Inéditos: cuatro poemas de Patricio Foglia

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«Siempre a la vera hay un río/ aunque seamos, es cierto / poetas simples del conurbano», se lee en uno de los textos inéditos del autor nacido en Buenos Aires en 1985. Con un tono cristalino en el que las amistades, los amores, la nostalgia y el barrio dialogan entre sí, se puede encontrar un trasfondo que se preocupa por el movimiento imperceptible e inevitable de las relaciones humanas y la imposibilidad de capturar un sentimiento por fuera de la intensidad de los momentos. 



Sobre el autor

Patricio Foglia nació en Buenos Aires, en 1985. Publicó Temperley (En el aura del sauce, Subpoesía, 2011) ; Lugano 1 y 2 (Viajero Insomne, 2014), La Escafandra (Mágicas Naranjas, 2015), Tokio (Caleta Olivia, 2016) y Todo lo que sabemos del cielo (Caleta Olivia, 2018). Compiló y prologó, junto con Marcelo Díaz, la antología de poesía y ciencia ficción argentina Los Fuegos de Orc. Tradujo junto a Natalia Leiderman El pájaro rojo, de Mary Oliver. Coordina el sitio www.malonmalon.com.ar

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1. Mirando una vieja fotografía 

a Estela Figueroa 

Con el tiempo fue cambiando
lo que más me gusta
de la mejor película de mi infancia:
primero me alucinó
la patineta voladora
pero después me enganché más
con la historia de los padres de Mc Fly
el baile de egresados y Marty
inventando el rock and roll
esta es una vieja canción
del lugar de donde vengo 

Después, aparecieron más detalles
matices, revelaciones
pequeñas sutilezas. Una vez incluso leí
que la Avenida del Delorean
conduce siempre a un cine
que está en su esplendor en los cincuenta
y pasa pelis porno
treinta años más tarde 

Hace poco vi
de nuevo la película
y esta vez como nunca
lo que más me impactó
fue la foto de la familia Mc Fly
y pensé en mi propia familia
y pensé ¿quién sostiene todavía
en sus manos
un portarretratos?  

Hoy, lo que más me gusta
de Volver al futuro
es esa foto en donde uno a uno
todos los personajes se van desvaneciendo

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2. Para Javier Roldán

Amigo, otra vez, viniste a visitarme
y ahora te miro y veo tus ojos
un poco cansados, brillando
después de otro día de trabajo
y de un par de cervezas
pienso en Ashbery y en O’ Hara

acodados en una barra larguísima
tomando un trago, bajo la luz tenue
de la noche en un bar
una esquina vidriada
en las afueras de Manhattan

como los mismísimos Li Po
y Tu Fu, a la vera del río
o incluso como nosotros
siempre a la vera hay un río
aunque seamos, es cierto
poetas simples del conurbano
y estemos tan lejos
de la dinastía Tang
como de los árboles
verdes y morados del Central Park

no importa
esta noche la luna nos sonríe
como charquitos de una piedra
lanzada al agua
¿Cuándo? Ahora
estamos sentados, charlamos
tomando, riéndonos, leyendo
viejos y nuevos poemas

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3. Cada vez que te vas de casa

A Natalia Leiderman

trato de demorar al máximo
nuestra despedida

Preparo un té que no pediste
te recuerdo que todavía
queda un poco de helado

Finjo que pierdo las llaves
o que conozco un colectivo
que viene mucho más rápido
aunque solamente lo digo
porque su parada queda
un par de cuadras más adelante

Finalmente me resigno
abro la puerta y te acompaño

Cada vez que te vas de casa
me tiro en la cama
y no siento ni frío ni calor
como una lámpara
o una simple jarra de vidrio
habito en silencio y sin movimiento
un enorme cuarto vacío

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4. Colegio San José

2001, tengo quince años y Kurt Cobain
radiante como un edificio
en plena demolición
es el póster del placard
de mi corazón aturdido
¿y cómo no escuchar
en su voz el aullido de los lobos
de los raros, de todos los que resignan
capas y capas de su propio deseo
hasta quedar puro hueso
con tal de encajar?

Iría a los tumbos, por la casa
Cobain desorientado
un fantasma llorando por los rincones

¿Se habrá sentado a esperar, como un emperador
en su trono, con la mano firme
sujeta al cetro de la gran decisión ya tomada?

¿Dónde estaban
los conductores de MTV, sus micrófonos
y cámaras, la Revista Rolling Stone
Courtney Love, Dios, Dave Grohl
cuando un pájaro huyó de su árbol
al escuchar
el estallido de la escopeta?

Pongo a calentar
la chapita del encendedor
dada vuelta contra su propio fuego
para después hundirla sobre mi mano
y dibujar con su forma una sonrisa
lo más parecida posible al logo de Nirvana.

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