Entrevista a ex combatientes de Malvinas: “Siempre intentaron dividirnos de las causas del pueblo”

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Hoy se cumplen 34 años del final de la guerra de Malvinas. Un hecho histórico con dos caras: conocido como la última maniobra de la dictadura cívico-militar para continuar en el poder y, a la vez, como un punto fundamental en un reclamo de ya 183 años por la soberanía. Ex combatientes de la guerra y militantes en la batalla dada contra el Estado a su vuelta en el continente, Gustavo Moledo y Gustavo Pirich de la Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos (ACOMADEH) hablan de la soberanía, su experiencia personal y las luchas que aún continúan, en el siguiente diálogo.



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¿Cómo recuerdan los años posteriores a la guerra de Malvinas?

Gustavo Moledo (GM): En lo institucional, estamos en formación nosotros hace un par largo de años, algunos venimos de distintas organizaciones, otros nunca militaron y yo tengo mucha militancia casi desde que vine de Malvinas.  Entonces, conformamos una comisión de distintos compañeros y hemos tenido mucha actividad en todo este tiempo. Militamos desde nuestros primeros inicios, desde el primer subsidio por la pobreza en los ‘90, los primeros 145 pesos que se conocía como la pensión social a la indigencia. Hicimos un poco de lío, cortamos la calle, no lo queríamos, hasta que un par de diputados nos reciben y nos dicen: «Muchachos, lo que hay es esto, 145 pesos«.

Gustavo Pirich (GP): De todas formas, es interesante porque quebramos la fuerza del Estado que no nos quería dar nada. Yo estaba en la coordinadora que era la que impulsaba el proyecto de ley y la sanción. Él (Gustavo Moledo) estaba en el sector en el que no querían saber nada, pero se reveló. No por nada, hoy se juntan nuestros caminos. El objetivo siempre es el mismo.

GM: Por ahí, estuvimos juntos siempre pero no sabíamos los caminos en los que estábamos. Lo digo así para que no se entienda que no hay tanta diferencia en las organizaciones de ex combatientes.

Respecto a esta primera pensión que recibieron, ¿cómo fue progresando a lo largo de los años?

GM: Lucha, lucha y lucha.

GP: Se fue modificando así, de esa forma. Fue aumentando el monto, y también se fueron modificando los integrantes, porque nos metieron a los milicos adentro de la misma pensión.

GM: Con el transcurso de los años, el subsidio de indigente pasó a ser una pensión de guerra. En la gestión anterior, de una pensión de guerra se pasó a una pensión honorífica de guerra. Así fue tomando un contenido muy distinto a su origen. En los comienzos estaba la necesidad de los compañeros que no tenían nada.

GP: Incluso se dio una situación muy extraña porque nosotros ya habíamos logrado en el año ‘84, y que se reglamentará en el ‘89, una ley que preveía facilidades en el trabajo, en el ingreso al Estado, facilidades en el acceso a la vivienda, becas de estudio, una junta médica para cada uno -que nunca se cumplió. Como esta ley no se ejercía, o se hacía de forma muy limitada, y no servía para solucionar nuestro problema, marchamos a un congreso en el ’89, en Chaco, de la Coordinadora Nacional de Centros de Ex Combatientes. Ahí se dio una discusión central, porque estaba muy dividido entre quienes no querían aceptar ningún subsidio o ninguna pensión del Estado, ellos decían que había que seguir peleando para la aplicación de la ley, y entre quienes decíamos que la ley no la habían cumplido nunca, como nos dijo una vez un diputado: «Para cumplir esa ley, tendríamos que estar en la isla de la fantasía y no estamos». Era época de pleno ajuste, el fondo decía lo que había que hacer y acá se acataba, y obviamente no se iba a cumplir nunca, esa ley iba a contramano de la realidad.

Con el transcurso de los años, el subsidio de indigente pasó a ser una pensión de guerra. En la gestión anterior, de una pensión de guerra se pasó a una pensión honorífica de guerra. Así fue tomando un contenido muy distinto a su origen.

— ¿Cómo avanzó esa discusión?

