Apuntes sobre la dulzura | Stand by me o el peligro de quedarse

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Oír música en determinadas situaciones es un pasaje de ida a un problema eterno. ¿Qué pasa cuando esa canción es un clásico mundial? John Lennon, Stand by me y el peligro de quedarse quieto en la casa de la melancolía. 



Por primera y quizás única vez voy a darles un consejo: nunca escuchen demasiado música en situaciones límite. O al menos canciones que es muy probable que vuelvan a oír por todos lados el resto de su vida. Ese fue mi error adolescente…uno de ellos, claro. A los 15 años, cuando el gusto musical se iba formando igual que la contextura física y los raros peinados nuevos ocasionales, cayó en mi mano un CD de John Lennon con sus grandes éxitos. En paralelo, habían internado a mi viejo. 

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En las tardes en las que volvía del colegio e íbamos y veníamos del hospital, poner el disco Legend en la computadora (literalmente, poner el CD en la bandeja lectora del CPU y que suene sin la mediación de internet) era uno de mis pasatiempos. «Stand by me» era uno de los temas que más escuchaba y no por la conexión obvia con lo que me estaba pasando, sino por simple gusto. El clic, por supuesto, vino después.

Nunca escuchen demasiado música en situaciones límite. O al menos canciones que es muy probable que vuelvan a escuchar por todos lados el resto de su vida. Ese fue mi error adolescente.

El final de la historia es conocido y, también, predecible. Mi padre muere y yo dejo de escuchar el disco de Lennon como un acto reflejo. Nunca más volví a esa voz rasposa como soporte musical ni banda sonora de mis días. En pocas palabras, un gesto adolescente de un adolescente. Pero la trampa recién había comenzado. Recordemos que estamos hablando de un disco que incluye una canción de la década de los 50 -reversionada por el ex Beatle- que dice «No, I won’t be afraid, just as long as you stand, stand by me» (No, no voy a tener miedo mientras que te quedes, te quedes conmigo).

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Como cantó Luca Prodan, parafraseando a Pablo Milanés, «el tiempo pasa y nos vamos poniendo tecnos». Mis gustos, mis hábitos de consumo musical cambiaron, entró internet en juego. Otro mundo de posibilidades arrasó con esa rutina de un joven adolescente y en medio del desorden de la muerte de un padre, apareció el caos de la web. Lennon y su disco Legend eran un recuerdo, una anécdota sin la fuerza de ser contada. Pero el mundo analógico no está muerto aunque los títulos sensacionalistas digan lo contrario. 

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La melancolía es un lugar tan cálido que la tentación de quedar ahí dormido y quieto es muy alta. Una nota musical siempre forma parte de una señal de alarma

Cada vez que un músico callejero aparece, el ritmo es inconfundible: ese fraseo del bajo gana en intensidad. El colmo fue este último fin de semana, cuando una persona con un contrabajo entró en un bar y empezó a cantarla. Con el correr de los años entendí que no había escapatoria, que las chances de entrar a un lugar en cualquier parte del mundo y que esté sonando el Beatle más famoso de todos son muy altas. La inocencia de la adolescencia en todo su esplendor: esa canción también forma parte de una película homónima muy famosa.

Ahora bien, lo que quiero decir, es que desde entonces doy una pelea poco original, pero no por eso menos complicada: cada vez que empieza a sonar la intro de ese tema con una guitarra, un bajo, un saxo o incluso un acordeón, corro el riesgo de quedarme. Sí, una canción que se llama «Stand by me» me recuerda que quedarse puede ser peligroso. La melancolía es un lugar tan cálido que la tentación de quedar ahí dormido y quieto es muy alta. Una nota musical siempre forma parte de una señal de alarma y en este caso con lo poco que tenga a mano tengo elegir entre irme rápido o tentarme con el no movimiento. Cada vez, es una elección diferente.  

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