Tres nubes peregrinas: cinco poemas de Noelia Rivero

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Desarmar escenas cotidianas en sus partes mínimas, observar gestos y movimientos para sacar a la luz reflexiones que no podrían surgir de otro modo. Esa es parte de la búsqueda de Tres nubes peregrinas (Litoraldark, 2021), de Noelia Rivero, un poemario que atraviesa pasado y presente, para extender los instantes haciendo foco en la naturaleza que los rodea. 



Sobre la autora

Noelia Rivero es Profesora en Letras y editora aficionada. Publicó los libros de poesía Más claro todo (Zorra/Poesía, 2007), Fiesta en un patio de Temperley (Zorra/Poesía, 2009), Yelmo (El ojo del mármol, 2016), ¿Cuánto durará la casa de los gatos? (Maravilla editorial, 2021). Sus poemas fueron compilados en varias antologías, entre ellas: Una imagen para decirlo (Paisanita Editora, 2022), Acoholes (Ediciones en Danza, 2021), Martes verde. Poetas por el aborto legal (Colectivo de editoriales feministas, 2018), Un verano antes del varno: Poesie, fotografie und notizen aus Buenos Aires (Edition clandestine, 2015), Poetas  Argentinas 1961-1980 (Ediciones del Dock, 2008). En 2021 le fue otorgada la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes.


1- Belgrano C

El tren me descubre una imagen beata:
detrás de las copas de los árboles
que se inclinan
dulcemente viejos
una pelota duerme con un colchón de hojarasca.
Tres gatos completan la escena
o bien, aprovechan el último sol
en el techo de la última casa baja.

Ese es el lugar – me digo –
donde dejaría mi cabeza para que pudiera soñar
una visión dorada, cegadora,
llena de cosas flotantes.

«Sonríe», en la próxima estación
un grafitero copió en inglés.

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2- La otra oscuridad amiga

Algo bueno que trajo el tiempo:
la arena
que muele y entierra combates,
tesoros, ruinas.
(Apenas unos últimos saludos, unas fosforescencias
insisten bajo el lecho del mar).

La posibilidad del silencio.

De contemplar la vida y las cosas
como se miran las estrellas sin nombre:
levemente ajenas, hundidas en una negrura
que concilia el sueño.
(Entonces nado y toco algas, cardúmenes,
rayas solitarias, caballitos de mar).

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3- Imperio

Entonces, creyéndome Sei Shônagon,
respondí la carta
en una servilleta leve de pizzería
y dije:
Prefería la hoguera
a estar distante
de tus delicadas manos.

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4- Trovadora

Jugar a medir cuán desiguales somos.
Orejas, manos, pies,
noche y día
los trabajos del amor:

una fritanga deliciosa
mientras el gato murmura
la canción de los cazadores.

Melodía curiosa,
que la paloma detenida otea.


5- Templado oceánico

Sentadas,
parecidas a las setas del bosque,
achinadas como brasas adomercidas,
lejos de los brazos del mar
que saludaban y saludaban
a la noche, tan corta
aunque vasta para que nuestras cabezas
imitaran a los álamos Carolina
a los álamos de faz plateada y sonora.

Se acercaba el ciclo del viento.

Hasta entonces
nadie se había perdido
y un lujo agreste aún bordaba
muestra última temporada de amigas:
– Barrimos gentilmente los bichos de fuera de la cabaña.
– El arroz duró tres días, alimentó a los niños.
– Las hornallas quedaron bien cerradas.



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