estado queremos”.

Las vidas detrás del conflicto: el caso del Ministerio de Salud

Para entender mejor lo que sucede en el marco de los despidos en el sector público, tomemos el caso del Ministerio de Salud. Algunos de sus programas nos permiten dar cuenta de la importancia de sus funciones: Programa Nacional de Control del Tabaco;  Programa de Promoción Comunitaria en Salud; Programa Nacional de Salud Escolar; Programa Nacional de Chagas; Programa de Salud Sexual. Esto por sólo nombrar algunos. Estos programas, en un contexto de ajuste del Estado y, por lo tanto, de despido masivos de trabajadores, se encuentran en la realidad con la eliminación de muchas de las funciones y tareas que se venían llevando a cabo y que requerían de una larga duración para garantizar efectos reales. En relación a ésto, Camila expuso que, en cuanto al aumento de los casos de dengue, ellos trabajaron en el programa «¿Qué hiciste hoy contra el mosquito?», pero que los camiones de la campaña están guardados en un garaje con su difusión paralizada.

Dentro del Ministerio de Salud, son aproximadamente 113 los contratos que se están revisando, entre ellos varios del Programa de Salud Sexual y otros de la Dirección de Maternidad e Infancia. En este marco se iniciaron una serie de negociaciones que suponían la reincorporación de un grupo de trabajadores, pero esa reincorporación aún no se encuentra firmada. Y a ésto se suma un nuevo listado de 85 posibles despidos. Estamos hablando, todavía, de lo que ocurre dentro del Ministerio de Salud. Hay que agregar, aún, el resto de los despidos realizados en el Estado. El primer paro nacional convocado por ATE el 24 de febrero contra estas medidas del Gobierno –y los modos en que éstas fueron llevadas a cabo- pareciera requerir un nuevo paro, esta vez con más fuerza y firmeza.

En cuanto a lo que sucede dentro del Programa de Salud Sexual, la delegada de la Junta Interna de ATE Salud aclaró: “Dentro del programa de salud sexual estamos sin funciones desde fines de diciembre. Todas las funciones que cumplimos son meramente administrativas, de papeles, pero no estamos dictando capacitaciones, no se están dando los talleres, no se están diseñando nuevos materiales. A esta situación de parálisis dentro del Ministerio, que es preocupante porque siguen pasando los meses y todo sigue igual, se suman los listados de despidos”.

En esta situación de incertidumbre y precariedad laboral, en un contexto en donde los trabajadores no saben si sus nombres circulan o no en las “listas negras”, si conservarán o no sus empleos, si los programas que vienen diseñando hace años serán conservados o desechados, éstos se encuentran en un ambiente laboral que les impone nuevas condiciones de dominación y perpetúa un clima desesperanzador que no promete un futuro con empleo estable.

En esta situación de incertidumbre y precariedad laboral, en un contexto en donde los trabajadores no saben si sus nombres circulan o no en las “listas negras”, si conservarán o no sus empleos, si los programas que vienen diseñando hace años serán conservados o desechados, éstos se encuentran en un ambiente laboral que les impone nuevas condiciones de dominación y perpetúa un clima desesperanzador que no promete un futuro con empleo estable.

“Los compañeros siguen viniendo» nos contó Camila, y agregó: «La situación es muy grave y es muy grande en todas las áreas del Ministerio. Todos los días venimos a mirarnos las caras con los compañeros, con muchísimas ganas de trabajar porque a todos nos encanta lo que hacemos, pero sin poder hacer nada. Venimos a mirarle la cara a nuestro compañero y a esperar en qué momento se les va a ocurrir que somos un ñoqui. Porque la verdad es esa. Todos cumplimos los horarios, todos estamos acá, pero si no nos dan las funciones, la situación es muy triste y es difícil no caer en la rosca de la preocupación de pensar qué es lo que va a pasar.

 


Foto de portada: Fran Rodríguez
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