Cuál es el pez que tiñe el mar, de Antonella Saldicco: la potencia de lo transitorio

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Cuál es el pez que tiñe el mar (Concreto, 2021), la primera novela de Antonella Saldicco, la escritora y actriz protagonista de La muerte no existe y el amor tampoco (2019), explora las sensaciones y las dudas que se desencadenan en Clara, una joven estudiante que viaja a Japón para una residencia de teatro. El extrañamiento no solo es parte de su recorrido por una ciudad ajena, sino también sobre sí misma y sus vínculos, mientras dudas, deseos y recuerdos del pasado la conducen por una búsqueda que no necesariamente tiene un punto de llegada. 



Los viajes y los encuentros con otras culturas son un tema ampliamente explorado en la literatura en el que siempre es posible encontrar enfoques novedosos para narrar lo que también se revela como una travesía interna. Cuál es el pez que tiñe el mar (Concreto, 2021), la primera novela de Antonella Saldicco es un ejemplo de eso: un estilo fresco y poético que nos invita a extrañarnos junto a la protagonista de la historia, al tiempo que acompañamos sus dudas, reflexiones y descubrimientos alrededor de la soledad, el deseo, sus vínculos con su familia, su pareja y las personas que conoce durante su viaje. Lo estable y lo transitorio, las distancias y la construcción del hogar – acompañada o en soledad – son parte de las búsquedas y los cuestionamientos del personaje de una novela que nos conduce también por su pasado, que nos permite adentrarnos de a ratos a través de los recuerdos que dispara lo novedoso.

Lo estable y lo transitorio, las distancias y la construcción del hogar – acompañada o en soledad – son parte de las búsquedas y los cuestionamientos del personaje de una novela que nos conduce también por su pasado, que nos permite adentrarnos de a ratos a través de los recuerdos que dispara lo novedoso.

Clara es una actriz que viaja a Kyoto, Japón, para asistir a una residencia de teatro. En Hiroshima está Juan, su novio, que consiguió trabajo en una empresa y la espera al término de la beca para reencontrarse. A lo largo de su estadía, Clara intercambia videollamadas en medio de flashbacks que cuentan de forma fragmentaria la historia de una relación que comenzó a resquebrajarse mucho antes de que ambos estuvieran en ciudades distintas, a kilómetros de Buenos Aires. «¿No sentís como si estuviéramos distanciándonos?», le pregunta él en una de sus comunicaciones. Su recorrido por el país nipón se alterna también con algunos momentos de su infancia y su relación con su familia, que transita mentalmente a partir de una noticia inesperada.

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Cuál es el pez que tiñe el mar

Cuál es el pez que tiñe el mar (Concreto, 2021), de Antonella Saldicco



Sus idas y venidas por la ciudad, sus caminatas por las calles en donde “todos los sentidos quedan estimulados a la vez”, son parte también de una búsqueda de la tranquilidad que anhela, que se presentaba alejada hasta ese momento: Atesoro esta soledad como si la estuviera negociando, como si responder un mail me la fuera a quitar. Me gustaría por un tiempo ser, pero no en relación. Ser como el cerezo que se mece al viento, solitario”, dice la protagonista. Tan solo uno de los tantos pasajes de la novela que marcan un estilo poético de la escritura, visual, cargada de imágenes que como una cámara se posan en los rincones y detalles del país extranjero, pero de los que la autora se apropia, vuelve familiares para plasmar con calidez sensaciones, preocupaciones y formas de habitar ese mundo.

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Clara se cuestiona, se plantea interrogantes, avanza, retrocede, vuelve sobre sus pasos y elige los caminos no señalizados, los que se abren una vez que las expectativas y las experiencias se cruzan de forma concreta para dar lugar a algo inevitablemente nuevo, que tiene siempre la potencia de cambiar el curso de lo vivido, con los miedos y dudas que esto conlleva. El asombro y la incomodidad se mezclan, como parte de un mismo paso de baile en el que nunca es seguro el próximo paso a dar.No dejo de pensar en este último giro, en la facilidad que tengo para hacer y deshacer, decir y desdecir. Girar en torno a mí misma, pero siempre con la sensación de estar girando en falso, como esos tornillos inútiles que terminan solos, al fondo de una caja de herramientas, pero que no tienen tuerca, no tienen ajuste”, puede leerse en un fragmento.

Cuál es el pez que tiñe el mar se adentra en ese hacer y deshacer, en esa exploración por lo fugaz, por el constante movimiento de las cosas. Un viaje permanente en el que los sentidos están siempre alertas y en donde lo que se puede percibir como una pausa, puede dar lugar en realidad a algo mucho más profundo por donde se avanza a tientas, con iguales dosis de inquietud e intensidad. Como dice Virginia Cosin en la contratapa, la voz de la autora “emerge como desde la caja de resonancia de un instrumento muy antiguo, ejecutado de una forma nueva”.


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