Hernán y los libros de Vicente Luy: «La idea de poeta maldito es una etiqueta cómoda»

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Poeta y compañero de ruta del autor cordobés, este año publicó La poesía está en ser uno (Beatriz Viterbo), en donde repasa la bilbiografía de Vicente Luy para dar una visión profunda de su obra por fuera de los mitos. «No era alguien que escribía mirándose el ombligo digamos, había un tratar de llegar al otro cambiando las formas, incluyendo futbolistas, nombrando cosas que la gente conoce», destaca Hernán en diálogo con La Primera Piedra. Reediciones futuras para seguir conociendo en profundidad a un boom inesperado. 



El nombre de Vicente Luy siempre vuelve. Ahora bien, más allá de la antología Poesía popular argentina y la reedición de Caricatura de un enfermo de amor -ambas publicadas por la editorial Añosluz-, poco se conocía en profundidad de los libros de Vicente Luy. Publicados en ediciones autogestionadas y pagadas por el autor nacido en Córdoba en 1961 y fallecido en 2012 tras saltar de un séptimo piso en la ciudad de Salta, el corpus de poemas de Luy van ganado terreno con dos títulos de este 2020 accidentado para el sector editorial: Escribir no es importante (Caballo negro) y el reciente La poesía está en ser uno (Beatriz Viertbo), de Hernán.

Prolífico autor (en 2015 editó la obra reunida Veo Veo) y compañero en Verbonautas durante la segunda mitad de los 90, también fue el encargado de editar junto a Luy los libros que salieron desde 1999. Se podría decir que Hernán intenta con este ensayo dar a conocer la obra detrás de un mito improductivo: la etiqueta del poeta maldito. «No era alguien que escribía mirándose el ombligo digamos, había un tratar de llegar al otro cambiando las formas, incluyendo futbolistas, nombrando cosas que la gente conoce (…)Vicente pensaba bastante en el lector, en el escucha. No sé si los malditos están tanto en esa, me parece que están en la suya», destaca en diálogo con La Primera Piedra. 

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Tuve que leer a Vicente como si no lo conociera, ni nunca lo hubiera leído, cuando conozco más su obra que la mía. Cuando reuní mi poesía en Veo- Veo, no me puse a ver los temas, cuándo aparecieron. El laburo que hice con Vicente, no lo hice con mi poesía.

Repleto de textos inéditos que Vicente Luy mandaba por cartas, mails y otros poemas que tuvieron vida únicamente en las tiradas breves de algunos de esos títulos que nunca se reeditaron, La poesía está en ser uno es un valioso aporte para conocer el camino de un boom inesperado dentro de la literatura argentina. «Se podría decir que fue un libro sin plan, una cosa fue llevando a la otra», expresa Hernán a esta revista tras haber adaptado un taller literario sobre los libros de Vicente Luy a esta modalidad ensayística.

«Siempre están dando vuelta los mismos 50 poemas en las redes y no se ve el todo. Funciona como una pequeña antología, porque tiene muchos poemas inéditos, fragmentos, a la vez que también es una muy buena puerta de entrada para quien no lo conoce así como complementar a quién lo lee hace 20 años», señala en la misma dirección, al mismo tiempo que subraya que este libro no se trata de una biografía de Luy. 

Otro factor que hace de La poesía está en ser uno un libro clave para entender a Luy y a la poesía contemporánea argentina es pensar algunos conceptos como el de «poesía express» que empezaron a formar parte de la obra del autor de La vida en Córdoba, ese libro de un kilo y medio cuya edición valió lo mismo que un departamento en esa época (1999) y hoy es inconseguible. «He escuchado y leído muchas personas que se notan que han leído a Vicente, pero no encontré a alguien que además de haberlo leído tenga su propia voz», comenta Hernán.  A continuación, un recorrido por una obra en constante expansión y los planes de reediciones futuras para volver a acercarse esos títulos en su forma original sin el recorte de las redes sociales. 



libros de Vicente Luy

Los libros de Vicente Luy: Hernán y Vicente / foto de www.poesiaurbana / poemas y canciones vol 7 – una casa – abril 2007