GP: Muchos dijimos que había que centralizar todo en un sólo reclamo, que era una pensión, que en su momento la habíamos cuantificado en un sueldo de teniente primero. Era interesante, y tenía algunas características que nunca se pudieron cumplir. Por ejemplo, nosotros decíamos que no íbamos a aceptar plata de los jubilados, que todo tenía que financiarse con un porcentaje –el uno por ciento– de impuestos a los bienes británicos en Argentina. Bueno, obviamente no estaba la fuerza para poder avanzar con eso. Tuvimos que aceptar una pensión mínima del Estado.

GM: En 2005, después de 120 días de acampar en Plaza de Mayo, se modificó eso y nos dieron -cuando digo nos dieron es porque protestamos, siempre los logros se dieron bajo protesta, movilización, o acampe- tres jubilaciones mínimas y hasta ahora no las han tocado. Esperemos que ni se atrevan porque se les vuelca el país, en serio.

GP: Se terminó el chiste del macrismo.

GM: Si bien nos están cortando algunos beneficios por nuestra obra social que sigue siendo el PAMI, y hay algunas provincias que tienen problemas, con el tema del dinero de la jubilación no hemos tenido ninguna injerencia por parte del ejecutivo. Saben que todavía somos jóvenes, entre comillas, pero con acción.


Acomadeh

«Nosotros somos una organización de derechos humanos constituida por ex soldados conscriptos que combatimos en Malvinas y civiles, pero nuestra actividad no tiene que ver sólo con Malvinas y nuestros familiares. Esto estamos discutiendo: trabajar con distintos sectores en políticas de Estado» – Integrantes de ACOMADEH


Uno de los reclamos por parte de la organización ACOMADEH, de la que forman parte, es que aún exigen respuesta por parte del Estado hacía los ex combatientes. ¿Cómo ven esa situación en la actualidad?

GP: Nosotros somos una organización de derechos humanos constituida por ex soldados conscriptos que combatimos en Malvinas y civiles, pero nuestra actividad no tiene que ver sólo con Malvinas y nuestros familiares. Esto estamos discutiendo: trabajar con distintos sectores en políticas de Estado. Es un cascarón que hemos roto. También tiene que ver con que nosotros alcanzamos nuestro bienestar.

GM: Y la maduración intelectual, sobre todo, para poder discutir de igual a igual, sea diputado, senador o presidente. De hecho, lo hemos hecho.

GP: Incluso superando en algunos casos. En base a nuestra experiencia, tanto en cuestiones jurídicas, políticas y legislativas. Leemos mucho y tenemos mucho ejercicio de lo que es hacer leyes.

GM: Los primeros años, nos corrían porque tenían gimnasia, los funcionarios están todo el día acostumbrados a chamuyar, a decir: «No porque la cuarta parte del recinto no la aprobó, está en despacho, que se giró a la comisión de salud…». Todo ese chamuyo ya lo tenemos adquirido, entonces los frenamos en seco y le decimos: «Pará, no me mientas. ¿Sale o no sale? ¿La impulsas o no la impulsas». Verso no.

GP: Aparte, sabemos todo eso, sabemos que es cuando te dicen que está en despacho, en letras, o donde sea.

GM: A eso hay que sumarle que como ex combatientes de Malvinas tenemos compañeros en toda la administración pública nacional. En todos lados todavía hay veteranos de guerra activos y desde adentro te dicen: «No es así, te están mintiendo. Es así». Entonces, eso nos da una certeza y una maniobra para poder articular a donde nosotros queremos llegar.

— Conociendo a la administración desde adentro, ¿qué perspectivas tienen de acá a los próximos años sobre los avances que quieren lograr en cuanto a la presencia estatal?

GM: Algo fundamental es que haya una política de Estado que no la hubo. No la hubo desde el año ‘82 a la fecha. La política de Estado no significa solamente el beneficio para el veterano de guerra, sino que es una política de Estado y de soberanía nacional. Al agregar esas dos palabritas el aspecto se abre y se diversifica en cientos de situaciones. Por ejemplo, un vuelo de la fuerza aérea en la guerra atacó un barco que era un buque tanque de los combustibles Shell. Ese barco lo había mandado Estados Unidos. Hoy, es la misma empresa que le da combustible a nuestros aviones que vuelan en todo el país. Pasó de ser YPF a ser Shell. Entonces, discutamos porque no es YPF y sí Shell, y a quién le interesa que sea así. Esto es soberanía y política también.

