¿Qué es la poesía? #23 – Horacio Fiebelkorn: «¿Alguien paga las cuentas con sonetos?»

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«Los 90’s en poesía tuvieron una riqueza aún no del todo explorada por los lectores y por la crítica», afirma Horacio Fiebelkorn, quien no se siente del todo parte de esa generación. En ese sentido, agrega que ahora viene otro desafío: «escribir después de los 50, en el contexto actual». Además, sobre la siempre tensa relación entre poesía y marketing, se pregunta: «¿Por qué no podemos ganar un poco de plata con nuestros libros? ¿Dónde está escrito que no nos tiene que interesar el dinero?». 



Sobre el autor

Horacio FiebelkornHoracio Fiebelkorn nació en La Plata en 1958. Fue coeditor del tabloide de poesía La novia de Tyson. Publicó, entre otros libros, Elegías (2008), Tolosa (2010), Pájaro en el palo. Antología personal (2012), El sueño de las antenas (2013), La patada del chancho Cerrá cuando te vayas (2016).


— Una pregunta obvia, pero inevitable: para vos, ¿qué es la poesía?
— A esta altura, es un modo de ir transitando la vida. No el único, desde ya. Porque tenés una vida familiar, trabajos, etc. Nadie ejerce el oficio de “poeta” (y esto va entre comillas) las 24 horas del día. La mayor parte del tiempo uno es otra cosa. Otra posible respuesta: la poesía como afección cardio-respiratoria. Un modo de sentir-respirar. No se me ocurre más nada sobre el punto.

— ¿Cómo te acercaste al género?
— La aproximación más decidida fue a eso de los 20, cuando vi que fracasaba intentando hacer narrativa. Todo lo que hacía quedaba empastado en el lenguaje y las imágenes, ninguna historia lograba despegar. Tampoco es que tuviera grandes asuntos para contar a esa edad, tenia más lectura que otra cosa, y muy poco procesamiento de lo que leía. Fue entonces que recordé algunas cosas que me habían impactado en mi infancia. Por ejemplo, ver a Spinetta en la tele, Almendra en el programa Sótano Beat. Fue fuerte eso. Manal, otro tanto. Hace poco revisité el Avellaneda Blues, y es un poema maravilloso, y lo más notable: sin sujeto lírico. Una avanzada impresionante. Bueno, cuestión que en mi acercamiento al género se cruzaba básicamente todo.

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Tengo mis reservas hacia esa conceptualización, “poesía de los 90”. Dio pie a muchos malentendidos, a discusiones que empezaron mal y terminaron peor, adhesiones en bloque y rechazos en bloque.

— Generacionalmente formás parte de lo que se conoce como «la poesía de los 90’s», ¿cómo ves ese periodo con el paso del tiempo?
— Diría que a nivel generacional estoy más cerca de algunos autores que emergieron en los 80, como Taborda o García Helder. Y tengo mis reservas hacia esa conceptualización, “poesía de los 90”. Dio pie a muchos malentendidos, a discusiones que empezaron mal y terminaron peor, adhesiones en bloque y rechazos en bloque. Pensarlo de ese modo, bajo ese paraguas, puede inducir a creer que hubo una sola estética en ese período, o un solo modo de circulación, y no fue así. Como empecé a publicar en los 90, me subieron un poco de prepo a ese tren, donde tuve y tengo afinidades, discrepancias y muchos amigos. De todas formas, y pasando en limpio la experiencia, los 90’s en poesía tuvieron una riqueza aún no del todo explorada por los lectores y por la crítica, más allá del impacto que tuvieron y aún tienen los autores más difundidos del período, casi todos amigos míos. Ahora viene otro momento, otro desafío: escribir después de los 50, en el contexto actual.


Horacio Fiebelkorn


— En tu poesía sobrevuela cierto tono ensayístico que no se casa con ningún estilo. ¿Es una intencionalidad?
— ¿Te parece, tono ensayístico? Ojalá. Bah, nunca lo sentí del todo así. Hay autores que llevan ese tono mucho mejor que yo. Los bahienses, ponele, Raimondi, Ortiz, ellos lo sostienen, pero no sé si es mi caso. En algunos textos me puse a jugar con ideas, casi como un ejercicio intelectual, o un divague de la mente, y siempre ideas pasadas por una imagen lo más concreta posible. Imagen y sonido, porque siempre me juego más hacia ese lado. Hablaría de una intencionalidad más lúdica que otra cosa. Sobre todo en un libro, La patada del chancho. Obviamente el que lee interpreta lo que quiere, a su gusto. Pero me salí de cauce, vuelvo a tu pregunta. La poesía, y no sólo en mi caso, te permite licuar un montón de géneros. El ensayo es uno de ellos. En mi caso, sólo de a ratos.