— La primera pregunta es medio inevitable, ¿cómo vas llevando la pandemia?
— Es un año complicado por donde se lo mire. Sin embargo, antes de fin de año voy a debutar como editor, algo raro… Armamos con Fernando Bogado una editorial que se llama Cae de maduro y en noviembre saldría el próximo libro de poemas mío, además de reeditar el libro de Verbonautas y No le pidan peras a Cúper, de Vicente Luy. En el caso de Verbonautas, que es el que todavía falta cerrar, va a tener nuevo material, otras fotos, agregados a la edición original con material de ahora de casi todos.

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— En el caso del libro de Verbonautas, ¿cómo viste ese paso del tiempo después de mas de 20 años? En La poesía está en uno, Luy señala al libro como «muy malo».
Sí, Vicente estaba enojado porque había errores en sus poemas, no estaban como apareciron en La vida en CórdobaVa a haber un apéndice con material actual, no mezclado con lo de hace 21 años, y lo que puedo ver es que somos cada vez más diferentes, más aún de lo que ya éramos en ese entonces. Pero sigue habiendo una cuestión de cariño entre todos y están contentos de que salga el libro de nuevo. También va a haber fragmentos de las pocas entrevistas que nos hicieron hace 20 años. Alejandro Pi-hué, que era el fotógrafo de Verbonautas, está digitalizando negativos y me hace entrar al túnel del tiempo: me manda fotos de hace tantos años que ni él se acordaba o que yo nunca vi.

Hay muchos poemas que solo aparecen en un libro y que Vicente nunca recopiló. Entonces, siempre están dando vuelta los mismos 50 poemas en las redes y no se ve el todo. Funciona como una pequeña antología, porque tiene muchos poemas inéditos, fragmentos

Pasando a La poesía está en ser uno, señalaste varias veces que no se trata de una biografía de Vicente Luy, sino un recorrido por su obra. ¿Cómo surgió este proyecto que primero tuvo forma de taller?
 La idea salió de una charla con Osvaldo Vigna en diciembre de 2018, que me dijo que las cosas que yo sé sobre la poesía de Vicente debería sentarme con alguien delante de una cámara y hablar. Yo lo miré con una cara...Después se me ocurrió la idea del taller sobre sus libros, lo que fue raro porque tuve que leer a Vicente como si no lo conociera, ni nunca lo hubiera leído, cuando conozco más su obra que la mía. Cuando reuní mi poesía en Veo- Veo, no me puse a ver los temas, cuándo aparecieron. El laburo que hice con Vicente, no lo hice con mi poesía. En el taller vimos varios de sus libros, escuchamos fragmentos de entrevista, videos de él leyendo. El año pasado también lo hice en Villa Ventana gracias a Roberta Iannamico, que me dijo que habría que hacer una obra completa de Vicente Luy y que yo escribiera el prólogo. Yo la miré con la misma cara con la que miré a Osvaldo. Y en septiembre, contra todos los pronósticos, me salió una Beca del Fondo Nacional de las Artes a la creación. El año pasado la había ganado Flavio Lo Presti para escribir una biografía, y si bien habían cambiado el jurado, no creí que podía ganarla. Así que convertí los apuntes del taller en un libro, a la vez que aprender cómo citar, las normas APA, cosas que me eran totalmente ajenas porque salvo mis libros de poesía, otra cosa no había escrito. En enero de este año, gracias a Fernando Bogado que me contactó con Beatriz Viterbo, surgió la idea lanzar el libro para la Feria del Libro. Se podría decir que fue un libro sin plan, una cosa fue llevando a la otra. 