 GP: Aparte es el enemigo. Shell claramente abastecía a la flota británica y hoy lo tenemos como si fuera parte de nuestra propia idiosincrasia y es un enemigo metido en la patria. Nosotros decimos estas cosas, no nos callamos y creo que cada vez las vamos a decir más fuerte.  Todos estos días nos llamaron desde cientos de medios, y todo esto no pasaba hasta el año pasado. Este año se empieza a propagar el interés, desde muchos sectores nos empiezan a preguntar respecto de la política nacional y ver qué vamos a hacer.

La política de Estado no significa solamente el beneficio para el veterano de guerra, sino que es una política de Estado y de soberanía nacional. Al agregar esas dos palabritas el aspecto se abre y se diversifica en cientos de situaciones.

¿Eso porque crees que es?

GP: Creo que hay condiciones políticas que han cambiado, hay un interés de los que se fueron de saber que vamos a hacer. Sobre todo de ellos, y nos están prestando atención. Incluso no sólo a los ex combatientes sino en especial a nuestra organización. Porque han verificado, incluso en carne propia con cuestiones que no les han gustado, que no nos callamos, que no nos compran, y que cuando discutimos una política y discutimos llevarla a cabo, lo hacemos. Entonces, creo que ese es el principal interés. Aparte porque les hemos dicho en la cara, en un plenario de todo el bloque de diputados del FPV y el PJ,  que queremos que tomen en cuenta cuando decidan, cuando discutan, cuando tengan que tomar decisiones de inclusión y de bienestar para el pueblo argentino, el ejemplo que fue el de los compañeros que murieron en Malvinas luchando contra el colonialismo y sin pedir nada a cambio, donde entregaron lo único que tenían y lo último que tenían que era su vida, única e irrepetible, sus sueños y todo lo que podían haber sido, en función de la defensa de la patria. De eso que ellos definen con el otro, les pedimos que en el momento de aplicar esa teoría de que el otro es la patria lo hagan pensando en el ejemplo de los que murieron, que tengan la lapicera de los que murieron para firmar y tomar decisiones. Nos escuchaban con mucho interés y nos felicitaron porque en realidad creo que tampoco nunca nadie se los dijo.

GM: Desde nuestra organización y los pensamientos que tienen los veteranos de guerra les dimos una cachetada a todos los diputados y los gobernadores presentes. Porque, además, nunca nos tuvieron en cuenta en los ámbitos de discusión. Recién después de 33 años pudimos exponer en la comisión de derechos humanos de la cámara de diputados, entonces me parece que más aberración que eso no hay.

¿Cómo fue, entonces, esa primera exposición?

GP: Pudimos estar el mismo día que declaraba Vanesa Orieta por Luciano Arruga y otros casos más de gatillo fácil. Eso nunca lo habíamos logrado: poner a la par la causa de Malvinas, que tiene mucho de derechos humanos. Antes, durante la colimba, fuimos torturados físicamente y psicológicamente. Durante la guerra también fuimos torturados y tenemos causas penales que hoy están en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con casos de desnutrición dirigida porque comida había pero no nos la brindaban apropósito, incluso, hasta la muerte de un compañero fusilado por un suboficial de alto rango. Después durante la democracia, porque nos obligaron a seguir combatiendo, a seguir peleando, esta vez contra el Estado. No importa qué signo político, hablamos del Estado en general. Entonces, antes, durante y después tuvimos que seguir peleando. Malvinas también es una causa de derechos humanos. No hay mucha diferencia entre eso y la mano del oficial o el suboficial que debe haber matado a Luciano Arruga. No la hay. Y logramos eso, estar juntos, porque lo que intentaron siempre fue dividirnos, como que nuestras causas y cuestiones no tenían nada que ver con la del pueblo.

Lo mismo con la dictadura misma, recién hace poco tiempo se lo reconoce como parte del mismo proceso.

