Lo que el Mundial esconde: la situación LGBTIQ en Rusia

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El Mundial de Fútbol que comenzó ayer en Rusia se desarrollará en medio de un contexto amenazante para la comunidad LGBTIQ, en un país donde existe una ley contra la «propaganda homosexual» y que ha sido denunciado por detener y torturar personas por su orientación sexual. Federaciones deportivas y gobiernos nacionales han emitido recomendaciones para el público LGBTIQ que asista a los partidos, pero no ha habido una condena internacional hacia las discriminatorias políticas rusas.



Una pareja homosexual brutalmente atacada y un activista británico detenido por manifestarse pacíficamente contra las políticas homofóbicas del presidente Putin fueron las noticias que llegaron durante el primer día de celebración del Mundial de Fútbol. Sin embargo, no fueron recibidas con sorpresa: desde el anuncio de la elección de Rusia como sede se alertó sobre la imposibilidad de desarrollar un evento deportivo internacional en un país que no respeta los derechos de la comunidad LGBTIQ.

Desde el anuncio de la elección de Rusia como sede de la copa mundial de fútbol se alertó sobre la imposibilidad de desarrollar un evento deportivo internacional en un país que no respeta los derechos de la comunidad LGBTIQ.

Rusia tiene una historia de discriminación a personas por su orientación sexual: la homosexualidad dejó de ser considerada un delito recién en 1993 y la homofobia continúa siendo un problema en la vida diaria del país. El gobierno de Vladimir Putin, quien recientemente fue reelecto con un 76% de aprobación, no ha trabajado para mejorar esta situación: desde el año 2013 ha impulsado la ley que prohibe la «propaganda homosexual» difundida a menores de edad, alcanzando a cualquier contenido del ámbito público que no se encuadre en la heternormatividad. Esta legislación promueve la estigmatización y la violencia contra todo el colectivo LGBTIQ y cercena su libertad de expresión.



El gobierno de Putin también ha sido denunciado internacionalmente por los «campos de concentración» para homosexuales en Chechenia, parte de la Federación Rusa, donde informes publicados por medios internacionales afirman que se realizaron detenciones y violentas torturas en prisiones secretas a más de 100 personas denunciadas como homosexuales. El gobierno checheno negó las acusaciones alegando que en su país «no existen homosexuales», agravando la preocupación de los denunciantes.

Rusia tiene una historia de discriminación a personas por su orientación sexual: la homosexualidad dejó de ser considerada un delito recién en 1993 y la homofobia continúa siendo un problema en la vida diaria del país.

La red FARE, una organización que promueve la igualdad en el fútbol, presentó recientemente una guía para los hinchas homosexuales que viajen a Rusia, donde se les recomienda no caminar de la mano con sus parejas ni utilizar pins o banderas que visibilicen su orientación sexual. Las mismas recomendaciones brindaron las cancillerías de Brasil y México a sus ciudadanos para evitar conflictos durante el Mundial.

Tanto la FIFA, quien se encuentra detrás de la organización del evento, como las corporaciones multinacionales que lo patrocinan, avalan la persecución homofóbica en Rusia al no exigir mínimas condiciones de igualdad de derechos para sus asistentes. El próximo Mundial será organizado por Qatar, un país donde la homosexualidad es aún considerada un delito penado con la cárcel, demostrando que la prioridad es siempre el negocio antes que el respeto a los derechos humanos.



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