— ¿Qué autores tenés como referentes?
— Son aquellos que me han conmovido, y cuya obra suelo revisitar porque encuentro siempre cosas nuevas. Por lo pronto, algunos poetas de mi ciudad, Horacio Castillo, Rafael Oteriño y Néstor Mux. Después viene Calveyra, Bignozzi, Gianuzzi, Zelarayán, Bellessi algunas cosas, Bustos, Gandolfo, Aldo Oliva. De afuera, cada tanto releo a Vallejo, Apollinaire, a Pound..,una lista interminable, en realidad. Bueno, esos son mis referentes. Mis pares son muchísimos más, y los leo todo el tiempo.

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Allí es donde crece la riqueza que cada nueva generación aporta a la poesía, en esos autores que empiezan a apuntar un poco más lejos y se transgreden a sí mismos, sin preocuparse por ser etiquetados de tal o cual manera.

— ¿Qué panorama tenés de la poesía contemporánea?
— Leo de todo, estoy informado de casi todo, y veo que, como suele ocurrir, cada generación se va incorporando al oficio con su propio bagaje de experiencia, y esto incluye la experiencia de lectura. Dentro de cada pelotón, por llamarlo de algún modo, siempre aparecen voces que luego van a saltar el cerco generacional, van a abandonar el guiño y la complicidad de sus pares, y van a seguir escribiendo. Allí es donde crece la riqueza que cada nueva generación aporta a la poesía, en esos autores que empiezan a apuntar un poco más lejos y se transgreden a sí mismos, sin preocuparse por ser etiquetados de tal o cual manera.


Horacio Fiebelkorn


— La poesía dentro del mundo editorial carga con la frase hecha de que «no se vende». ¿Creés que es así? ¿Por qué?
— Pasa algo que no sé si es raro a esta altura, y es que hay un circuito muy extenso de circulación y lectura, favorecido por la edición independiente desde hace bastante, y nunca se convierte en un “mercado”. Por un lado, es una tentación romántica creer que eso “protege” al género en cuanto al marketing o la cultura mainstream o mediática. Pero al mismo tiempo, eso nos hace olvidar una demanda siempre atendible: ¿por qué no podemos ganar un poco de plata con nuestros libros? ¿Dónde está escrito que no nos tiene que interesar el dinero? ¿O alguien paga las cuentas con sonetos? Eso por un lado. Por el otro, creo que hay un obstáculo grande frente a un posible “gran público lector”, y eso está dado por lo siguiente: la poesía en general propone otra sintaxis, otro trabajo de lectura, propicia otro tipo de percepción de la palabra. Y eso complica su apreciación en un lector promedio poco habituado a esto, al que le cuesta ir más allá de lo obvio.

La poesía en general propone otra sintaxis, otro trabajo de lectura, propicia otro tipo de percepción de la palabra. Y eso complica su apreciación en un lector promedio poco habituado a esto, al que le cuesta ir más allá de lo obvio.

— Sos un autor muy prolífico, ¿pasás por periodos de sequía de escritura? ¿Cómo convive un escritor con eso?
— Gracias por lo de prolífico, me siento más bien un vago. La sequía es lo más común. Y como sólo respondo a mi propia demanda, no me hago mayor problema. ¿No se me ocurre nada para escribir? Bueno, me pongo a cocinar, a freír cebollas.

— También incursionas en la narrativa, por fuera y por dentro de tus poemas. ¿Qué puede tomar cada género del otro?
— Es un hecho que los géneros interactúan unos con otros, al punto en que se suelen borrar los límites. Aún así, ese borramiento va a ser más eficaz cuanto más se conozca lo específico de cada género. O sea, no se pueden unir por cualquier lado. Hay que encontrar el punto de fusión. Es como con la música. Podés fusionar el jazz con la chacarera, pero si los juntás por cualquier lado, y no conocés a fondo el jazz y la chacarera, te va a salir una porquería.

— ¿Tenés alguna rutina a la hora de escribir?
— Ninguna. En todo caso, demorar todo lo posible el momento de escribir cuando asoma el hocico alguna idea.

—¿Internet favorece a la escritura o la entorpece?
— La favorece. Lo que puede entorpecer es el exceso de información que se consume en la web. Pero eso entorpece todo, no sólo la escritura.

— Por último, ¿qué consejo le darías a alguien que está dando sus primeros pasos con la escritura?
— Que lea mucho, que intente, que se equivoque, que no se crea un genio y tampoco el peor. Y con Pound: “No prestar atención a ninguna crítica de alguien que no haya escrito una obra notable”.


Ediciones anteriores de ¿Qué es la poesía?

#1 Fabián Casas ; #2 Fernando Bogado;  #3 Washington Cucurto; #4 Diego Arbit;
#5 Osvaldo Vigna; #6 Hernán; #7 Margarita Roncarolo; #8 Mariano Blatt;
#9 Juan Desiderio; #10 Gabriela Bejerman; #11 Walter Lezcano; #12 Facundo Soto;
#13 Osvaldo Bossi; #14 Gabriela Luzzi; #15 Rodolfo Edwards; #16 Cecilia Pavón;
#17 Mariela Gouiric; #18 Fernanda Laguna; #19 Carlos Battilana #20 Griselda García;  #21 Andi Nachon; #22 Laura Wittner

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