GP: Exactamente.

GM: Y esto es de todo el arco político, no es de un partido.

Antes, durante y después de Malvinas tuvimos que seguir peleando. Esta causa también es una causa de derechos humanos.

— ¿Por qué creen que costó tanto instalar la causa Malvinas?

GP: En esa misma comisión, hablamos de la desmalvinización y el que propone la palabra es un politólogo francés, Alain Rouquié que le manda una carta a Raúl Alfonsín, diciéndole que su gobierno tiene que desmalvinizar, hacerle el olvidar al pueblo argentino que existió la guerra de Malvinas. ¿Por qué? Porque la guerra es lo que le puede permitir a las fuerzas armadas reposicionarse e, incluso, volver hasta el poder. Entonces le dice que no tiene que permitir eso, que tiene que hacerle olvidar al pueblo argentino que existió Malvinas. Dicen que Rouquié es un experto en todo lo que tiene que ver con dictaduras latinoamericanas y fuerzas armadas, pero la verdad que después de todo el descrédito por la represión interna, tanto nacional como a nivel internacional, creo que hablar de Malvinas hubiera profundizado eso. El descrédito a las fuerzas armadas hubiera sido mayor si se hablaba sobre la inanición que provocaron, las torturas y hasta el asesinato de un muchacho. Con lo cual, si lo tuviera frente a frente, le diría a Rouquié que no sabe demasiado del tema.


Foto: Télam

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— En este sentido, ¿cuál fue el rol del radicalismo y el gobierno de Alfonsín respecto a la guerra?

GP: Sobre nosotros hay un plus del gobierno de Alfonsín. En esa época se nos declara delincuentes subversivos. Eso fue algo que se había rumoreado siempre, pero en los documentos no aparecía. Recién lo pude comprobar cuando en el 2009 indagué esos datos para publicar un libro. Como no encontraba nada, fui a la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires a ver si ellos tenían elementos sobre esto, porque ellos cuentan con mucho material documental de archivos y expedientes. La verdad que tenía pocas expectativas de conseguir algo, porque esas cosas no se consiguen, pero me llama una de las chicas de documentales y me dice que respecto a lo que había solicitado hay mucha información. Cuando lo voy a buscar, me esperan con un montón de fotocopias y me empiezan a contar de que se trataba: «Por cada acto que hacían, aunque por menos importancia que pudiera tener políticamente, hay un informe que dice que el acto fue normal, o si denostaron al Proceso de Reorganización Nacional (PRN). Todo muy documentado”. Había otros expedientes que tenían que ver con toda esta organización de la coordinadora en Chaco en el año ’89. Estaban nuestros nombres, los nombres de las organizaciones, y tenían una sigla que los hacía revestir mayor importancia: DS. Ellos me cuentan que significaba “delincuentes subversivos”. Estos archivos, además de estar denominados así, estaban en la misma pila de expedientes en los que estaban los de los compañeros que hoy están desaparecidos por la dictadura, que eran dirigentes sociales, culturales, políticos. Esos documentos también tenían la sigla DS. Eso vino a corroborar todo lo que ya sabíamos. Pero además, cada vez que nos reuníamos permanentemente veíamos coches extraños, o aparecían periodistas del exterior. Incluso, cuando hicimos el encuentro en Chaco que fue el que determinó políticas centrales para los ex combatientes, en ese encuentro había tres personas que decían que venían de Finlandia filmando todo el encuentro, filmación a la que nunca pudimos acceder y a la que nadie sabe cómo llegaron ahí, quién los trajo y dónde está ese material. Creo que claramente era servicio de inteligencia.

La preocupación de Alfonsín y de los gobiernos posteriores era que nosotros tomáramos las armas.

¿Por qué crees que los caratulaban así en democracia?