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Esto que mencionabas del traslado del taller al libro, se nota en el estilo fragmentario que elegiste, en donde se intercalan poemas, fragmentos de entrevistas, fotos e incluso al principio Juan Larrea tiene un gran protagonismo.
Sí, Larrea está muy presente al principio porque fue la persona que Vicente más quiso, uno de los que más lo influenció. Y no es tan conocido Larrea, ni en España. Sirve para ver el linaje, de dónde vino Vicente, es la única parte del libro en donde no figuran los libros de él. Y con respecto a lo que me mencionabas antes de la biografía, yo no digo nada sobre los años en los que no escribió o antes de la época de Verbonautas. Al que le interese eso, que compre el libro de Flavio cuando salga, que estuvo hablando con compañeros y amigos escritores de él, con abogados, con socios, compañeros de club, gente que yo ni conozco. En mi caso es un libro sobre libros.

¿Y con qué te encontraste entre los asistentes al taller sobre los libros de Luy?
Me encontré con diferente personas: gente que escribe, gente que da talleres, una estudiante de economía, gente que hace cine, orígenes muy diferentes. Se iban con la cabeza abrumada, con mucha información para procesar, porque el taller dura como cuatro horas con mucha información. La mayoría nunca vio un ejemplar físico de La vida en Córdoba en directo y no lo pueden creer. Además, hay muchos poemas que solo aparecen en un libro y que Vicente nunca recopiló. Entonces, siempre están dando vuelta los mismos 50 poemas en las redes y no se ve el todo. El libro funciona como una pequeña antología, porque tiene muchos poemas inéditos, fragmentos, a la vez que también es una muy buena puerta de entrada para quien no lo conoce así como complementar a quién lo lee hace 20 años.

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Los libros de Vicente Luy

La poesía está en ser uno. Los libros de Vicente Luy (Beatriz Viterbo, 2020), de Hernán.


Recién hacías referencia a «los mismos 50 poemas» de Vicente que están dando vueltas. ¿No es lo que el propio Vicente quiso al armar Poesía popular argentina por ejemplo? 
Creo que circulan esos poemas porque Vicente no está más y porque el libro con más ediciones es Poesía popular argentina, el libro por el cual más lectores entraron. No creo que él hubiera pensado que iba a pasar eso, así como tampoco hubiera reeditado Caricatura de un enfermo de amor. Pero las cosas no se dan como uno quiere, porque él hubiera sacado otro libro nuevo. En La poesía está en ser uno yo repongo un fragmento de entrevista en donde él decía que había elegido los poemas con mucha atención y que había dejado afuera cientos, que cuando se dio cuenta de que no se iba a morir, hubiera preferido que terminaran en un libro más gordo o en otro libro. O que en Plan de operaciones hubiera poemas que no salieron en Poesía popular argentina. Eso es lo que él pensaba después de que saliera el libro en 2009, a la semana siguiente. 

En tu libro se ve con precisión ese pasaje de la influencia del propio Larrea, como de César Vallejo o Arthur Rimbaud a la presencia del canal Crónica. Ese momento coincide a su vez cuando conocés a Vicente. 
—Sí, hay un poema inédito de él que se llama “Dulces bestias argentinas” que está en el libro que está a mitad del camino entre el Vicente de Caricaturas de un enfermo de amor y el de La vida en CórdobaCuando nos conocimos, la transición ya la había hecho, porque todas las cosas que leía con nosotros fueron a parar a La vida en Córdoba. También hay que pensar que Caricatura…lo escribió a los 17, 18 años, habían pasado un montón de cosas para que él siguiera manteniendo ese lenguaje. Pensá en lo que escribías a los 18 años, yo no las leo ni las pondría en un libro. Nunca hablé de eso con Vicente, pero no sé por qué se le ocurrió a los 30 años mandar a imprimir a Buenos Aires, a la editorial Último reino, un libro que había escrito tantos años antes. Después, con No le pidan peras a Cúper se nota más que Vicente escribía con el diario abierto y la tele prendida. Cuando trabajamos en el 97, 98, en La vida en Córdoba, trabajábamos en completo silencio. Eso cambió cuatro, cinco años después.

