Donde no hago pie, de Belén López Peiró: la búsqueda de reparación

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«¿Se puede reparar un cuerpo como se repara una taza rota? ¿Se verán las fisuras?», se pregunta Belén López Peiró en Donde no hago pie (Lumen, 2021), su nueva novela. Luego de Por qué no volvías cada verano, donde la autora relata la historia de abuso sufrida durante su adolescencia, este nuevo libro se sumerge en las lógicas machistas y burócraticas de la Justicia, en las idas y vueltas legales y en la necesidad de crear redes que se extiendan una vez que se quiebran las estructuras que pretenden perpetuar el silencio. 



En 2014, mientras trabajaba en un diario local, Belén López Peiró entendió que muchas de las notas que leía y escribía se parecían a su propia historia. Así fue cómo pensó en narrarla. Un día de verano llegó a la redacción y googleó la palabra “abuso”, y después, “cómo denunciar abuso sexual en Argentina”. Años más tarde, en 2018, publicó su primer libro, Por qué volvías cada verano, una novela punzante en la que relata los abusos que sufrió entre los 13 y 16 años por parte de su tío, un comisario con poder en el pueblo bonaerense de Santa Lucía. Editado por Madreselva, el libro alcanzó rápidamente un reconocimiento que tuvo también su eco en el exterior: fue publicado en España y próximamente llegará a Chile y Brasil. El recorrido de la autora a través de la no ficción hoy continúa con Donde no hago pie (Lumen, 2021), en el que narra las marchas y contramarchas de los mecanismos legales desde que presentó su primera denuncia.

La historia comienza con un mensaje de texto: luego de un año sin noticias, la Fiscalía informa que la causa ha sido finalmente elevada a juicio. De forma similar a su primer libro, López Peiró alterna múltiples lenguajes y recursos: diarios, anotaciones, dibujos, capturas de Internet se entremezclan con la narración de su paso por el proceso judicial, alternado con recuerdos de su infancia.

La historia comienza con un mensaje de texto: luego de un año sin noticias, la Fiscalía informa que la causa ha sido finalmente elevada a juicio. De forma similar a su primer libro, López Peiró alterna múltiples lenguajes y recursos: diarios, anotaciones, dibujos, capturas de Internet se entremezclan con la narración de su paso por el proceso judicial, alternado con recuerdos de su infancia. En este caso, la polifonía característica de Por qué volvías cada verano – donde las voces de familiares, el abogado, el fiscal, el médico, la psicóloga, los peritos y el abusador construyen el relato – da un paso al costado para dar lugar a una primera persona que toma consistencia, que ha atravesado un camino en el que se hizo fuerte, pero también en el que expresa sus dudas, temores y su cansancio frente a un sistema que no acompaña a sobrevivientes de violencias, donde los tiempos se extienden y la construcción de redes se vuelve fundamental para salir adelante.

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Donde no hago pie

Donde no hago pie (Lumen, 2021), de Belén López Peiró



¿Con qué herramientas se cuenta para (re)construir luego de los abusos? ¿Qué implica la reparación? ¿Cómo se sigue luego de alzar la voz y romper estructuras que todo el tiempo buscan la sumisión y el silencio? Estas son algunas de las preguntas que surgen al leer la novela y que, para su respuesta, requieren también de los vínculos con familia, amistades, pareja y profesionales de distintas disciplinas, plasmados a través de fragmentos que pueden pasar desde momentos compartidos en un bar hasta una mesa de trabajo conformada especialmente para acompañar el caso. “Escribir es registrar. Pericias, interrogatorios, audiencias, idas y vueltas, las ganas de que llegue el juicio, de declarar, y que todo termine”, dice la autora en el libro y, en el proceso, recupera mensajes, archivos, fotos, recetas médicas, pasajes de micro, hojas sueltas, libretas. Está en el centro de una investigación propia para enfrentarse a la Justicia, a procesos poco conocidos en el país, como es el caso de un juicio por jurados, pero también de aquel apoyo recibido, de las redes que los feminismos potenciaron en los últimos años.

¿Con qué herramientas se cuenta para (re)construir luego de los abusos? ¿Qué implica la reparación? ¿Cómo se sigue luego de alzar la voz y romper estructuras que todo el tiempo buscan la sumisión y el silencio?

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¿“Vos qué querés?, le pregunta Luciana, su abogada. “Quiero saber qué querrías hacer, cuál querrías que fuera el resultado, qué te haría bien”. Donde no hago pie atraviesa esa búsqueda, ensayando respuestas, creando estrategias frente al machismo de las lógicas institucionales, construyendo nuevas memorias y también buceando en otras. López Peiró profundiza el estilo fragmentario desarrollado en su primera novela y, con habilidad, conduce la lectura entre el pasado y el presente, trasladándose de una escena a otra, focalizándose en detalles, como una cámara que sabe exactamente en qué rincones de los recuerdos posarse: aquellos que cobran espesor y sentido a lo largo del tiempo, en el conjunto de la trama que se completa con su primera novela. Los diálogos se combinan con la narración, la crónica, los perfiles de personajes, las reflexiones, la información técnica de los procedimientos legales. En cada uno de ellos, la autora maneja con precisión extensión, descripciones y temporalidades para crear una lectura dinámica, visual y ágil de principio a fin.

Como si fueran fotografías y recortes que se colocan sobre el suelo para ver mejor, López Peiró ordena los acontecimientos de los últimos años y los observa a la luz, toma distancia para seguir buscando respuestas: “¿Qué soy yo sin llevar adelante una causa judicial? ¿Qué es lo que queda de mí?” “¿Se puede reparar un cuerpo como se repara una taza rota? ¿Se verán las fisuras? Los surcos que deja el pegamento seco, por fuera y por dentro, las marcas en la mente. ¿Qué es reparación para mí?”. Una lectura necesaria en los tiempos actuales, un síntoma de un cambio de época que sigue avanzando, en donde las rupturas y las reconstrucciones se llevan adelante de forma colectiva.



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