GP: Un compañero, Jorge Vázquez, había sido dirigente de la primera organización que hubo. Para publicar el libro, lo voy a ver para que me cuente un episodio del año ‘84 o ’85 en el que lo cita (Antonio) Tróccoli, que fue Ministro del Interior del gobierno de Alfonsín, y le dice: «Ustedes saben manejar las armas, tienen un discurso coherente y los empieza a seguir la gente, ¿van a tomar las armas de nuevo?«. La preocupación de Alfonsín y de los gobiernos posteriores era que nosotros tomáramos las armas. En las dos primeras marchas que hacemos hay más de 10.000 personas, empieza el reverdecer democrático y encima nos empezamos a aliar con las juventudes políticas. Además, teníamos un discurso que planteaba la latinoamericanización del conflicto: «Malvinas volveremos de la mano de América Latina». Planteábamos la expropiación de los bienes británicos en Argentina, el no pago de la deuda externa, una reforma militar anulando el servicio militar y creando un servicio civil que incluso pudiera intervenir en conflictos armados. Empezaba a tomar toda una connotación que no les gustaba nada y finalmente, creo, les da resultado porque logran dividirnos de la sociedad y de los organismos de derechos humanos.

GM: Diría que logran quebrarnos partidariamente y políticamente hablando. Los que son de izquierda, los de derecha, los peronistas, los radicales. Hicieron así, en cuatro. Entonces, es más difícil. En su tiempo les dio resultado.

GP: Lo lograron mucho tiempo. Recién ahora empezamos a sacar esta conclusión. Yo estaba en la organización Malvinizar y teníamos la frase: «La sangre de Malvinas va a servir para crear una nueva Argentina». Era muy ambiciosa y muy preocupante para el poder. Lograron desunirnos por muchos años. Estamos tratando de recomponer todo ese escenario y retomar en la medida que sea posible esa primigenia tarea que no pudimos realizar, ya con la experiencia que tenemos hoy.

— En la actualidad, ¿cómo es la relación con los organismos de derechos humanos y otras organizaciones de ex combatientes?

GP: Bien, pero no logramos la plena integración. Al principio, nuestras organizaciones se vestían de verde, entonces imagínate, Estela de Carlotto salía corriendo. Por más que vos le dijeras que no, que nosotros sólo nos juntamos con el CEMIDA, que eran militares por la democracia que se habían ido de las fuerzas armadas represoras porque no querían convalidar eso.

GM: Habría que hacer un análisis de nuestros orígenes. Los centros de veteranos fueron formados, muchos, por las mismas fuerzas armadas. Muchos ex combatientes se sienten muy familiarizados con lo castrense y lo militar. Te diría que hay mucho Síndrome de Estocolmo. Si hablo de lo personal, con la gente que estuve, fui excelentemente tratado, con oficiales muy profesionales. Pero no es que porque no lo haya visto, no lo conozco y voy a desconfiar. No, hay documentos que avalan eso. Pero hay compañeros que no lo creen, dicen que no, y por una cuestión ideológica lo desestiman.

— ¿Desestiman que hayan sucedido torturas?

GP: Sí, pero algunos de ellos, incluso, fueron torturados con submarino seco o con la aplicación de la picana en Malvinas que era el magneto de la radio, o también hubo simulacros de fusilamiento. Varios estuvieron afectados por esto, pero dicen que fue en el momento, que era el nerviosismo, que estaban acostumbrados a hacer eso. Ahí se aplicaría lo de justificar al victimario.

GM: A mí me pasó lo contrario, haciendo la instrucción, acá, fui torturado. Me iba a ir a dónde sea para sacarme al que tenía encima porque me había desgarrado una pierna. Así que tengo elementos para pensar esto. En Malvinas me trataron distinto pero no puedo no hacer causa común con aquel que le pasó algo así o con compañeros que fueron enterrados en la playa hasta el cuello.

GP: Todo eso, hoy se fortalece. Los últimos meses del año pasado se logró que el Ministerio de Defensa desclasifique documentos secretos sobre Malvinas. Aparecen documentos donde dicen que la inteligencia argentina le sugería que las fuerzas enviarán a Malvinas, esto anterior a la guerra, a todos aquellos que estaban participando en la represión interna, los que estaban afectados y estaban siendo denunciados. Entonces, puede haber dos cuestiones. Una es que quisieran lavar las manos de los que ya la tenían sucias de sangre aquí en el continente, con lo cual les salió al revés, porque acrecentaron la cantidad de sangre en sus manos y la cantidad de imputaciones porque muchos de los que están procesados, incluso presos, por la represión interna, también están acusados por torturar en Malvinas. Les salió bastante mal. Después aparecieron cartillas con nuestras declaraciones, que nosotros firmamos los días posteriores a que regresamos de Malvinas en Campo de Mayo.

