Inéditos: cinco poemas de Agustina Lescano

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La intimidad de los versos de Agustina Lescano esconde su efecto hasta último momento: las escenas cotidianas, cargadas de objetos, historias, anécdotas, gestos minúsculos, son la puerta de entrada para algo revelador. ¿Qué une a una abuela y a una nieta más allá de la sangre? ¿Qué diferencia existe entre el amor hacia los demás y el amor propio? Como todo buen cristal, estos poemas no solo dejan ver a través de ellos, sino que amenazan con su filo inminente.



Sobre la autora

Agustina Lescano nació en Santa Fe en 1992. Publicó Se rompió la máquina (4ojos, 2015) y Nena (Corteza, 2016) y un título dentro de la colección «Dos poemas» de Ediciones Arroyo. Es narradora oral escénica, estudia Comunicación Social y ha colaborado en distintos medios gráficos y en radio. Por Nena recibió el Premio Provincial de Poesía José Pedroni. Forma parte de la Revista Charco.

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1. Las puntas

El día antes del casamiento
la novia se cortó el pelo
contaba mi abuelo, quejoso
de los rulos cortitos de su mujer.
Hija de comisario, mi mamá esperaba
a que el Cuqui durmiera la siesta
para golpear la puerta y preguntar
papá, ¿me puedo cortar las puntas?
Cuando yo vivía en casa y no volvía
a dormir, nadie preguntaba nada
cuando llegaba a la mesa
del domingo, cara
de dormida
y el pelo
enredado.
Después de levantar
entraba a bañarme
ella me ayudaba
a desenredar el pelo húmedo
trabajaba con el peine
desde las puntas
hacia arriba
sabía cómo hacerlo
porque a sus veinte
tenía el mismo pelo
largo, enredado y
marrón.

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2. Modelaje

Dos bombuchas metidas
en el corpiño de la malla
armaban el escote
en los desfiles que hacíamos
al lado de la canilla del patio
por la pasarela diminuta
que nos dejaban los chicos
jugando al fútbol.
El estilo pasaba
por la combinación de colores
si se te pinchaba una teta
quedabas empapada
y encima
te aplaudían.
Yo
no me hacía
tanto problema
no iba a tener nunca
esa delantera
ni todo lo demás.

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3. Los chicos

Me muerdo las uñas
cómo me gustan
cuando salen al patio a hablar
por teléfono en cuero y con una
mano en la cadera,
cuando tiran el pantalón al lado
de la cama y cuelgan prolija
la remera en la silla,
porque a la mañana tienen
algo importante
y por eso mismo se mojan
el pelo en el baño
se peinan con los dedos
mirándose al espejo igual
que mis compañeritos
en la primaria.
Me encantan sus recetas en la cocina
sus ojos muy abiertos cuando me ven
con la mano en la boca y me dicen
que no me haga mal.
Es cierto
cuando cocinan
nunca encuentran nada
y hablan mucho
más de lo que escuchan,
también es cierto que yo
siempre sigo
comiéndome las cutículas
pasando los dientes
y la lengua,
hasta
que me lastimo.

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4. La boca seca

Me quedo siguiendo
la noche
en el patio.
El teléfono está sin batería
igual
no debería escribir
a esta hora.
Las plantas
todas en un verde oscuro
me piden un poco más.
Hay dos toallas tendidas
abiertas entre dos sillas
al sereno de la madrugada
esperan, húmedas, la mañana.
Abro la heladera, saco hielo
los dedos me quedan fríos
no los siento cuando los miro
era lo que necesitaba
me como y me lastimo
donde termina la uña
y empieza la piel.
Quiero ordenar las macetas
está todo enredado
ramas, cables, yuyos
dejá nomás
por diversidad de intereses
las plantas crecen distinto
se mantienen bien
si tienen
lo que necesitan
más sol, una
menos agua
la otra
a mí lo que me mata
es estar tirando siempre
en direcciones diferentes
tiro de un lado
y se hace un nudo
del otro.
La gata en cambio
es decidida
baja del techo
entra en mi cama
con las sábanas frescas.
Ni la gata ni las plantas
me sostienen
pienso en mis amigos
que están lejos
en los novios que tuve
hasta no hace tanto tiempo
espero que todos estén bien
no sé si logro comunicarlo.
Me voy a sentar en el piso a comer fruta
si alguien me espía
desde el pasillo
con el ojo metido en la cerradura
va a ver mis rodillas contra el pecho
y la mano cargando un bocado
rojo hasta la boca seca.

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5. Nos entendemos igual

Mi abuela
mira los platos colgando
tienen un ave
o una pérgola china
rodeada de cerezos blancos.
Ése lo compré cuando era soltera
quedó solo, los otros
los rompía el abuelo
cuando se enojaba.
¿Por qué?
Porque era neurástico
Me río
neurótico abuela
Eso
y se ríe.

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