Primavera: florecer con cinco poemas de Diana Bellessi

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La autora nacida en Zavalla, Santa Fe, es una de las poetas ineludibles dentro de la literatura nacional. En su obra, persiste una mirada atenta sobre cada detalle de ese mundo que nos rodea. Silenciada por la modernidad, la naturaleza está todo el tiempo sobreviviendo a la domesticación constante del ser humano. En El jardín secreto, documental sobre su obra y figura, Diana Bellessi sostiene que si se le presta atención al paisaje, se puede captar el momento en el que todo cambia de un momento al otro, como las relaciones entre las personas. (Foto: Victoria Egurza/ Télam)



1 – He construido un jardín…

He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos
dejarse ir para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte.

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer
gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you
were here amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.

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2 – Marea de mi corazón …

Marea de mi corazón
déjame ir
en las ligustrinas
como un insecto o como la
misma ligustrina en el rumor
en el rasante
vuelo de las
golondrinas alrededor
de los aleros en la música
minimal donde se hunde
mi vecino mientras tapiza
con golpecitos los respaldos
de las sillas en el sol
rasgado por la brisa
no ser lo otro
lo que mira. Desligarme
del ser hacia aquel
estar mayestático de
la dicha. Alfombra
de orquídeas diminutas
sobre el pasto florecen
antes que la máquina
cortadora de césped
las arrase ¿aprendieron?
Corolas violáceas
enjoyadas que emergen
en cinco días de sus tallos
aprendieron la brevedad?
de la vida sin ser
lo otro que del origen
nos aparta.

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3 – Corre paradigma de miel…

Corre paradigma de miel
Yo me quedo en el jardín viendo
abrir las semillas de gingo
un árbol sabio por antiguo
y simple como el brote de un
poroto

Ríos de la mente sabrán porqué
elrevés de la trama te lleva hacia
Leyenda
Un alma sola enfrenta su pasado
para luego dar la cara a la muerte

Aquí, no hay poder del
pensamiento ni saber
que al mundo modifique
Paciencia solamente
que busca sentimiento,
sentido en la astillada
totalidad del puma
cruzando el tiempo como
a un tapiz. El bosque
se transforma en jardín
a medias modelado
por la conciencia humana

como si una mujer hablara a otra en
un cruce de aguas profundas y clara.

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Diana Bellessi

Tener lo que se tiene (Adriana Hidalgo, 2009), de Diana Bellessi


4 – Variaciones de la luz

Un revuelo naranja al poniente
en lucha libre con el violeta
donde se hace de repente un claro
verde como aquel rayo purísimo
perseguido en la juventud
y al fondo el coro de las gallinetas
y un silencio al frente que corta
el tajo de luna
con más silencio
y plata y noche hasta que sólo
quedan las luces de tu casa
a veces como mágicas naranjas
dulces y en la soledad amargas.

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5 – Un lugar en el mundo

Habiendo visto al biguá de ébano con su pico blanco
bucear en las orillas sumergiéndose en arco pálido
para desaparecer luego bajo el leonado río
cuando la noche llega, me pregunto qué más nos queda
que no sea la apreciación de tal belleza ganada
poco a poco en la necesaria invención de los años
para dar a su cuerpo y a sus gestos el movimiento
preciso, y no es un atleta, es un biguá único
y cualquiera atravesando el río bajo la uña fina
de la luna en este anochecer donde yo me pregunto
qué merecemos, qué afinamos nosotros en la campana
del mundo y me digo: la apreciación, mientras recuerdo
la otra cara insatisfecha reclamando un poder
que es inmolación, inhábil tratativa con el tiempo
o belleza de la acumulación que nos deja huérfanos
de la propia vida, no gastada en la superficie
sedosa del agua sin guardarnos nada para luego
dejarnos ir en esa oscuridad sin fin de la noche
como los peces que come el biguá, como el biguá mismo
a quien devora el río mientras aprecio su perfección. 01

*Todos los poemas fueron extraídos de Tener lo que se tiene (Adriana Hidalgo, 2009)

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