Aproximaciones y fallos: Un dolor del lado de la patria

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1 – Releo la Poesía completa de Cristina Peri Rossi, un libro de más de 1200 páginas editado por Visor y que no es conveniente para transportar durante el viaje. Pero no me quejo de ese sacrificio pequeño: todo lo que puede ayudar, también implica una carga.

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2 – Leo en la página 285: “Tengo un dolor aquí/ del lado de la patria”. Inmediatamente después, como hongos después de la lluvia, moretones imperceptibles florecen a lo largo del cuerpo, del ánimo, de la mente. Soy un campo minado de desconsuelo.

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3 – Hace unas semanas, me quedaba despierto hasta las cinco de la mañana para seguir las elecciones primarias. Afuera, turistas de múltiples países volvían a sus alojamientos temporales decorados con los mismos muebles de “Ikea”. Alejarse de casa es un camino hacia lo impersonal.

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4 – Los resultados electorales, como casi siempre, me disconforman. Pienso en el camino que llevó a que se diera este panorama y pido otra ronda para mis amigxs, sentados al lado mío, en un bar a casi 10.500 km de distancia.

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5 – Si tengo un dolor del lado de la patria, ¿qué me está pasando del otro lado? ¿Cómo se llama esa zona? A lo largo de estos meses, pude nombrarla de muchas maneras, pero ninguna definitiva. Nadie le pone un letrero con nombre a una casa alquilada.



6 – El fascismo siempre se reinventa; la resistencia también. El error más grave es confundir eso con imitar al enemigo.

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7 – Los dinosaurios desaparecieron, pero el combustible fósil sigue calentando en los ambientes más oscuros. Esas luces diminutas, que confundimos con decoraciones navideñas fuera de época, ahora están dejándonos ciegos.

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8 – “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”, escribió Rodolfo Walsh hace 54 años, pero la tinta todavía se mantiene fresca.

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9 – Por más que lo parezca, esta lucha no empieza desde cero. Tener eso presente es una manera de sentirse menos solo, pero sobre todo es la mejor forma de darse cuenta de que el dolor del lado de la patria es una epidemia y no un malestar personal ni incurable.

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10 – Entonces, este es el momento de la entrega total hacia la lucha colectiva de aquellos que comparten la misma enfermedad: la esperanza. Ahora bien, la esperanza no da garantías, solo coraje. Como escribió la misma Peri Rossi, “siempre hay un tonto dispuesta a amarla./ Yo soy ese tonto”.



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