La reconciliación como política de Estado

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El gobierno de Mauricio Macri, junto a sus funcionarios y el contexto social, no está muy lejos de las teorías más terribles que se elucubraban frente a su imagen en plena campaña electoral. La política de derechos humanos y, fundamentalmente, la que se encarga de continuar con el proceso de memoria, verdad y justicia frente a lo sucedido en la última dictadura cívico-militar está dando constantes muestras de un giro rotundo en su accionar. La idea de reconciliación, frente a los que aún están siendo juzgados y los cómplices civiles, parece retomarse en la política argentina.


El bicentenario de la independencia argentina dio varias cuestiones para hablar: entre los discursos, los desfiles militares y la participación de ciertos sectores de la sociedad, quizás lo más importante sea abrir un paréntesis para entender de qué se trata la vuelta a escena de las fuerzas armadas, y con ellas, la personificación de forma central de representantes del genocidio, de los levantamientos en democracia y de quienes están siendo juzgados en este mismo instante en los tribunales de Tucumán por los operativos que sucedieron en dicha provincia y precedieron el golpe de Estado.

Un recorrido de pocos meses

En el bicentenario se mostró de forma visible algo que se viene gestando desde el comienzo del reciente gobierno: la tan aclamada reconciliación nacional. A tan sólo pocos días de que la nueva gestión asuma, el verano argentino se encontró sacudido frente a la vehemencia de las primeras medidas de Macri que se expresaban en despidos, decretos y en la respuesta inmediata de múltiples marchas. En ese mientras tanto, el secretario de Pluralismo Cultural y Derechos Humanos, Claudio Avruj, tuvo diferentes encuentros con organizaciones de familiares de los denominados “presos políticos”, es decir, de genocidas de la última dictadura cívico-militar.

En el marco del bicentenario, se desplegaron una serie de representaciones de la argentinidad que se ubican del lado de la reconciliación con los genocidas de un Plan Sistemático de Persecución, Tortura y Exterminio.

De igual forma, el Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, participó de reuniones similares. Entre ellas, un encuentro reservado con Cecilia Pando, ferviente defensora del terrorismo de Estado y un personaje símbolo de las posturas que plantean a los juicios de lesa humanidad como escenarios de venganza. No obstante, mientras esto sucedía, los organismos históricos de derechos humanos que defienden el proceso de Memoria, Verdad y Justicia esperaban que el actual presidente les conceda la audiencia que tardó tres meses en realizarse.

Como si fuera poco, el decreto 721-2016 que devuelve la autonomía a las fuerzas armadas, anulando el control civil sobre estas, y asignándole nuevas funciones, se encuentra en la misma sintonía que lo expuesto anteriormente. Este reciente decreto fuertemente repudiado y, a la vez, ignorado en su importancia estratégica, fue una señal contundente en un camino que iba tomando un rumbo concreto.

Hace tan sólo pocas semanas, mientras que en Tucumán se desarrolla el juicio por delitos de lesa humanidad en el marco del “Operativo Independencia” sucedido en el año 1975,  Ricardo Bussi, hijo del difunto genocida Antonio Domingo Bussi, presentó un proyecto para crear el “Monumento a la Reconciliación Nacional”, que señala: “Serviría para unir y sanar las heridas de la historia reciente de la Argentina”, tal como se puede leer en Página/12. En el mismo sentido, en el mes de junio se anularon en Rosario las condenas a perpetua para tres acusados de delitos de lesa humanidad en la masacre de Capilla del Rosario.


bicentenario

Foto: M.A.F.I.A.


Todos estos eslabones de una política de Estado de derechos humanos forman parte de una misma cadena que desembocó de forma contundente en lo que fue el denominado desfile “cívico-militar” en el pasado fin de semana durante la celebración por la independencia argentina. En el marco del bicentenario, se desplegaron una serie de representaciones de la argentinidad que se ubican del lado de la reconciliación con los genocidas de un Plan Sistemático de Persecución, Tortura y Exterminio.