GM: Si yo tenía que firmar mi certificado de defunción lo hacía, ¿a dónde había que firmar para que me vaya a mi casa? Firmaba lo que había que firmar y me iba.

GP: Muchos hicimos eso pero otros pusieron que fueron torturados. En los primeros años, cuando estas causas empiezan a salir, empezaron a decir que eran mentira, que era una cuestión anti militar, que se buscaba denostar a las fuerzas armadas, etcétera. Ahora, aparecieron esas cartillas firmadas los días posteriores, donde no había ninguna campaña anti militar ni se denostaba a las fuerzas armadas, ni nada por el estilo. Esas cartillas, hoy, vienen a fortalecer todas esas denuncias. Ese material lo hacemos público pero no lo podemos mostrar porque están sirviendo para las causas penales que están ahora en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Que digan en declaraciones públicas que la cuestión del reclamo de Malvinas va a ser un 80 por ciento respecto a lo que tenga que ver con negocios, diplomacia y cuestiones que no tienen que ver exactamente con el reclamo puntual sobre la soberanía, es una ecuación que nos preocupa.

— Respecto a la pelea por la soberanía, y que este gobierno ya manifestó públicamente a través de la canciller Susana Malcorra que el tema Malvinas no iba a ser importante a nivel de política internacional, ¿qué piensan?

GP: Como asociación no tenemos todavía una posición respecto de este gobierno. Estamos viendo ciertas señales que son objetivas. Podríamos hablar de haber quitado en el consulado argentino un cartel que decía: «Las Malvinas son argentinas». Vemos también con preocupación que hayan sacado el billete de 50 pesos que era un homenaje a Malvinas, que lo van a reemplazar con un yaguareté. Le tenemos mucho respeto al yaguareté, sabemos que está en extinción, y es parte de nuestra nacionalidad, pero observamos con preocupación esto. También, que digan en declaraciones públicas que la cuestión del reclamo de Malvinas va a ser un 80 por ciento respecto a lo que tenga que ver con negocios, diplomacia y cuestiones que no tienen que ver exactamente con el reclamo puntual sobre la soberanía. Es una ecuación que nos preocupa. No tenemos una opinión formada como asociación pero son cuestiones que se van perfilando.

GM: Creo que a cualquier veterano le pasa lo mismo porque es una cuestión básica que no se hable de soberanía. Como tampoco se habla de la identificación de los 123 NN enterrados en Malvinas, que venimos peticionando al Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. Son pequeños ítems que no te dan el resultado total, pero te van diciendo sobre cómo se manejan: hablar de todo lo que se referencie a la economía de las islas, pesca, asistencia, y no del tema soberanía. Son pequeños puntos que te van dando una imagen, todavía no está conformado el lado para el que va a ir el gobierno pero te dan pequeños ítems y algunos nos preocupan.

GP: Nos damos cuenta que el reclamo constante y en todos los foros (de Naciones Unidas) no nos parece que vaya a ser la política de este gobierno. Pero ponemos un paréntesis ahí, porque todavía no hemos visto el primer foro. Que los kelpers, los habitantes de las islas, estén contentos con este cambio de estrategia también nos preocupa, porque si están contentos ellos yo me preocupo. Son estas pequeñas cosas que nos hacen ver que la política, por lo menos, va a cambiar. Que a la anterior le faltaba ajustar cosas, sí. Son distintas, vamos a ver. Algunos creen que esta va a ser la forma de conseguir la soberanía a mediano plazo.

GM: Otros piensan que es la forma en que Malcorra consiga la conducción de la ONU.

— ¿Cómo fueron los encuentros con el Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj?

GM: A Avruj lo conocíamos desde que trabaja en derechos humanos en la ciudad. Como funcionario teníamos un trato muy abierto. Bien, sin trabas. Hasta el 2 de abril.

