Aproximaciones y fallos: Sobrevivir mejor

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1 – Últimamente tengo que mirar con atención mis pies para saber dónde estoy parado. Mi cabeza se proyecta sobre distintos países, ciudades, casas. Mi melancolía porteña contrasta con el bronceado del verano español. 

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2 – Mi cuerpo se divide de forma irregular como una torta de cumpleaños. Los fragmentos giran en torno a comensales que contestan con un simple “No, gracias”. Algunas porciones mías quedan abandonadas en la esquina de la mesa o disimuladas debajo de una servilleta. 

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3 – Los problemas ahora son dobles: elecciones que me afectan, índices macroeconómicos, problemas prácticos. Un cuerpo no puede solucionar muchas cosas. Un cuerpo fragmentado, menos. 

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4 – Los niños que pasan por la calle con su acento español son un cable a tierra. Mis pensamientos en tono porteño, una invitación a la fantasía. Siguiendo a Sylvia Molloy, me pierdo entre lenguas una vez más, pero ninguna me habla a mí directamente. 

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5 – Una conclusión parcial que deja este viaje: ya no hay lugar para vivir mejor. Quizás uno se pueda conformar con sobrevivir mejor.



6 – Tengo una fantasía recurrente que consiste en ser invisible. Solo cuando miro las estadísticas económicas internacionales puedo cumplirla parcialmente. 

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7 – Una película hit de Hollywood, basada en un libro homónimo, proponía “las ventajas de ser invisible”. En momentos de pesimismo, me arriesgo a pensar que la máxima ventaja es que así también se pueden evitar las manchas de nuestra sangre. 

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8 – En Rayuela, la Maga le decía a Oliveira: “Vos pensás mucho antes de hacer nada”. ¿Existe otra alternativa? Sí, pensar en nada antes de hacer nada. Ya lo cantó León Gieco: “Quizá en la soledad no haya dolor de pensar en nada”. 

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9 – El sol y el viento entran en proporciones desiguales al departamento en Barcelona en el que escribo esto; el verano se deja sentir. Hoy también hace calor en Buenos Aires a pesar del invierno. Es un consuelo tonto que la confusión sea general y no particular. 

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10 – No quiero que la nostalgia me gane la partida, pero a veces me inclino a pensar que únicamente el pasado ofrece garantías para sobrevivir mejor. Pero un instinto torpe me sigue convenciendo de que el mañana tiene mucho para dar. Tal vez la clave para que eso sea cierto, y no un anhelo, sea sobrevivir mejor el hoy, un día a la vez.