Un rechazo contundente

En los festejos del bicentenario, que poco tuvieron de alegría popular, el presidente sostuvo que la presencia de los militares por el bicentenario de la Independencia significó un reencuentro de los argentinos, y destacó: “Era la primera vez que desfilaban los héroes de Malvinas, la verdad que uno no entiende por qué no lo han hecho antes, pero lo importante es que hoy estamos en esta etapa, que es de reconstrucción, de reconciliación, de reconocimiento del otro”, tal como se puede leer en Página/12.

Desde la Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos manifestaron en los días anteriores: “Nos convocan a desfilar a todos juntos, junto a los que torturaron, a los que estaquearon, a los que humillaron a los soldados en la guerra (…) Los ex soldados conscriptos rechazamos esta convocatoria, los colimbas tenemos memoria y continuamos esperando que el Poder Judicial de la Nación investigue las terribles violaciones a los DD.HH cometidas en Malvinas contra los soldados”, en un comunicado que reúne a distintas agrupaciones de ex combatientes.

Nos convocan a desfilar a todos juntos, junto a los que torturaron, a los que estaquearon, a los que humillaron a los soldados en la guerra (…) Los ex soldados conscriptos rechazamos esta convocatoria, los colimbas tenemos memoria y continuamos esperando que el Poder Judicial de la Nación investigue las terribles violaciones a los DD.HH cometidas en Malvinas contra los soldados”

En este mismo sentido, la Comisión Provincial por la Memoria de forma posterior a estas “celebraciones” se expresó contundentemente en la nota “La democracia no tolera el desfile de genocidas y golpistas”: “Es una afrenta a la memoria, al dolor de miles y miles de víctimas y de familias que sufrieron en carne propia la represión, a los ex combatientes de Malvinas que padecieron sus torturas, y a todo el pueblo argentino que ha luchado incansablemente por la democracia y los derechos humanos”.

Desde H.I.J.O.S. Tucumán, lo recibieron como un claro mensaje político a los tribunales de su provincia que vienen desarrollando el proceso de juzgamiento a los mismos que desfilaron: “Expresamos nuestro más enérgico repudio, a las expresiones desarrolladas durante el «desfile cívico-militar» (…) Nos referimos concretamente, el permitir desfilar a personas bajo la consigna «Soldados del Operativo Independencia», con indumentaria militar y estandartes, denominándose a sí mismos como «ex combatientes» en clara reivindicación del terrorismo de Estado”, manifestaron en un anuncio al que se sumaron organismos como la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la Asociación Madres de Plaza de Mayo y múltiples organizaciones de desaparecidos, víctimas y defensores de los derechos humanos.

Los avisos y el repudio suscitado frente a lo sucedido podrían seguir enumerándose, sin embargo, estos reclamos parecerían no coincidir, ni llegar a los oídos del actual presidente, quien se mostró muy conforme con lo realizado en estos festejos: “Siento que fue un desfile de reencuentro de los argentinos”, declaró

Una reconciliación imposible

Los ejemplos puestos en cuestión forman parte de un proceso que parecería comenzar a mostrar sus fases más concretas y temidas por los que proclaman desde hace cuatro décadas por la lucha de los derechos humanos. El desfile, no sólo es cuestionable en sí mismo, sino que debe pensarse en este contexto. Es decir, en un momento en el que se está abriendo el terreno para que temas que se creían olvidados vuelvan a resurgir. En este sentido, la pregunta debe indagar en cuáles son los beneficios de volver a legitimar a estos sectores y cuáles son sus consecuencias.

El desfile, no sólo es cuestionable en sí mismo, sino que debe pensarse en un contexto en el que se está abriendo el terreno para que temas que se creían olvidados vuelvan a resurgir.

Sin embargo, la rápida respuesta también forma parte de una lucha que no pretende olvidar los logros obtenidos. De esta manera, es necesario acompañar a los organismos que salieron a repudiar fuertemente lo sucedido y seguir manifestando la imposibilidad de una reconciliación con quienes persiguieron, secuestraron, violaron, mataron y robaron vidas, pero también es imposible la reconciliación con quienes fueron cómplices civiles del genocidio. Es mucho lo que queda por juzgar y por saber, por eso, no es posible abrir el paso para que la reconciliación se imponga como política de Estado.


Foto de portada: Nicolás Stulberg y Nicolás Aboaf (Infobae)

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