GP: En la primera reunión que tuvimos le llevamos las reivindicaciones que no se abandonan: el museo no se toca, se sigue reclamando por la soberanía nacional, la identificación de los 123 compañeros NN, la continuidad de las causas Malvinas y que el Estado las apoye como lo venía haciendo. Estos puntos que son centrales para nosotros. Habíamos quedado en reuniones frecuentes, hasta que el 2 de abril tuvimos un pequeño encontronazo con Mauricio Macri donde le reclame por el tema de los hijos de ex combatientes que trabajaban en el Estado que habían sido cesanteados y me contestó que todo no se podía. Eso me plantea una contradicción muy flagrante, porque si él dice que todo se puede y después me contesta que no se puede solucionar el problema de reintegrar a cinco hijos de ex combatientes que son declarados como sector vulnerable, es una contradicción. Por otro lado, Avruj me había dicho que había estado bien en interesarlo sobre ese tema a Macri, que no había estado mal, y que en la semana nos reuníamos para solucionar el tema, cosa que no sucedió nunca porque no nos volvió a recibir. Con lo cual tenemos que ver como volvemos a abrir esa mesa de discusión. Se ve que mucho no les gustó.


Foto: infobae

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— Retrotrayendo lo que fue Malvinas, hoy, a 34 años de finalizada la guerra, ¿qué recuerdan?

GP: Estuve en un puesto de avanzada del ejército, teníamos que dar la temprana alerta sobre la presencia del enemigo. Esa es la fórmula que está en los manuales militares. Como yo era medio rebelde, me pasé tres cuartos de la guerra en el puesto de avanzada de combate que, en realidad, se renovaba por semana porque era muy agotador, se comía menos, se dormía menos, pensabas más. Tenías más riesgos. Me dejaron ahí la mayor parte de la guerra. Cuando no dimos más, nos replegamos. Después, volvimos al continente y empezó la otra batalla.

GM: En mi caso, cuando estaba haciendo la colimba, piden ocho voluntarios y dentro de ellos, un compañero mío dice: «Sí, anóteme a mí y a Moledo». Así que bueno, gracias a mi amigo fui a Malvinas (risas). Ahí me dieron todo el equipo para llevarme a mi casa, comí esa noche con mi mamá y vino un amigo. Al otro día me fui a Palomar, de ahí a Comodoro Rivadavia y ahí cambió todo. Ya antes de cruzar nos arengaban con que no íbamos a volver, que los que cruzaban no volvían y veíamos los aviones cargar y descargar material bélico constantemente. Ahí dijimos: «Esto no es joda». Me tocó estar a 150 metros de la torre de control, al costado de la pista, en un puesto sanitario, donde se dio el constante ataque del enemigo porque querían dejar inoperante la pista. El 1ro de mayo nos bombardearon con 21 bombas de mil libras que dejaban en un radio de 22 metros de circunferencia capas de agua, hongos. La más cerca que pegó fue a 70 metros de nuestra posición y nos salvamos de casualidad. Nunca recibimos el alerta que venía el ataque, nunca nada. Fue muy duro, fue como un bautismo de fuego, nunca había estado en combate. Era muy raro. Después obviamente no quería saber más nada con lo vivido y vino la otra batalla de la que te hablábamos antes, la de la reinserción, una batalla muy difícil. Hasta hace muy pocos años para que me den un empleo en el Estado tuve que hacer miles de pedidos. Todo fue una lucha. En mi caso fue muy pesada, pero lo logré. En cada lucha que tomo no hay un no, soy muy optimista.

GP: Eso es una característica que hemos tenido que adoptar porque era la única forma de sobrevivir. Si no hubiéramos sido así todavía estaríamos vendiendo estampitas en el tren. Hay un caudal de militancia, de lucha, que no la vas a ver en ningún lado. Todo eso, creo que adrede se hizo pasar inadvertido, éramos un muy mal ejemplo. Mirá si le enseñábamos a la gente que se podían conseguir las cosas cuando no se deja de pelear. Creo que siempre se fue tratando de anular ese mal ejemplo.


Sitio web Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos (ACOMADEH)

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