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Te escuché decir varias veces algo con lo que yo también estoy de acuerdo, que es no usar la etiqueta de «poeta maldito» para hablar de Luy. ¿Por qué elegís hacer hincapié en eso?
 Sí, hace poco salió una nota en Radar que se llamaba «Maldito poeta» y hace poco escribió Walter Lezcano una nota hablando de Vicente e Ioshua también hablando de poetas malditos. No sé si será algo cómodo… hablando con Pipo, él me decía que con Tanguito pasaba lo mismo y que él lo conocía: era un flaco común, igual que Vicente. Por eso elegí este fragmento de una entrevista de 1998 que me parece que no tiene nada que ver con maldito:

Todo esto. Un mundo en el que compartimos y nos apoyamos y no necesariamente competimos. Es decir, nos reconocemos como una misma cosa, nos cuidamos y tratamos de ser más. Estamos en busca de la síntesis. Un hombre nuevo, una conciencia nueva. Solidaridad, amor y brillar. Poesía, desastre, caos. Ejercer poesía más que escribirla. A la larga si tenés algo adentro vas a llegar, no sé si a ser reconocido y quizás tampoco interesa, pero sí llegar a ser un artista, a soltar lo tuyo, a dar. Ese es nuestro plan. La pasión. Ir tirando una onda.

En www.quiromancia.com.ar – mayo de 1998

¿Los malditos creen en dios? Me pregunto y te pregunto, porque Vicente creía en dios. Renegaba, pero era un creyente a su manera. Yo no veo puntos en común con Ioshua, con José Sbarra, salvo que con Ioshua fueron maltratados por personas de su familia desde muy chicos, los lenguajes y las estrategias y lo que cada uno quería era distinto. Sí eran dos personas que buscaban amor. La idea de poeta maldito es una etiqueta cómoda, me gustaría que alguien me explique por qué.

En esa dirección, creo que tanto Ioshua como Vicente buscaban ser leídos. Como decías vos, cada uno con su voz, con su estrategia, algo que no suele importar tanto en lo que se define como «maldito». Veo en ambos una búsqueda de lectores, de reconocimiento.
Totalmente, por eso el cambio de lenguaje de Vicente. No era alguien que escribía mirándose el ombligo digamos, había un tratar de llegar al otro cambiando las formas, incluyendo futbolistas, nombrando cosas que la gente conoce. Dejando un lado a Rimbaud y llegar mediante Menotti o Moria Casán, Mirtha Legrand. Vicente pensaba bastante en el lector, en el escucha. No sé si los malditos están tanto en esa, me parece que están en la suya.

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Los libros de Vicente Luy

Los libros de Vicente Luy: Vicente y Hernán. Foto: Alejandro Pi-hué. verbonautas en inauguración de la casa de los estudiantes / junio de 1999


A lo largo de La poesía está en ser uno se puede ver que en realidad el gran tema de la obra de Luy no es tanto lo que se suele pensar: política, fútbol o sexo, sino más bien la soledad. ¿Cómo viste eso durante el armado del libro?
Sí, por lo general los poemas en torno a la soledad, el dolor, los muy violentos, no suelen estar incluidos en esos poemas que andan dando vueltas por ahí. Vicente antes de entrar a Verbonautas había tomado la costumbre de hacer afiches navideños, porque él decía que la gente que vive sola en esa época la pasa muy mal. Su idea era, usando la frase de Vicente, tirarles una onda para esas fechas. Todo esto a principio de los 90. Yo creo que a partir de la muerte de sus padres y del abuelo la soledad fue una gran constante. Incluso ese tema está en poemas donde no se la nombra explícitamente: por ejemplo, el poema «Llueve», que Vicente nunca se hubiera imaginado que cada vez que lloviera las personas iban a compartirlo porque no era un poema que él leyera o que tuviera entre los preferidos. Solamente a una persona que está sola se le puede ocurrir escribir un poema como ese.

Hace cinco años, en una entrevista anterior, me mencionabas que eras una suerte de «mata mitos» de Verbonautas. ¿Con Luy te pasa algo parecido?
Quizás sí. Lo de Verbonautas tiene que ver con que yo leía antes de estar ahí y cuando se terminó seguí leyendo todos estos años, sacando libros. Yo lo veía como parte. Lo mismo Osvaldo Vigna. Karina (Cohen) dejó de leer en público, así que capaz para ella Verbonautas sí pueda llegar a tener otro lugar. Palo (Pandolfo) también dejó de leer, pero siguió con su carrera y hace unos años editó su primer libro de poemas. Como te mencionaba antes, me parece que va a estar bueno reeditar el libro para que se pueda ver de qué se trataba. Y con Vicente está eso que charlábamos de “poeta maldito”, pero puede ser que sea un poco el mata mitos de él.

