¿Cómo se representa a las personas trans en la pantalla?: Disclosure, el documental que expone estereotipos

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Las personas travestis y trans han sido representadas en el cine y la televisión durante mucho tiempo. Con hacer un recorrido por películas y series clásicas se pueden encontrar decenas de estereotipos que han creado narrativas estigmatizantes. Disclosure, documental recientemente estrenado en Netflix, hace un recorrido por varias de ellas, desarmando los mecanismos con los que se formaron. ¿Qué es lo que pasa cuando estas imágenes aparecen como la única representación posible?



“Los modos en que las personas trans somos representadas en la pantalla sugieren que no somos reales, que estamos enfermas, que no existimos”. Con una de estas frases  inicia Disclosure, el documental recientemente estrenado en Netflix que historiza la representación de las personas trans en películas y series estadounidenses a lo largo del tiempo. Dirigida por Sam Feder y producida por la actriz Laverne Cox (Orange is the new black), el film cuenta con testimonios de actores, actrices, directores, directoras y guionistas trans, poniendo bajo la lupa los estereotipos que conforman una cultura de violencia contra la identidad de género.

El film cuenta con testimonios de actores, actrices, directores, directoras y guionistas trans, poniendo bajo la lupa los estereotipos que conforman una cultura de violencia contra la identidad de género.

Disclosure traza una genealogía que permite reflexionar no solo sobre las narrativas construidas, sino también sobre el reflejo que han tenido en la sociedad a lo largo del tiempo, atravesando nombres y títulos que, incluso hoy, tienen un lugar de renombre en la historia cinematográfica. Es el caso, por ejemplo, de David Griffith (El nacimiento de una nación, 1915), director conocido por su racismo. De acuerdo al documental, marcó el inicio de una larga costumbre de incluir personas trans convertidas en objeto de burla, como sucede con uno de los personajes de su película Judith de Bethulia  (1914). “Se presta a la idea de que nos ‘disfrazamos’ para hacer reir a la gente”.

En aquella época romper con los moldes de género era considerado una falta a la ley. Mientras que las personas travestis y trans eran perseguidas, hostigadas y penadas con multas y cárcel, en la pantalla, su representación oscilaba entre la burla, el miedo y la repulsión. El documental destaca la cantidad de películas en la que personajes violentos se caracterizan por ser hombres vestidos de mujeres, como en Asesinato (1930) y Psycho (1960), de Alfred Hitchcock, Vestida para matar (1980) o El Silencio de los Inocentes (1991). Cuando la actriz Jen Richards le contó a una amiga sobre el comienzo de su transición, le respondió ¿Como Buffalo Bill?”, haciendo referencia al film protagonizado por Jodie Foster, como si el único punto de referencia que tuviera sobre las personas trans fuera un asesino.

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«Buffalo Bill»: El silencio de los inocentes


“Morí muchas veces”

Un largo camino después, la perspectiva cambió, pero la representación sigue estando lejos del ideal. Una narrativa recurrente en varias series ficcionales de los años 2000, principalmente policiales y médicas es la que retrata a las personas trans como víctimas de crímenes de odio, o bien de enfermedades que se originan a causa de tratamientos hormonales. “Actué en muchos shows de hospitales y morí muchas veces. Seguían matándome”, recuerda Alexandra Billings. “Las personas trans no mueren de las alternativas que las salvan. Eso no es lo que nos mata”. ¿Qué pasa cuando eso es la única realidad que se muestra?

Una narrativa recurrente en varias series ficcionales de los años 2000, principalmente policiales y médicas es la que retrata a las personas trans como víctimas de crímenes de odio, o bien de enfermedades que se originan a causa de tratamientos hormonales.

Otro de los estereotipos asignados a travestis y trans en la pantalla está relacionado a la prostitución, una asociación casi exclusiva y automática que se realiza con el colectivo, dejando fuera los factores contextuales – como la discriminación laboral – que conducen a que, muchas veces, el trabajo sexual sea la única forma de supervivencia. De acuerdo a un relevamiento de GLAAD, una ONG estadounidense que monitorea medios en búsqueda de la inclusión de la comunidad LGBTIQ, en 134 episodios de televisión registrados donde aparecían actores y actrices trans, lo hacían, en la mayoría de las veces, como trabajadores y trabajadoras sexuales.

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Alexandra Billings en Grey’s Anatomy


La “revelación”

Disclosure – revelación en inglés – debe su título a escenas características del cine y la televisión en lo que respecta a la inclusión de personajes trans: el momento de la trama en que, por algún motivo, el o la protagonista se ve obligado/a a “revelar” el sexo asignado por nacimiento. Toda la ficción gira así alrededor de un punto culmine en el que el resto de los personajes que lo descubren reaccionan traicionados, incluso con rechazo y asco, bajo el supuesto de que hay un “secreto” oculto y que se tiene la responsabilidad de contarlo, sin importar los sentimientos propios, deshumanizando de esta forma a quien asume su identidad de género.

Toda la ficción gira así alrededor de un punto culmine en el que el resto de los personajes que lo descubren reaccionan traicionados, incluso con rechazo y asco, bajo el supuesto de que hay un “secreto” oculto y que se tiene la responsabilidad de contarlo.

Son numerosos los ejemplos en el cine y la televisión, no solo de personajes trans, sino también de historias en la que mujeres se disfrazan de varones para ingresar a ciertos ámbitos o acceder a derechos que de otro modo no obtendrían, como la educación, o un determinado trabajo. La narrativa se repite y, en definitiva, el trasfondo termina siendo el mismo. El actor trans Brian Michael Smith lo define en el documental como “mensaje de empoderamiento femenino ‘disfrazado’ de una experiencia transmasculina, que termina teniendo así menos validez”.



Yentl (1983)


La representación como el primer paso

Hoy en día, el avance y la visibilidad del colectivo LGBTIQ coincide con una mayor representación de la diversidad sexual en las pantallas de cine y televisión. Si bien aun pueden encontraste estereotipos, también hay otras producciones que buscan  dar voz a una minoría históricamente violentada. Pose (2018) o Sense8 (2015) son algunas de las series que se mencionan en el documental, donde se muestran personajes que no están únicamente definidos por ser trans, – como sucede en otros casos – sino que además abren un universo abierto a otras complejidades.

Pose (2018) o Sense8 (2015) son algunas de las series que se mencionan en el documental, donde se muestran personajes que no están únicamente definidos por ser trans, sino que además abren un universo abierto a otras complejidades.

Los papeles asignados en los productos culturales son también parte de la construcción de las identidades y de las percepciones, por eso también son notables aquellos que rompen con las imágenes estigmatizantes. Aunque cambiar la representación de las personas trans en las pantallas es importante para visibilizar sus derechos es solo un paso necesario en una transformación más amplia, para eliminar la violencia de la que sufren de forma cotidiana. Como se menciona hacia el final, «cambiar la representación no es la meta, es solo una de las formas para alcanzarla«.


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