He escuchado y leído muchas personas que se notan que han leído a Vicente, pero no encontré a alguien que además de haberlo leído tenga su propia voz. Capaz esos 50 poemas que andan dando vueltas por ahí y que la mayoría sean poesía express tenga que ver con que sea una de las formas de escribir de las más corrientes.

Retomando La poesía está en ser uno, aparece desde el principio la idea tanto de «mesías salvaje» como de «poeta sin biblioteca». ¿Qué creés que aportó eso a su obra y, al mismo tiempo, le quitó? Me acuerdo del impacto que me contaste que tuvo con Idea Vilariño cuando se la diste a leer.
Yo nunca conocí a un Vicente lector. No sé si podría decir que podría haber sido, aunque seguramente hay cosas que Vicente se debe haber perdido. Ahora bien, Bukowski, Carver y Salinger no se los perdió, pero por lo general no era gran lector. Idea Vilariño le había gustado, sí. 

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Ambos trabajaban mucho con la sustracción, lo conciso, cada uno con su voz.
Sí, llegar al carozo de la situación. Aunque Vicente también tenía poemas muy largos, en donde se contaban historias. Creo que a partir de No le pidan peras a Cúper su poesía se volvió más concisa. Varios de esos 50 poemas que andan dando vueltas están ahí. La reedición también va a permitir ver cómo eran los libros de Vicente Luy.

 También aparece algo muy interesante en el libro que es la idea del «guión emocional» y los «espejos», cómo funcionan los poemas uno al lado del otro. ¿Cuánto tiempo les llevaba la edición?
Muchas horas…(risas) La vida en Córdoba lo habremos empezado en 1997, llevó dos años, dos años y medios. Después un año con Poesía Moderna, otro año con Aviones y No le pidan peras a Cuper en simultáneo. Así que desde el 97 a 2003 se trabajó seguido. Con la reedición de Cuper, se van a recuperar las últimas versiones de los poemas tanto de la fé de erratas enorme que agregó al final como otras que hizo después: le agregó finales a poemas, no solo signos de puntuación. En las antologías también aparecen otras versiones. Va a quedar mejor la reedición que el original. Fue un laburo… pensé que nunca más iba a trabajar con Vicente, pero ahora lo estoy volviendo a hacer.

Seguramente Vicente se pondría re contento con la cantidad de gente que lo leyó: era lo que él buscaba, el contacto. Seguro que lo hubiera disfrutado.

El concepto de «poesía express» va ganando terreno con los años en la poesía de Luy. ¿Creés que esa idea sigue vigente en la poesía actual más allá de Vicente mismo?
Sí, Vicente siguió hasta en sus últimos poemas con esa idea. He escuchado y leído muchas personas que se notan que han leído a Vicente, pero no encontré a alguien que además de haberlo leído tenga su propia voz. Capaz esos 50 poemas que andan dando vueltas por ahí y que la mayoría sean poesía express tenga que ver con que sea una de las formas de escribir de las más corrientes.

Por último, ¿qué recuerdo tenés de los últimos años de Vicente? En el libro, al final, aparece una anécdota muy interesante del ciclo que hacen en el Borda a la mañana. 
 No son buenos los recuerdos de los últimos años de Vicente. Incluso la poesía, que era lo que más le interesaba a él, la había abandonado. Después de escribir Plan de operaciones, nunca volvió a ese archivo, si bien siguió escribiendo. No estaba más interesado en eso ni en vivir digamos. Eso que era central, y hacía que él se asumiera como poeta, ya no estaba en contacto con él. Seguramente Vicente se pondría re contento con la cantidad de gente que lo leyó: era lo que él buscaba, el contacto. Seguro que lo hubiera disfrutado.

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